C a p í t u l o 36

26 5 5
                                    

—Me rindo, me rindo, me rindo —solté, lanzando hacia cualquier otro lugar el libro en mis manos

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Me rindo, me rindo, me rindo —solté, lanzando hacia cualquier otro lugar el libro en mis manos.

—¡Oye! ¡cuidado! —reprocha el pelirrojo, sellando la última caja del departamento— ¡pudiste haberme sacado un ojo!

¿Les había contado que habíamos comprado una casa?

Corrección, él papá de Jason les regalo una casa.

Ah, sí, bueno eso. Básicamente, la casa era para el primero de sus hijos, que tuviera un primogénito —niño, o niña— y Jason fue el afortunado.

¡Tenemos nueva casa! Jason llego, sonando la puerta a sus espaldas, agitando unas llaves al aire.

—¿Podrías guardar silencio? —pregunto— estoy tratando de estudiar.

—¿Escuchaste lo que dije?

—Mhm... ¿es algo importante? —ladeo la cabeza, el suelta un suspiro —lleno de dramatismo— no te escuche.

—Tenemos una nueva casa —agita las llaves.

—Oh —murmuro, luego de unos segundos— ¿de quién es?

—De Erik, tuya, mía, de nosotros. También de nuestros futuros hijos.

—¿Se puede saber de donde sacaste una casa? —pregunto, alejando el computador de mis piernas. ignorando eso de "futuros hijos"

Él se tira dramáticamente a la cama, haciendo que su cuerpo —y el mío— reboten en el colchón.

—¿Por qué no puedes solo aceptarla y decir que está bien?

—Porque quiero saber de dónde la sacaste —lo miro— no me iré a una nueva casa sin saber de donde salió.

—De papá, hoy entro a mi oficina de la nada, dejando un sobre en mi escritorio.

¿También les había dicho que tiene un trabajo de medio tiempo en la empresa de su padre?

—Era un fideicomiso que hizo hace años, dice que, el primero de sus hijos, que tuviera descendencia, heredaría una casa —me mira— todo el papeleo está listo, solo hace falta hacer maletas, e irnos a esa casa.

—¿Así de fácil? —pregunto, desconfiada, él asiente

—No hay nada de qué preocuparse.

—La última vez que dijiste, terminamos ebrios en la casa de Abby. Mientras yo lloraba por mi hámster, y tú tratabas de consolarme.

Oh, pobre Abby. Ya se tiene bien merecidas unas vacaciones todo pagado, por estarnos soportando.

Recuerdo eso murmuro, él ríepasaste tú prueba de consolador.

Oh, Laurita, utilizaste una mala combinación de palabras... niega con la cabeza, yo siento mi cuerpo pintarse de un color escarlata¿pase la prueba de consolador personal?

UACEN | Amarte es poco [En Proceso]Where stories live. Discover now