~Cita~

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Las mañanas nunca se sintieron más exquisitas que cuando se encontraba abrazando al hombre de sus sueños en algún hotel de París y sobre todo con un anillo en su dedo anular de miles de dólares. Era una lástima que tuvieran que volver a la realidad y dejar aquella vida de fantasía.

Yuuji se encontraba en su quinto sueño cuando el sonido de su teléfono lo despertó, lo había ignorado ya unas cinco veces pero nadie podía insistir tanto, nadie más que su hermano así que no tuvo más remedio que responder.

-¿Qué quieres? —dijo aún con los ojos cerrados mientras se incorporaba de nuevo en sí y dando bostezo tras bostezo.

-¿Sigues dormido? Yuuji, son las 2 de la tarde.

-Tuve un largo viaje de regreso, claro que estoy cansado. Ahora dime, Sukuna, ¿Qué sucede? —Sukuna no podía considerarse su gemelo por la diferencia de edad pero vaya que eran idénticos.

-Hoy descanso y justo estoy cerca de tu departamento así que compré la comida... Te veo ahí en cinco minutos

-¿Qué? No espe... —ni siquiera pudo negarse pues ya había colgado el teléfono e iba en camino al edificio— ¡Ahhhg! Siempre haces lo mismo.

Miró como todo a su alrededor era un desastre, miles de bolsas con varios regalos y recuerdos de su viaje y ropa que aún necesitaba ser lavada. Saltando de la cama directo al baño logró tener una mejor presentación y buscó entre su desorden unos shorts y una sudadera gris que era lo único que tenía limpio, guardó lo demás en el closet y algo debajo de la cama y después fue directo a la sala y el comedor que tenía solo polvo por el mes sin mantenimiento pero Sukuna ya estaba en la puerta tocando, impaciente, el timbre.

-Hola hermano —Saludo Itadori aún con algunos trapos húmedos en mano y un recoje polvo.

-Te ves terrible, mira esas ojeras —pasando directamente al comedor.

-Tal vez tendría mejor aspecto si no me hubieras despertado para venir sin avisar.

-Bah, tonterías, anda ven a comer algo —sentándose en una de las sillas mientras veía a Itadori sentarse frente a él— No sabía que querías así que compre hamburguesas —era la comida favorita del chico y tan pronto como lo escuchó sus ojos brillaron de la emoción— ¿Cómo les fue en sus vacaciones? ¿Cómo está Nanami?

-¡Estuvo fantástico! Es un lugar increíble, no me arrepiento de escogerlo para descansar. Y Nanami está bien de hecho quería organizar una cena para los tres —llenando su boca con aquello que consideraba un manjar de dioses pero sólo era una hamburguesa con queso de Mcdonals.

-Me parece bien, tengo libre el fin de semana que viene. Yo también tengo varias cosas que hablar con él.

En ese momento Itadori se atraganto con la seriedad que Sukuna dijo aquello. Aunque su hermano sabía de Nanami, él lo veía como una relación amorosa y no como lo que en realidad era. Itadori amaba a su hermano, más que a nada en el mundo y le tenía la confianza suficiente pero aún tenía miedo de decirle lo que hacía pues no sabía cómo lo tomaría, después de todo Sukuna más que su hermano era su principal figura paterna y sus vivencias pasadas fueron diferentes para cada uno así que prefería guardar el secreto tanto como fuera posible.

-Si empiezas a decir cosas raras nos iremos de inmediato.

-Yo solo quiero saber que sus intenciones son buenas contigo.

-Yo no voy a tu vida a interrogar a tus parejas.

-Porque no tienes la vida suficiente —dijo eso con una sonrisa muy egocéntrica pero tenía razón, a pesar de tener 35 años se veía casi tan joven como Nanami o incluso más— Por cierto, presiento que pronto tendrás un nuevo hermano.

My Sugar Daddy [Goyuu] Where stories live. Discover now