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No sabía en verdad en lo que me estaba metiendo cuando acepté juntarme con Beatriz. Aún no podía identificar totalmente si Beatriz era una mala o buena persona, pero lo que sí sabía era que ella manejaba información quizás demasiado valiosa.

Dormí con múltiples pesadillas, aveces era Beatriz, otras veces era Jeanne y Delphine, la mayor parte de la noche fuí un lío en la cama, me despertaba cada ciertas horas y miraba mi cuarto oscuro. Luego me sumía en mis sueños y nuevamente la sensación de terror que sentía cuando Beatriz se aparecía.

Para la mañana mi mente apenas había descansado, me sentía completamente agotada y la mala noche se veía latente el las dos grandes bolsas que descansabn bajo mis ojos.

Me di una ducha y luego me puse un vestido floreado de color azul, si hoy me iba a ir a juntar con Beatriz debía lucir magnífica.

Nos vemos hoy a las 7, te enviaré un chofer.

Era el único mensaje que Beatriz me había dejado y lo tomé como una invitación. Aún no conseguía decidirme realmente sobre si ir o no, pero muy dentro de mi sabía que cualquier desición que tomase ninguna me iba a dejar completamente conforme.

Salí de mi cuarto perdida en mis pensamientos, sin darme cuenta choqué con un cuerpo que estaba en el pasillo. Al levantar mi mirada ahí estaba Jeanne observándome de pies a cabeza y con su ceño fruncido.

-¿Vas a alguna parte?-preguntó alzando su ceja y yo bajé mi mirada.

-Si, hoy por la tarde me juntaré con una amiga-mentí sin poder mirarle a los ojos y Jeanne asintió mirándome aún con su ceño fruncido.

-No dormiste conmigo-reclamó y yo baje mis hombros soltando un suspiro, al menos no me interrogará más.

-No...-dije pensativa- en verdad tenía un poco de miedo que tu invitada descubriera que dormimos juntas-dije observándola nuevamente a sus ojos. Jeanne se me quedó mirando de una forma extraña, primero negó con su cabeza y luego agarró mi cintura con su mano, depositó sus labios sobre los míos y en menos de un segundo su lengua se adueñó de la mía. Su beso comenzó a ser mas insistinte y yo le correspondí, los labios de Jeanne eran mi perdición y eso lo sabía hace un tiempo, pero este beso era distinto, era un beso hambriento, Jeanne no dejaba mis labios y yo nunca dejaría de besar los suyos. Jeanne me empujó suavemente contra la pared y siguió besándome, sin importarle nada, yo por mi parte me dejé llevar y uní mi cuerpo al suyo, mis manos viajaron por la espalda y cintura de Jeanne, éramos una mezcla de besos, brazos y piernas que se unían y alejaban cada pocos segundos.

-Me encantas-dijo Jeanne con la respiración agitada y aún con su boca a centímetros de la mía- ¿Cómo con un solo beso me dejas así?-me preguntó y yo sonreí mordiéndome mi labio inferior-no hagas eso si no quieres estar contra esa pared todo el día-dijo dando un bufido con ojos oscuros y separándose de mí.

Reí ante aquello y antes de que se marchara agarré una de sus manos y la traje hasta mí. Jeanne reaccionó de inmediato y nuevamente sus labios se unieron a los mios, esta vez ambas nos encontrábamos con la temperatura más elevada, por lo que Jeanne no tardó en agarrar mis caderas y senos por sobre el vestido mientras me besaba. Comencé a soltar leves gemidos cuando Jeanne dejó de besarme y comenzó a repartir besos en mi cuello, me sentía completamente exitada ante aquello, Jeanne volvió a mis labios y sin pensárselo mucho bajó con su mano hasta mi vientre y luego comenzó a bajar mas...

-Jeanne-dije con un pequeño gemido y ella hizo oídos sordos, dos de sus dedos jugaban por sobre mi entrepierna y ya comenzaba a desesperarme- por favor...

Jeanne negó con su cabeza y con una sonrisa diabólica comenzó a hacerlo más rápido, me sentía desfallecer, Jeanne no paraba de besarme, lamerme y tocarme, todo lo que estaba haciendo me dejaba con la piernas temblando, apenas me las podía.

Divina VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora