Capítulo 20

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Cinco años después

Camille

Durante los primeros seis meses habían sido de lo peor, me deprimí horrible, deje que el dolor me consumiera, deje de luchar y tome la decisión más estúpida de todas. Trate de desaparecer el dolor de la manera más fácil, trate de quitarme la vida.

Pero no pude, me encontraron antes de que hubiera sido demasiado tarde para mi, y estoy agradecida por eso.

Porque si hubiera sucedido ahora no estaría aquí, en Inglaterra junto a mi futuro esposo, no tendría el trabajo que ahora tengo, me hubiera perdido de todo lo bueno que me esperaba el futuro.

De mis amigos, mis padres y de los viajes que hice.

Después de intentarlo, mi madre lloro por primera vez, por primera vez pude ver el miedo en sus ojos, el temor de perderme, fue por eso que dijo esas palabras que jamás creí que me diría. "Perdón"

Ella me pidió perdón por todo el sufrimiento que me había ocasionado y me prometio que intentaría cambiar, por mi, por su pequeña. Y así lo hizo, aflojo las cuerdas que antes me asfixiaban y me dejo libre, me dejo respirar después de mucho tiempo.

Durante esos meses mi madre me llevo a terapia, me dijo que era para que mejorara y ya no me sintiera así.

Al principio me negué porque no me gustaba sentirme débil ante los ojos de nadie, pero finalmente acepte, acepte esa ayuda que me dio mi psicóloga.

Y después de dos años me sentía feliz, llena, como si el vaso que antes estaba vacío ahora estaba hasta el tope. Empece a comer bien, a no sentirme mal por ingerir más de la cuenta, empece a amarme.

Agradecí a mi madre, a mis amigos que siempre estuvieron ahí para mi, y a él... a esa persona que inicio todo, esa que me dio el primer empujón para que entendiera que no debía de depender de nadie más.

Al principio lo odie con todas mis fuerzas porque no quería que se fuera, no quería que me dejara sola como todos lo hacían. Pero finalmente entendí que era por mi propio bien que aceptara que debía de levantarme sola, debía de curarme las heridas que antes había ocasionado.

No pude agradecerle personalmente porque había perdido el contacto de él, fui a verlo a su antigua casa pero ya no vivía ahí, le pregunte a Alyssa por la persona que me hizo amar pero me había dicho que no era un buen momento, que estaba pasando por una etapa difícil, así que no insistí.

Esa noche, pensé en él, en sus besos, sus caricias y en como me hacía sentir. Quería agradecerle por todo lo que hizo por mi, quería que entendiera que ya no lo odiaba, que a pesar de todo el daño que me hizo no lo odie en ese instante.

Fue por eso que escribí una carta para Thomas, una que describa cómo me había sentido y en cómo había mejorado esos años. Pero como no sabía donde vivía no tenía como comunicarme con él y por eso se la deje a Alyssa para que se la diera.

Después de eso me fui a Inglaterra, en donde ahora estoy trabajando como diseñadora gráfica.

Y una parte de mi quería que el llegara por esa puerta que tenía frente a mi, y que me dijera que él también estaba feliz y sanado, que ya podríamos estar juntos. Como me lo había prometido.

Pero nunca llego, nunca lo vi atravesar aquel lugar...

Fue por eso que después de tres años me rendí, deje de esperarlo, porque no podía aguardar por él toda una vida, no podía desperdiciarla esperando a una persona que nunca iba a llegar.

Así fue como conocí a Nathan Blanc, el amor de mi vida, él me conquisto como nunca creí que lo hicieran, era francés pero estaba ahí por trabajo, era abogado.

Nos conocimos en una noche en un bar, él se acerco y yo me deje llevar, baje la guardia y no me arrepiento de eso.

Todo era color de rosa, y me gustaba, amaba estar con él. Y aunque se que jamás encontrare alguien como Thomas Archer, y se que jamás sentiré lo que sentí con él, amare como lo ame a él, llorare como lo hice por él. Agradezco eso, agradezco que la vida lo haya puesto frente a mi y me diera ese empujón que necesitaba. Bien por ahí dicen que el primer amor nunca se olvida.

Iba camino hacía mi trabajo, era un día lluvioso como a mi me encantaba.
Llegue hasta mi área y me senté en el escritorio.

- ¿Ya tienes lo que nos pidió la jefa?- hablo George, era mi amigo, lo conocí el primer día que trabaje ahí, él me ayudo con los pendientes que tenía y desde ese momento nos hicimos inseparables. Era el típico chico que lo único que te transmite es felicidad. Él era así, con su sonrisa contagiosa, su cabello castaño corto y sus ojos negros.

- Así es.

- Ayúdame, yo no lo hice.- negué con la cabeza mientras lo ayudaba con el trabajo.

Después de una larga jornada me dirigía de nuevo a casa, a ese departamento que tenía junto a Nathan. Era amplio, tenía todo lo necesario para estar cómodos.

Abrí la puerta y deje las llaves en la pequeña mesa que había la lado, me deshice del abrigo gris que tenía y lo deje en el sofá una vez que ya estaba dentro.

Me gire para verlo, para apreciar su espalda musculosa mientras cocinaba una pasta italiana. Me acerque a él y lo abrace por detrás, olía a perfume caro.

- Ma belle.- dijo con su voz ronca.

- Hola.- sonreí contra su espalda.

- ¿Qué tal el trabajo?

Le conté como me había ido, como cada día se hacía más pesado por los trabajos inmensos que dejaba la jefa pero aún así está dispuesta a aguantar para poder superarme.

Cenamos entre risas y miradas que decían todo y nada a la vez, mientras él me contaba sobre sus casos yo me perdía en el azul de sus ojos, en su cabello rubio con algunos rizos, y en sus manos entrelazadas mientras me decía todo con pasión.

Me sentí feliz, plena y llena de vida, como jamás me había sentido.

Estaba sanada, y todo gracias a ese chico de ojos verdes...

En otra vida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora