Capítulo 13

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Camille

Habían pasado tres semanas, tres semanas en donde nos habíamos acercado más, en donde habíamos tenido cientos de cintas que ya me eran difícil contarlas, me llevo a diferentes lugares, al zoológico, al cine después de todo, me llevaba todos los viernes por un café, en aquella cafetería pintoresca, llena de vida, con olor a café recién hecho; esa se había convertido en nuestro lugar.

Hablamos más, me contó que vivía con su abuela por cuestiones familiares que aún no estaba dispuesto a explicarme.

Y lo entendí, entendí que eso era difícil de hablar, al menos para él.

Porque yo aún no le decía como era que me sentía yo aveces, como era que en algunos días me dejaba llevar por lo malo que mi mente me gritaba cuando me veía en el espejo, cuando me juzgaba y me decía cosas hirientes tras el reflejo.

Es por eso que no tenía un espejo en mi habitación.

Tampoco aún le decía como era mi relación con mis padres, en especial con mi madre, que después de varios años aún no la comprendía, aún no entendía porqué era tan dura conmigo, porqué siempre me decía cosas que me lastimaban.

- ¿Quieren ir esta tarde a comer en algún lugar lejano?- hablo Thomas que estaba sentado frente a mi.

El profesor de orientación no había llegado así que teníamos hora libre. Alyssa estaba en su lugar de siempre, así que me encontraba entre los dos.

- Si.- hablo la pelinegra.

- No puedo, se acercan los exámenes y tengo que estudiar.- dije.- Pero vayan ustedes.

- Vamos, solo serán unos minutos.- me rogó ella.

- Será otro día.

- Está bien, espero que nos vaya bien en esos exámenes de todas las materias.- hablo el chico.

- Yo igual espero eso.

En temporada de aplicar esas cosas desastrosas, me hacía sentir ansiosa, desesperada, alterada y sin un ritmo que tomar, ya que mi madre siempre me había exigido mucho en cuanto a la calificación.

Siempre me decía que una buena nota era una puerta abierta en la vida. Pero... ¿Qué importaba una nota? ¿Por qué darle importancia a un número? Me parecía ridículo calificar a los alumnos con números, como si fuéramos alguna cosa.

No me gustaba eso, porque al final, no aprendimos nada, nos enfocábamos más en memorizar que en aprender, nos enfocábamos en tener un sobresaliente que haber aprendido algo útil.

Pero, como siempre, no podía llevarle la contraria a mi madre, me daba miedo, miedo de que la hiciera enojar y que me dijera cosas que sabía que me destrozarían.

Llego la hora del almuerzo, las tres chicas nos dirigimos a nuestra mesa, Amelia traía con ella un plato con papas fritas, Alyssa llevaba uno con un burrito, y yo... yo solo llevaba una pera.

A veces admiraba a las personas que comían sin preocuparse por su físico, admiraba aquellas que ingerían lo que querían sin preocupación alguna, sin tener ese remordimiento después de comer, después de haber perdido el control.

Realmente las admiraba, las idolatraba por no tener ese problema que yo tenía.

Tal vez, en un futuro sería así, sin preocuparme en cuanto comer, en limitarme a ingerir algo durante el día, sin contar las calorías, las grasas, tal vez, alguna día pueda ser feliz con mi peso, tal vez algún día...

- Me gusta, es alto, cabello rubio y ojos azules, tiene unos cuantos tatuajes escondidos por ahí.- hablo Amelia.

- Todos te gustan.- dijo Alyssa.

- Eso no es verdad. Bueno, tal vez un poco.- se rio.

- ¿Y estas segura de que tú le gustas?- pregunte.

- No lo sé, tal vez, hemos follado un par de veces, pero creo que si.

- Amelia, follar y querer no es lo mismo.

- Lo sé, es solo que aún no tenemos definido nada.

- Tal vez con el paso del tiempo lo entenderán.

- Tal vez.- se quedo callada un momento para después hablarle a la pelinegra.- Y tú. ¿Alguien nuevo Alyssa?

- No, no hay nadie, estoy bien así.

- Agh, como siempre tan independiente.

- Así es.- sonrió como orgullo.

Después de acabar de comer nos dirigimos hacía el salón, preste atención y anote lo que veía en el pizarrón.

Me pesaban los ojos, el cuerpo, todo, pero tenía que aguantar, tenía que demostrarle a mi madre que podría ser esa hija que tanto quizo.

Tendría que probarle que no se equivoco al criarme.

En otra vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora