Epílogo

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Creo que hay personas que están destinadas a estar juntas, ya sea en esta vida o en otra.

Siento que en algún lugar del mundo la gente debe de tener su otra mitad, ya sea que este hasta el otro lado de su ciudad o de su país.

Pienso que el destino siempre actúa de las formas más misteriosas, poniéndote en el mismo camino de esa persona, y te dice, te grita que es la correcta.

Y debes de escucharlo, porque este jamás se equivoca.

Ellos dos estaban hechos el uno para el otro, los dos estaban destinados a encontrarse.

Pero no para estar juntos, sino para que con ayuda del otro pudieran sanar, crecer y superar los miedos que los rodeaba.

Y puede que en otra vida se reúnan, cumplan esa promesa que se hicieron en aquella cafetería.

Una chica de cabello como el oro y con rulos iba caminado por las calles de Colorado, el sol estaba presente, las nubes adornaban el cielo y el viento soplaba fuerte.

Estaba por llegar a la cafetería que siempre habituaba hasta que un hombre, alto, cabello negro, y ojos del mismo color y con una cara inocente y llena de vida choco con aquella chica, haciendo que sus pechos se juntaran.

- Lo siento.- dijo la mujer torpemente.

- No te preocupes.- la voz del hombre era dulce.- ¿Cómo te llamas?

Preguntó, porque en verdad tenía curiosidad sobre aquella mujer que había encontrado.

La miraba con curiosidad, como si quisiera descubrir todos sus secretos y temores.

La joven lo veía a los ojos, estos eran profundos, pero a diferencia de los de él, los ojos de la mujer eran azules como el cielo.

- Mara.

- Mucho gusto Mara, soy Alan.- le sonrió de una manera real, llena de vida.

Y desde ese momento los dos supieron que eran el uno para el otro.

En otra vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora