Capitulo 7: ¿Estás bien?

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Lukas Murphy

Dejar a la chica en su casa fue normal... Okay, no tan normal, pero fue una experiencia diferente a mi rutina, pero muy agradable.

Llegué a casa, tenía un hambre terrible, la baja de alcohol me abrió el apetito, por lógica fui directamente a la cocina y a lo lejos ví a Ámbar en la cocina, su cabello estaba amarrado en un moño desordenado, una bata color beige tapándola y sus lentes para vista cansada reposando en el arco de su nariz.

— Jóven Lukas — habló luego de un gran bostezo — Buenas noches

— Buenas noches Ámbar

— ¿Desea que le prepare algo?

— No Ámbar — respondí amable a la propuesta de la mujer — Son las 3:52 de la madrugada, no deberías de laborar para nosotros a esta hora

— No es molestia además — soltó otro bostezo al terminar de pronunciar palabra — yo también tengo hambre

— Acabas de bostezar Ámbar, es más — me quite el saco acercándome a la cocina — yo cocino

— ¿Usted sabe cocinar? — asentí con la cabeza mientras lavaba mis manos — ¿Desde cuándo?

— Desde los doce

— Y ¿Por qué nunca cocina?

— ¿Sabes quién es el señor Mathias Murphy? En cuanto mi padre me vea con una espátula en manos me mataría.

[···]

Llegando a la oficina me di cuenta que tenía demasiados papeles por revisar, más aparte la propuesta para los inversionistas Newyorquinos. Lleve el trabajo a casa, en las paredes de este lugar siento que me da más calor del normal.

— Nos vemos mañana, señorita Montes — me despedí de la mujer cerrando mi oficina

— ¡Jóven Lukas! — grito y me detuve en seco — tiene una reunión en tres horas

— ¿Yo? — asintió — Se suponía que la única reunión que tenía era el jueves

— Los inversionistas cambiaron su fecha de llegada a esta tarde

— ¡¿Y por qué no me dijo nada?! — regrese a la oficina abriendo la puerta de prisa

— Apenas me avisaron, creí que usted ya sabía — se defendió

— ¡Pues creyó mal! Su trabajo es avisarme en cuanto usted sepa — la mujer iba a decir algo, sin embargo callo durante unos segundos

— Tiene razón señor, debí haberle dicho, fue mi error

Es la primera vez que escucho a una mujer admitir un error.
Supongo que tiene que ver con qué soy su jefe y no otra persona ¿No?

Entre para trabajar rápido en la presentación.

Mi presentación fue la peor que pude hacer no solo en mi trabajo, sino en mi vida, podía hacer algo mejor pero con tres horas fue lo mejor que pude hacer.

— Hemos tomado una decisión — comenzó a hablar una de las personas del equipo

— Comparando sus propuestas con la de la competencia ustedes son... — trato de continuar otro, sin embargo lo interrumpí

— Antes de que tomen una decisión negativa solo quiero que me escuchen — suspiré — puede que la presentación que les mostré no fuera tanto de su agrado o que mis palabras desde un inicio no fueran las indicadas — se notaba que estoy nervioso — ni siquiera tengo palabras para usar como excusa porque no las hay, pero reconsideren la decisión, la diferencia de nosotros y la competencia es que... — pensé en lo que diría, ciertamente no creí llegar tan lejos en mis palabras — las empresas con mayores ventas dejan de enfocarse en un mercado simple, con personas que requieren de este servicio y no lo usan por querer sino por necesidad, volviéndose en empresas para un mercado con expectativas altas que piensan que un coche entre más caro y lindo tiene mejor servicio automotriz, además de que el ambiente dentro de nuestros talleres es uno de los mejores, se intenta tener una armonía con nuestros trabajadores — las palabras salían de mi boca por si solas.

Con La Mirada En El Cielo ©Where stories live. Discover now