IV

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Louis salió del baño respirando intensamente, y es que con Harry se la vivía desconcertado, le acababa de montar una escena de celos y lo había reclamado suyo. Bien que el castaño estuvo de acuerdo pero por favor, que en aquel momento nadie puede pensar así. Imagínate tú con un pivón devorándote el cuello, no se hará cargo de sus palabras en momentos así.

Caminaba por los pasillos dirigiéndose de nuevo a su clase, con solo diez minutos de descanso y que había empleado siete en ser acorralado por el rizado, el sandwich se había quedado en el fondo de la mochila.

Entró justo a tiempo al salón y se sentó en un sitio aleatorio, el profesor entró instantes después y ni siquiera había dejado que acabara el minutos que quedaba de receso, cómo odiaba a los profesores que hacían eso. Aún así no se quejó, no se veía como alguien capaz de plantarle cara a un adulto delante de tanta gente.

Llevaba media hora de clase cuando sintió un impacto suave en la nuca, decidió no hacerle caso, había podido ser hasta imaginaciones suyas. Descartó esa idea cuando le volvieron a dar e impactó en su antebrazo y se removió incómodo, dirigió su vista a un pequeño papelito doblado que había caído sobre su libreta lo cogió entre sus dedos y lo desdobló para leerlo.

"Maricón, a cuanto cobras las mamadas?"

Y su sangré se heló, empezó a hiperventilar y las manos le comenzaron a temblar. Recuerdos, pesadillas, abuelo... eso era lo único que se le venía a la cabeza ahora, ni siquiera fue consciente cuando sus ojos comenzaron a picar y le empezó a doler la cabeza, tuvo que pedir salir.

—Prof-profesor, puedo ir al b-baño... por favor—. Habló con voz temblorosa a la vez que alzaba una mano.

—Sí, sí, ¿Se encuentra bien Tomlinson?

—Sí, gr-gracias—. Se levantó con sus hombros temblando por el esfuerzo de contener las lágrimas y salió de la clase, escuchando las risas vagas de algunas personas en la clase.

Se encerró en el cuarto de baño cerrando por dentro y se echó agua en la cara para poder respirar con mayor facilidad, empezaba a ahogarse. Se sentó en el suelo y escondió la cabeza entre las piernas para comenzar a llorar. Alguien salió de un baño.

—Eh, eh, ¿estás bien?—. Lucas era ese alguien, se tensó al instante  se llevó las manos a la nuca.

—Y-yo—. No podía hablar, le estaba dando un ataque de ansiedad.

—Vale, vale, vale, tranquilízate, respira conmigo, despacio—. Se puso de rodillas y puso sus manos sobre las contrarias para que Louis lo mirara.— un, dos, tres, un dos tres... venga por favor, tienes que tranquilizarte.

Y así estuvieron por lo menos veinte minutos, con Louis sorprendido mientras intentaba seguir el ritmo de respiraciones de Lucas hasta que logró tranquilizarse lo suficiente para poder llorar.

—Gracias, gracias—. Abrazó a Lucas entre sollozos y el otro le frotaba de una forma rara la espalda, dando palmaditas

—Ya, no, no te preocupes—, cogió sus hombros y lo apartó de él.— Vete a clase, bueno mejor no hagas eso que te van a preguntar, vete al patio, total queda solo una hora para irnos a casa.

—¿C-cómo has sabido lo que hacer?

—Oh, mi madre es enfermera, adiós tío—. Le dio una última palmada en el hombro y se fue.

Louis se levantó lentamente, abrió la puerta y caminó por los pasillos vacíos hasta llegar al patio, dónde se sentó en un banco. Cerró los ojos con fuerza cuando los recuerdos volvieron a venir a su mente.

MíoWhere stories live. Discover now