SeokJin había conseguido el trabajo en la empresa de sus sueños, y conseguiría tanto dinero como el que necesitaba para ayudar a su hermano menor.
Sin embargo, un error al parecer pequeño se convierte en una avalancha, el codiciado e inalcanzable Ki...
Empezamos con el maratón :3 quiero avisar antes que nada que estos tres capítulos son probablemente los más pesados que he escrito hasta ahora. Aunque es relativo, ya ustedes me dirán si yo soy la que uu yaba yorar por cualquier cosa (?
Tomen sus palomitas, juguito y pañuelos, y nos vemos al término del último capítulo, ¡disfruten!💜
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Me miré en el espejo del baño por octagésima vez, directamente al reflejo de mis ojos vidriosos y cubiertos de maquillaje leve.
—Vamos, SeokJin, solo es una reunión. Otra reunión— murmuré, odiándome por ver la falta de seguridad en mi rostro perfectamente pulido para hacer de la señorita Kim. Y aun así, no podía encontrar el suelo fijo para al fin salir del baño e ir a la reunión de la KFW a la que nos había invitado Hyun con NamJoon.
El solo pensamiento de tener que estar con la atención de todos en mi, mirando cada paso que diera, escuchando cada palabra que me pidieran sacar de mis labios, era suficiente para marearme y hacerme sentir como si fuera a asfixiarme.
Ya hacía aproximadamente diez minutos que estaba aquí, y la reunión comenzaba en veinte. NamJoon probablemente ya estaba sentado en su lugar en la reunión, esperando impaciente porque yo también apareciera.
No quería defraudarlo, obviamente, pero algo dentro de mi me decía que simplemente me encerrara en su baño lujoso y me fundiera con el azulejo del piso. Sería más conveniente, y menos vergonzoso.
Me apoyé con la frente contra el espejo, y me peiné con los dedos, temblando mientras intentaba hacer respiraciones de yoga.
Necesitaba ayuda con esto de estar en público, de verdad. Si no fuera porque mi mente me seguía gritando que no metiera la pata justo cuando todo parecía ir bien, ahora estaría atrincherándome junto al desinfectante olor a fresas porque simplemente drogarme con él sería menos trabajo que presentarme a la dichosa reunión.
—P-Puedes hacerlo— me repetí una última vez, alejándome ligeramente. Mis labios rosados se movieron por sí solos.—Por él.
Me agaché para volver a colocarme los tacones y alisar mi traje. Jugueteé con mi carnet colgado del cuello mientras abría la puerta y la volvía a cerrar detrás de mí, pegándome a esta de nuevo por el susto de ver a mi jefe parado en frente de ella.
—Te tardaste un poco. ¿Todo bien?
Con el corazón aun latiendome en un oído, asentí lentamente. Lo miré de arriba a abajo, sin entenderlo.
—¿Qué... Qué haces aquí?
Él enarcó una ceja, levantando la vista de su teléfono en una mano.
—Es obvio— se encogió de hombros, pero pareció notar que igual no entendía que era «obvio».—Te estaba esperando, Jin.
Eso me desconcertó. Pensé por un momento que reiría y me diría que era un estúpido por creer que eso era lo que estaba haciendo en realidad; pero NamJoon simplemente continuó mirándome en silencio, como si esperar a que contestara.
