Capitulo 11: Una estupidez.

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Lukas Murphy

—Espera, Jane —paré a la mujer tomándola del brazo —¿A dónde vas? —bajé mi tono de voz.

La chica guardó silencio mirando al suelo, cerró sus labios con fuerza.

—Mi mamá está perdida, necesito ir a buscarla.

No entendía que era lo que le estaba pasando, pero no quería dejar a Janne sola.

Al manejar por toda la ciudad en busca de la madre de Janne, me sentía casi impotente al no saber ni siquiera una descripción de como era su madre.

A lo lejos solo veía a gente que seguía con sus vidas, podíamos preguntarle a cualquiera de ellos, pero ninguno sabría explicarnos. Al preguntar con una fotografía la gente seguía sin saber dónde estaba, cosa que me preocupaba.

Después de transitar por todas las calles que conocemos –bueno, más Janne, porque esa zona no la conocía–, hasta escuchar el ringtone del celular de la chica.

—¿Qué? —preguntó la chica de mala gana.

Ella guardó silencio mientras solo escuchaba la voz de una mujer hasta mi lugar.

—¡¿Qué carajo, Atenea?! —gritó —¡¿Cómo no me voy a enojar?! Te pedí una sola cosa, y no pudiste hacerlo —suspiró, uno de esos suspiros que de lo enojado que está puedes sentir algo de temperatura en el aire —ya voy para allá.

Yo solamente trataba de mirar hacia adelante sin decir ni una sola palabra, únicamente manejar y manejar.

Ya no escuché la voz de Janne, me estacioné en la orilla, esperando a que soltara por lo menos un poco de aire.

—¿Todo bien? —giré mi cabeza para verla.

Escuché a la chica como golpeó su cabeza contra el respaldo del asiento, subió sus manos, terminando en un gesto de frustración, sin decir ni una sola palabra.

—Una estupidez —miró al techo del coche, seguido de un silencio breve —una estupidez que nos arruinó... lo que se supone que teníamos hoy —giró su cabeza para verme —¿se supone que fue una cita? —preguntó.

—Creo que esa era la intención, Janne —sonreí levemente.

—Lukas yo... —interrumpí lo que sea que ella quisiera terminar de decir, pero por el tono, suena a disculpa.

—No, no hace falta que te disculpes, no quiero disculpas o ese tono en las palabras —mencioné —¿quieres ir a ver a tu mamá? —pregunté, arrancando el auto.

—¿Seguro que quieres ir a mi casa?

—Claro, ¿por qué no lo querría? mi casa es un infierno así que entre más me tarde en llegar, pues más fuera de mi realidad me voy a sentir —moví el volante para volver a manejar.

[...]

El silencio se extendió a todo el rato en el que llegábamos a casa de Jane. Ninguno de los dos dijo ni una sola palabra, no es como si alguno de nosotros hiciera el intento por dejarlo de lado, pero era mejor que estar en una conversación forzada.

Era la primera vez que iba a entrar a la casa de Jane, la primera vez que hablaría con la madre de esta chica.

La fachada era vieja, le faltaba un retoque en la pintura –pero yo no soy quien para juzgar–, fuera de eso, la casa era como cualquier otra en la cuadra.

Había niños jugando delante de nosotros, pateando una pelota roja entre ellos, giré mi mirada para ver por el retrovisor derecho, arrebasandome había una niña con dos coletas altas en trenza y pedaleando un triciclo color blanco y detalles en rosa.

—¡Ya llegó Jane! —gritó la pequeña con una voz chillona que retumbó en mis oídos —¡Ya llegó Jane! —repitió.

—¿Cómo saben que eres tú? —pregunté mirando a Jane cortamente por el rabillo del ojo.

—Fuí la niñera de casi todos ellos cuando eran unos bebés, así que conforme crecieron los fuí viendo —contestó —en realidad... —hizo una pausa —todos fueron unos grandes chicos.

Giré a verla con una sonrisa y terminé de estacionarme frente a la casa de la peliroja.

—Llegamos —anuncié, dejando el freno de mano puesto.

Me quité el cinturón de seguridad, subí el cristal de la ventana y abrí la puerta con cuidado de no golpear a ninguno de los infantes que había en la calle.

Los niños al ver que Jane bajó del coche corrieron gritando su nombre y sus brazos abiertos.

Le dí la vuelta al coche y ví como todos ellos hacían una bolita alrededor de la chica, todos con una sonrisa marcada en sus rostros.

—Ya, niños —dijo la chica a los niños —necesito irme.

Como si hubiera dicho las palabras mágicas, los niños dejaron de abrazarla y corrieron a otra parte de la calle.

—¿Pasamos? —preguntó Jane, señalando la cerca que había rodeando su hogar.

Asentí sin decir nada, solamente caminé, siguiendo los pasos de la chica.

La puerta se abrió, dejando ver cómo salía una pequeña penumbra de luz amarilla, mientras otro niño salía tras el picaporte.

—¡Tía Jane! —gritó el pequeño, con los brazos abiertos.

—¡Dylan! —siguió la chica, agachándose para abrazarlo.

Solamente admire lo tiernos que se veían ellos dos, sin decir ni una sola palabra.

—¿Dónde está tu mamá? —preguntó, tomando al niño de sus piernas para cargarlo.

—Adentro, con mi nana —el niño señaló con su dedo índice la casa.

—Vamos con ellas —sonrió, dando grandes zancadas, como si ella estuviera caminando por un piso inestable.

Al entrar, todo se veía lindo, todo parecía Jane. El color de las paredes era marrón en sus diferentes tonos con diferentes figuras en la pared.

—Lukas —llamó la chica —¿puedes cerrar la puerta, por favor? —pidió.

Asentí y puse el seguro de la puerta, supongo que a eso se refería.

Mientras más me adentraba, más cercana y clara era la voz de una mujer regañando a alguien.

—¡¿Pueden bajar la voz, por favor?! —gritó Jane.

—¡¿Y tú quien te crees para decir que es lo que tenemos hacer?! —gritó una voz agridulce —no estás en todo el día y te apareces aquí hasta ahora, tú no tienes derecho a decirme que baje la voz —argumentó.

—A ver, Atenea, espérate un par de minutos —Jane bajó al nene de sus brazos, y tras unas palabras que no entendí, el niño corrió a la parte de atrás de la casa —¿puedes ir con el niño, Lukas? no quiero que le pase algo malo —pidió.

Con esa mirada a la que no le puedo decir que no. Cuando Jane pide algo sinceramente sus ojos se llenan de brillo y sus pómulos se marcan más, es algo a lo que no puedo decir no.

—Está bien —sonreí y terminé de entrar a lo que parecía ser el comedor de la casa.

—¡¿Y él quien carajo es?! —gritó la misma voz de hace un rato.

—Buenas tardes —saludé, y seguí caminando sin decir más...

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⏰ Last updated: Jul 19, 2022 ⏰

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Con La Mirada En El Cielo ©Where stories live. Discover now