Capítulo 1

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Pequeña nota: Los primeros capítulos son antes de que Barry "regrese". O sea, antes de que sepa que hay algunos hechos fuera de lugar. (No sé si me dejé entender, pero se darán cuenta cuando "regrese" 😁)

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Madison observó la casa, no, más bien la mansión, que tenía al frente. Sujetaba fuertemente la mano de Barry mientras mordía su mejilla interna para no comenzar a derramar aquellas lágrimas acumuladas en sus ojos.

Caminaron a paso lento por aquel sendero luego de pasar por las rejas de la entrada a la propiedad. Tenía una mochila colgada en sus hombros con su pijama y otra muda de ropa limpia, además de su cargador de celular y cosas de aseo personal. Había decidido llevar lo mínimo porque no quería dejar algo en ese lugar por accidente, como sus libros o su peluche.

Tenía sus auriculares alrededor de su cuello y su celular en el bolsillo de su overol de jean. Sus nervios estaban por los cielos mientras observaba como poco a poco se acercaban a la casa de aquel desconocido.

De aquel desconocido con el que compartía ADN.

La respiración irregular de la menor llamó la atención de Barry que se detuvo, haciendo que la niña también lo hiciera.

—Madi —llamó el chico colocándose de cuclillas. Estaban a escasos metros de llegar al pórtico de la casa, pero no le importó detenerse —Respira, cariño —susurró el chico, observado la pequeña frente a él.

—No puedo hacer esto, Barr —susurró la niña luego de regular su respiración.

—Yo sé que puedes hacerlo, sé que eres muy fuerte. Además, con Joe estamos trabajando para que la custodia sea completamente de él —susurró el muchacho con tristeza y frustración por las nuevas circunstancias.

¿Cómo todo había ido tan mal en el juicio? ¿Por qué aquel hombre tuvo que aparecer?

»Sé que eres muy valiente —Barry limpió con su pulgar las lágrimas silenciosas que se derramaron por sus mejillas —Mañana estaré aquí a las seis en punto y volveremos a casa —aseguró el chico, tratando de calmar a una angustiada niña.

Madison lo observó un momento, sabía que Barry no podía hacer nada más. Si ella no pasaba aquel fin de semana en la propiedad de ese individuo, las personas que estaban viendo su caso le daría más derechos a ese individuo que a Joe, por incumplimiento de lo acordado. La niña no quería arriesgar a que le dieran más días a él. No quería que, en vez de un fin de semana, fuera toda una semana completa.

La ojiverde asintió con la cabeza y se obligó a controlarse, se obligó a colocarse aquella máscara de niña fuerte y adulta que tenía guardada desde hace tiempo; "guardada" porque con Barry y con los demás no necesitaba usarla, con ellos se podía mostrar como una niña normal, podía mostrar sus emociones.

Siguieron caminando hasta que vio a Barry tocar el timbre, el sonido retumbando por todo el interior de aquella enorme casa. Madison esperó ansiosa frente aquella gran puerta blanca que parecía sacada de película.

"Este hombre tiene demasiado dinero", pensó al inspeccionar mejor el lugar. La fachada era moderna y tenía decoraciones que de seguro costaban fortunas.

La niña se paralizó en su lugar cuando la puerta fue abierta y aquel desconocido apareció en el campo de visión de ambos.

Su padre biológico estaba frente a ella.

Tendría unos 33 años. Vestía un pulcro traje de color marrón oscuro. Era alto, quizás unos centímetros más alto que Barry. Tenía su barba muy bien cortada y su piel era algo bronceada; sus ojos eran verdes, tal y como los de Madison. Su cabello era corto y negro como la noche. Sus facciones eran algo duras, pero sabía disimularlo muy bien con aquella sonrisa que tenía plasmada en el rostro.

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