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CAPÍTULO 2

Killian Bakiev

Dios, asesino, mafioso, ejecutor, jefe, demonio, ruso mayor, Alfa. Esas son algunas de las etiquetas con las que la gente se refiere hacía mí, y tienen razón en todas ellas, puedo ser eso y más.

Actualmente, soy mejor conocido como el cabecilla de la Bratva, una de las más sangrientas y poderosas mafias del mundo. Asumí el cargo como jefe hace seis meses, después de la muerte de Akim Bakiev, mi padre. Llevaba toda mi vida entrenándome para esto, así que difícil no fue. Lo difícil fue asumir la muerte de mi progenitor, ya que fue vilmente asesinado por la mafia italiana, que me declaró la guerra desde entonces.

Asesinaron a Akim a sangre fría, me enviaron su cuerpo en pedazos en cajas con hielo y la burla y humillación venía con su cabeza. Estoy seguro de que fue Valerik —el hijo del líder de la mafia italiana: Donato Lebedev— el de la idea de mandarlo de esa forma. Los italianos están sedientos de poder y riquezas, quieren apoderarse de cada vez más territorio, así que sacaron de la jugada a mi padre, pues era una clara amenaza gracias al imperio que lideraba y el cual ahora está a mi cargo.

Por eso debo recuperar el armamento que me fue arrebatado por la Armada de Ucrania, necesito seguir debilitando a los italianos con sus negocios, y sin armas no se puede hacer. Mandar a hacer otro armamento de ese nivel demorará bastante tiempo, sin contar la perdida de material y dinero, así que lo más viable en este momento es extorsionar al encargado de la misión que me arrebató lo que me pertenece; tal plan ya fue ejecutado, y secuestre a su hija.

Aurela Ivanov. El orgullo de su padre, Thomas Ivanov —quien dirigió la misión—, acabo de traerla al Zamoc, mi fortaleza en Rusia.

Decidí raptarla para darle una lección al inepto de su padre, y para poder sobornarlo y así me devuelva todo el armamento que me quitó el ejército ucraniano, entre otros asuntos. Tuve que actuar rápido, pues sabía que los Ivanov tomarían medidas de seguridad al saber que era evidente que yo los tendría en la mira y después de una ardua investigación, tenía un informe completo de cada miembro de la familia.

Aurela me pareció la más indicada e interesante, pues tenía curiosidad por conocer de cerca a la francotiradora que se hizo de la racha de tiros perfectos desde hace años, además, cuenta con múltiples habilidades, y si bien el resto de la familia también es talentosa, la pequeña tiene algo diferente, algo que la hace más perteneciente a mi mundo que en el que vive.

Sé que las cosas serán más seguras con ella, pues se rumora que el hijo del actual Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania quiere desposarla en un futuro, así que estoy completamente seguro de que aceptarán el soborno.

El tener a Aurela de frente fue una experiencia que me hizo replantearme hasta la existencia. Las características físicas son muy precisas, no era difícil reconocerla, es rubia como su padre y tiene los mismos ojos azules que éste. El resto de la familia es pelinegra de ojos cafés: sus hermanos y su madre.

—Esta lista, jefe —me informa Edik, uno de mis volks; así se les llama a los hombres que trabajan para la mafia rusa—. Despertará pronto, el efecto del sedante ya pasó, así que sólo es cuestión de minutos. Larissa ya la cambió como usted lo pidió.

—Bien, largo —le ordeno.

Abandono el despacho y me encamino a la habitación en la que ordene que la dejarán, está en un piso exclusivo en el que sólo hay otra habitación ocupada: la mía. Tengo todo preparado, aunque, si adopta una actitud inepta, la mandaré a un calabozo donde se encuentran los esclavos.

Entro a la habitación y vuelvo a quedarme petrificado, absorto e hipnotizado por el espécimen que yace recostada en la cama. La detallo perdiéndome en su magnificencia. Una hermosa mujer de cabello dorado como el sol, rasgos suaves y piel de porcelana. Es devastadoramente atractiva, su cintura es pequeña y las curvas de su cadera están bien definidas al igual que las piernas voluptuosas. Me acerco más y detallo los labios rosados y las mejillas enrojecidos naturalmente, su clavícula está descubierta y sus pechos también se hacen notar.