Loving Touch

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Caricias.

El día se encontraba especialmente cansado para Qiu, ya que había terminado de cuidar por fin a los niños (una misión que especialmente no le gustaba del todo) y ahora podría tener un momento de descanso o eso es lo que creía. Ese día hasta el momento Qiu no había podido ver a He Cheng, debía admitir que lo extrañaba pero no podía pensar en otra cosas que lo peligroso que era su relación.

Aún después de esto, Qiu trataba de que sus pensamientos sobre He Cheng tratarán de lo hermoso que era, de cómo amaba que fuera una de las pocas personas en poder apreciar su sonrisa. O de la manera que disfrutaba cuando sus grandes brazos lo rodeaban y así no pensaba en nada más.

Al llegar a su departamento y pasar un rato con el querido golden retriever que tenía por compañía, procedió a su cuarto con el fin de tener paz y tranquilidad por lo que quedaba de día; el cansancio que sentía en aquel momento era de tal grado que apenas tocó la cama cayó rendido pero no por mucho tiempo. Un golpeteo en la puerta lo despertó de su plácido sueño e hizo que gruñera de la desesperación pues no creía ir a abrirle la puerta a alguien en el único instante que podía descansar. Intento acallar aquellos sonidos que venían de afuera cubriéndose los oídos con la almohada, pero parecía ser imposible.

De un momento a otro dejó de escuchar aquel irritante sonido que le estaba molestado, solo para sentir como alguien abría la puerta. Se asustaría de que alguien abriera la puerta si no recordara que su jefe (al igual que su amante) tenía una llave en mano para ingresar cuando quisiera; sabía que el hecho de que hiciera eso solo era para molestarlo. Se oía como los pasos de He Cheng se iban acercando hasta donde el peliblanco se encontraba.

"¿Por qué no abriste cuando estaba tocando?" Preguntó He.

"Intentaba dormir, algo que no logré gracias a ti. Espero ser compensado por eso."

Al escuchar esas palabras le fue imposible no soltar una pequeña risita a He Cheng, por supuesto que iba a compensar a Qiu. Terminó de acercarse para dejar un suave beso en sus labios, con eso indicaba lo mucho que la había extrañado. Decidió acostarse junto al hombre que ya estaba en la cama. Sus manos se juntaron hasta que quedaron completamente entrelazadas y así He Cheng dio algunas suaves caricias con sus dedos sobre las grandes manos de Qiu.

Ambos se acomodaron de un modo que Qiu quedo sentado sobre el regazo de He Cheng, juntaron sus rostros hasta el punto que cada uno sentía la respiración del otro; acortaron el poco espacio que quedaba entre los dos tocando sus labios y dándose un beso donde expresaban sus sentimientos. Las manos de Qiu se posaron sobre el rostro del contrario para apegarlo más, luego de unos segundos aquel beso suave tierno fue lentamente convirtiéndose en una guerra de lenguas entre los dos llegando a morderse con delicadeza los labios del contrario.

He Cheng introdujo las manos dentro de la camiseta negra del peliblanco para así con sus manos poder tocar la suave y fría piel de Qiu. Aquellas manos tocaban su piel de una manera muy lenta, pero segura, dejando lindas caricias en distintas zonas de su cuerpo mientras que separaba sus labios del contrario para así poder repartir un sin fin de besos desde su mejilla hasta su cuello; con todas esas muestras de afecto He Cheng le demostraba a Qiu lo mucho que lo amaba, pues estos momentos donde ambos estaban completamente solos eran atesorados como si no hubiera un mañana (tal vez algún día sí sería así).

Los labios del mayor seguían dejando muestras de cariño entre besos y caricias llegan a inhalar aquel aroma que desprendida Qiu, el cual lo cegaba por pequeños instantes. Las cejas de Qiu se arquearon y sus labios formaron una línea recta. Sus músculos se contrajeron, dejando su cuerpo tenso, incluso sus manos inevitablemente fueron al cuerpo de He Cheng. Ese contacto le sorprendió, la felicidad le inundó de pronto y, conjugada con el nerviosismo, lo único que pudo hacer fue quedarse paralizado. Ese tipo de reacciones siempre sucedían estando a su lado; He Cheng podía prácticamente controlarle con solo un par de toqueteos.

La habitación se encontraba en una completamente y profunda obscuridad, tan profunda que desorientaba los sentidos de ambos chicos. Sus cuerpos de manera inconsciente trataban de acercarse más −aún cuando ya lo estaban−. Su voz pausada, suave, lo atrapa e invitaba a recorrer lugares apacibles y serenos pensó Qiu. Sin lugar a duda el no haber dormido solo para disfrutar de esto lo hacía sentirse mejor, y que no pensase en nada que no fuera en ellos dos. De cierta manera esta cálida sensación de paz que le trasmitía He Cheng le daba miedo, pero ese no era momento para pensar sobre todo eso. Este era el momento para pasarla bien, y eso sería todo luego podría volver a llenar su cabeza de esos pensamientos que a veces no dejaban descansar a Qiu.

Suavemente Qiu paso su mano por el rostro de He Cheng acariciando y detallado cada una de sus facciones, era un hombre perfectamente imperfecto. Sus rostros se juntaron en unísono como si se llamara así mismo por inercia. Con los ojos cerrados se quedaron así por unos largos segundos, no había palabras que decir, ni más acciones por hacer porque todo hablaba por si solo y ambos sabían que estaban en el lugar indicado junto a la persona indicada.

He Cheng sonrió al pensar en lo mucho que amaba a Qiu, haría cualquier cosa por él. Lo Sabía. Estirándose un poco dejo los labios sobre su frente para darle un beso en esa zona. Sus manos que todavía se encontraban en la espalda de Qiu bajaron lentamente hasta su trasero dándole un pequeño apretón, estando de ese modo con él era inevitable no hacer ese tipo de cosas porque al final de día Qiu lo volvía completamente loco.

Entre todos esas acciones ejercidas por ambos, el ambiente parecía subir de tono. Qiu sin notarlo comenzó a mover sus caderas contra las de He Cheng, estaba siendo un movimiento involuntario por el momento. Las respiraciones de los dos se intensificaban, no sabían en qué iban a terminar lo que al principio solo eran caricias que demostraban su amor entre ellos. Aunque He Cheng estaba sorprendido de todo esto, una maliciosa sonrisa se notó en su rostro, no iba a dejar pasar el momento para poder decirle algo a Qiu sobre esto.

"Por favor, móntame, idiota." Bromeó He Cheng.

"Sh, ahora no. Solo quiero dormir contigo."

Él se limitó, entendiendo lo que indicaba Qiu. Por lo que solo procedió a abrazarlo nuevamente estando ambos acostados en la cama siendo Qiu la cuchara pequeña. Amaba serlo, y estar de esa forma junto con He Cheng hacía que su corazón se encogiera de amor por ese hombre; ahora podían descansar.

Ese día ambos durmieron plácidamente.

One Day One ShotWhere stories live. Discover now