Golpecitos, fresas y leche

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Alas de esperanza

Disclaimer: Los personajes de Shingeki ni Kyojin no son míos, son del gran Isayama Hajime, solo se los tome prestados un ratito.

Este fanfic está inspirado después del capítulo 132 y el final del manga, por lo que si estás leyendo esto puede que te llegue como spoiler.

Esta historia surgió luego de leer tan triste episodio, espero que lo disfruten le he estado dando vueltas y me anime a escribirlo.

Agradezco a todos los que me han dejado comentario, me agrada saber que no está siendo en vano redactado esta historia

Espero que les guste!!

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Capítulo 11

Los titanes colosales se acercaban al puerto destruyendo todo a su paso, debía detenerlos, no podía dejar que llegaran al muelle donde se encontraba el transporte que los llevaría a detener el retumbar y que el genocidio no se cumpliera, temblaba de miedo pero ella era la responsable de sus subordinados no podía dejarlos morir ahí y que todo los sacrificios, muertes y el haber llegado vivos hasta este punto al menos por ella lograría que siguieran así, respiro profundo era su deber. Nombro a Armin el siguiente comandante, le dijo que Levi era su subordinado (tal vez inconscientemente se los estaba encargando para que lo cuidaran), lo difícil fue toparse con él y que supiera cuales eran sus intenciones, solo pedía que no la detuviera porque entonces si se detendría y no podría avanzar con su plan, pero no fue asi, el respeto su decisión y le entrego su corazón aunque las palabras hayan sido otras, lo miro mientras se retiraba, rogando que no volteara porque su voluntad de pelear se esfumaría y correría a él.

Se puso en acción y se acercó a los colosales, eran asombrosos, todos estos años y por primera vez podía admirar lo imponente que eran estos titanes, ella se iría de este mundo junto con ellos si los chicos y Levi lograban detener toda esta locura del retumbar, cayo el primero de los titanes faltaban más... pero con que ganara tiempo para que arrancara esa máquina voladora, hacía calor, habían caído otros 2 más, ¿Qué demonios los estaba deteniendo? Su piel comenzaba a molestarle, se estaba quemando ¡por Dios! Esto era horrible de todas las muertes que creyó que tendría no imaginaba que sería en llamas, ahí iba otro colosal, llevaba 4, su capa comenzó a tener llamas, debía salir de ahí, si moría no quería que fuera quemada prefería otra o acaso sería la muerte que merecía, de nuevo el miedo había llegado a ella, pero no podía detenerse no así, lanzo una de los cables de su equipo tridimensional a uno de los hombros de uno de los colosales, se engancho pero cuando ya estaba por llegar el cable se soltó, esto no le dio tiempo de reaccionar y comenzó a caer por en medio de los colosales, hacía calor su capa seguía en llamas y se extendía a parte de su piel ardía y el dolor no se comparaba a otras quemaduras que habría sufrido mientras estaba en su laboratorio, ya no sabía que hacer seguía teniendo miedo se sentía paralizada mientras caía, debía sobrevivir, lanzo nuevamente los cables pero no se clavaban, iba de caída libre y no podía hacer nada los músculos o piel de los colosales ya estaban desgastados y no lograban sostenerla, saco una de sus navajas para amortiguar la caída y logro caer de espaldas, sentía parte de su piel arder en lo que iba a levantarse uno de los pies de los colosales estaba por pisarla... cerro los ojos fuertemente y sus manos cubriendo su cara aceptando el destino que le tenía la vida...

Abrió su ojo de golpe seguido de un suspiro fuerte, ubicándose estaba en la habitación que había servido de cuarto de hospital para su recuperación, estaba oscuro entrando solamente la luz de la luna por una de las ventanas, había sido una pesadilla y se había sentido tan real, el calor del fuego comiendo su piel, la caída, pero eso no había pasado había sido más hábil y había logrado escapar, llevo una de sus manos a su vientre y también seguía ahí, su bebé, estos dos meses que llevaba despierta y observarlo ahí creciendo la habían vuelto más sentimental y ya quería conocerlo, era cierto lo que decían los libros y las pocas mujeres que conoció, eran un mar de hormonas y esa sensación de ya quererlo y ni siquiera conocerlo aún, sintió un apretón sobre su mano libre.

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