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Tierra Mad

Prisión de los plomeros

-¡Muévete! – Ben se había bajado a la prisión después de ser capturado, se sentía bastante enojado, pero comenzar a pelearse con los plomeros era algo que definitivamente no podía, tenía un collar alrededor del reloj por lo que no podía utilizarlo.

-Ya verán, solo salgo de aquí y me las pagaran – dijo en un susurro, mientras era llevado a su celda, pensó que todo sería bastante tedioso pero observó a otro joven en frente de la suya.

Eran celdas de un vidrio solido siendo incapaz de que incluso el sonido pase por allí. Aquel chico de en frente de su celda de cabello negro y de mirada apagada le había llamado tanto la atención.

Intentó hablarle dándose cuenta tarde que el sonido nunca le llegaría, mientras esperaba a que fuera rescatado pidió un lápiz y un papel para poder comunicarse con él, no sabía porque le llamaba tanto la atención, quizás porque pensó en que no se encontraría con un humano, quizás le pareció que estaba delgado, maltratado y triste, siempre sentado en la misma posición con las piernas encogidas y con la mirada perdida.

Pero el día que le escribió todo parecía diferente, después el también tenía lápiz y papel, comentó que había sido dejado por su padre en un planeta totalmente desconocido, tuvo que robar para sobrevivir y por eso lo acusaron, no podía comunicarse con los alienígenas, para pedir ayuda, y así era como se encontraba en aquella situación tan complicada, cuando los plomeros lo encontraron ya era demasiado tarde.

Cuando Ben terminó de leer sabía que no podía escribir que se fueran juntos, seguramente los vigilaban y cualquier pista podría ser crucial, así que continuó hablando con él.

No era tan complicado, es más; le hubiera encantado que estuvieran en la misma celda.

Cuando Vilgax apareció para sacarlo de allí vio que Kevin estaba preocupado al fondo de aquella celda, Mad Ben sabía que no era alguien malvado, pero no podía dejarlo atrás, pidió que rompieran su celda para entrar.

-¿Quieres venir conmigo?


...

Sabía que eso nunca lo dejarían en paz.

Sus sueños lo perseguirán seguramente hasta que muera, incluso estando casado con alguien más, durmiendo en la misma cama pero sus sueños lo llevarían a otras tierras y otras vidas donde estaba casado felizmente con otro.

Tenía que aprender a vivir con ello.

Así que comenzando de cero comenzó a ser más aplicado en la escuela, dejando atrás todo lo demás, observaba a su abuelo en problemas, sonreía cuando decía que iba a tal planeta peleando con alienígenas seguramente gigantes, conquistadores de universos, peligros inimaginables, ya se había resignado en que aquello de los alienígenas no era su vida.

Incluso había escogido una carrera que pudiera ayudar a las personas sin necesidad de ser un superhéroe, por un momento pensó que sería abogado, ellos ayudan a las personas ¿no? Pero después se decidió por algo más acorde. Sería un doctor.

Se había propuesto ser el mejor, había trabajado para poder entrar a la universidad que quería, y por consiguiente le habían hecho una fiesta, todos los de su familia estaban allí, claro está de su abuela Verdona, es más; el sabia de la existencia de su abuela con un poder descomunal por los sueños de las otras tierras.

Gwen, Ken y Sunny no la conocían y Max no pensaba presentárselas ni hablarles de ella.

Habían demasiadas personas en aquella casa, una familia totalmente normal, por un momento se sintió mareado fue como una ráfaga de viento de problemas acumulados de otras tierras, sabía que no podía estar pensando en lo que sucede en líneas alternativas y simplemente pensó que era una bonita familia.

Aunque faltara Kevin.

Karl le dio una recompensa por el esfuerzo que había hecho, literalmente no pensaba que Ben haría tal cosa, Gwen siempre había sido la única que le gustaba el estudio, quizás aquel golpe tan fuerte de recuerdos mezclados no le había ido para nada mal. De hecho habían muchas cosas que el Ben de tierra 100 sabia y que él había aprendido en las curiosas noches donde veía recuerdos intentando hacer algo más con Kevin que no sea pelear sobre física cuántica que sucedía una noche de por medio en aquella tierra.

Realmente una verdadera locura.

Pero todo eso le había traído frutos, dándole como resultado una familia orgullosa y que le dieran un auto seguido para que fuera a la universidad.

Un auto negro y verde, parpadeó un par de veces, antes de darse cuenta de que era como todos los demás Ben.

-¿Por qué no me llevas a algún lado? – le comentó Gwen con una sonrisa entrando al auto al igual que Sunny y Ken, no podía negarse ante algo así.

Así que comenzó a dar una vuelta, sus recuerdos mezclados le hicieron saber que era un auto normal sin modificaciones que lo hicieran ir increíblemente más rápido, pero no podía negar que en aquellos momentos se sentía libre, fueron a un Señor Smoody, ahora que lo pensaba no solía hablar con sus otros primos ni en las otras tierras ni en esta.

Le agradaba tener un poco de amistad de vez en cuando, incluso Ken le había dado un regalo, era un reloj de marca bastante costoso.

-Me dijeron que el tuyo se descompuso – Ben sonrió ante eso.

-Los relojes no suelen llevarse bien conmigo – fue la respuesta.

-Ha pues este es espectacular, espero que te sirva – Ben lo sacó de la caja para ponérselo – felicidades, sería un buen comienzo para esta nueva etapa de tu vida.

Ben tenía que ser realista en todos los sentidos, no estar atado a una ilusión.


Kevin se había recostado para poder dormir un poco, el realmente no le gustaba que llegara la hora de dormir, hace solo algunos meses él estaba bien, con sus mismos problemas de siempre, ahora algo lo consumía por dentro, de aquí a que ha estado soñando con un chico castaño de unos preciosos ojos esmeraldas sus noches habían dejado de ser buenas.

El chico era de lejos el muchacho más atractivo que había visto, hacían de todo y solían cuidarse mutuamente, sin embargo; había una línea fina, como un legado, él lo había sacado de las calles para darle una nueva oportunidad, se sentía feliz mientras tenia aquellos sueños, estaba preocupado de que estuviera enamorándose de una persona que quizás no existía.

No existía una persona con un reloj como aquel, y hasta que por fin lo encontró no es más que un estudiante, no importa lo que piense realmente, no podía estar enamorado de el por ilusiones y sueños.

No tenía mucho que pensar con respecto a eso.  

SueñosWhere stories live. Discover now