Capítulo 18

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—Ahora, no es algo extraño que tengas una cita con Iris. Digo, ¿no es como tu herm...? —Madison dejó de hablar y miró con indignación al castaño cuando le quitó el largo caramelo que estaba devorando, ese era su quinto. Era una gomita larga de color roja que Cisco siempre compraba para él, pero Madison había encontrado su lugar de escondite y ahora se había hecho dueña de los dulces.

—No... —prosiguió Barry —Es Iris. Nunca la vi de esa forma; además me gustó desde siempre, así que no es extraño —el ojiverde comunicó, terminándose de comer el pedazo de dulce que le había quitado a la niña.

Hey, eso era mío —se quejó cruzándose de brazos. Barry sonrió.

—Regresaré en unas horas. No comas más dulces, Madison —ordenó. La menor rodó los ojos, pero terminó asintiendo con la cabeza. El chico se agachó para darle un beso en la frente —No hagas travesuras —Y ella lo perdió de vista.

—Yo nunca hago travesuras —murmuró y soltó un bufido, comenzando a girar la silla en la que estaba sentada.

¿Ahora qué podía hacer? Ya había terminado sus deberes y no quería jugar en la computadora ni ver televisión. Apoyó su cabeza en el respaldar y siguió girando por varios minutos, observando como toda la habitación daba vueltas. Era una interesante sensación.

Hasta que fue detenida abruptamente.

—No hagas eso, Madi. Te marearás —escuchó en un murmuro. Entonces se enderezó y trató de encontrar al culpable de su abrupta parada; pero todo se miraba borroso y doble.

La ojiverde cerró los ojos para tratar de que todo volviera a su lugar y las cosas dejaran de moverse de ese modo. Bueno, girar de ese modo por tanto tiempo, no había sido la más ingeniosa idea. De igual modo de encontró diciendo: 

—¡Ufa! —Se cruzó de brazos soltando un resoplido —La menor abrió los ojos y, al ver de quién se trataba, expresó: —Oh, eres tú —Madison se colocó de pie luego de un momento, pero se tambaleó ligeramente, aunque él la sostuvo del hombro para estabilizarla.

—Madi —soltó un suspiro y se agachó hasta quedar a su altura —¿Podemos hablar? —cuestionó al ver que la niña seguía molesta.

—No quier...

—Vamos a hablar igual —La pequeña rodó los ojos ¿Para qué le preguntaba, entonces?  El metahumano hizo que ella girara y él se sentó en la silla, así quedando casi a su misma altura.

—¿Qué quieres Francisco? —preguntó con algo de irritación, observando sus zapatillas. ¿En qué momento esa fea mancha había llegado a sus hermosas zapatillas rosadas?

—Quiero pedirte disculpas, enana —El ojinegro sostuvo con suavidad el mentón de la menor un momento y la obligó a observarlo —No debí haberle dicho eso a Barry ni tampoco usar tu historia, solo porque estaba enojado con él —expresó son sinceridad. La menor meditó sus palabras 

»¿Me perdonas? —se encontró pidiendo. Madison guardó silencio otros largos segundos más, torturando al muchacho delante de ella.

—¿No lo harás nunca más? —habló al fn. No sabía si habría otra situación similar, esperaba con todas sus fuerzas que no, pero por si acaso.

—Lo prometo —dijo el pelinegro.

—¿Ya te amistaste con Barry? —cuestionó para estar segura.

—Lo hice.

—Entonces creo que...hmm... —La menor volvió a callar, sosteniendo su barbilla como si estuviera pensando en la cura para algún tipo de virus. Observó el mortificado rostro de Cisco y se mordió la lengua para evitar soltar una carcajada —Te perdono Francisco Ramón —musitó al fin y soltó una risita.

Innocent Blood II : Changes [The Flash]Where stories live. Discover now