CAPÍTULO 6

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Aurela Ivanov

No es correcto.

No está bien.

¿Qué pensarían mis padres si lo supieran?

¿Qué dirían en el ejército ucraniano si supieran que la excelsa hija del general Ivanov se involucró con el criminal más buscado por la entidad?

He tenido un debate interno entre lo que quiero y lo que debo hacer. Por una parte, lo correcto sería olvidar lo que pasó anoche con Killian y alejarme lo más que pueda de él durante mi estadía en este lugar, y simplemente aceptar que fue un momento de debilidad en el cual el morbo nos dominó y caímos en la lascivia perdiendo el raciocinio.

Por otro lado, quiero repetirlo, dejar que la debilidad vuelva a invadirme una y otra vez. Lo probé y me quedé con ganas de más, aunque sé que no está bien, ya me lo repetí muchas veces en la cabeza: es mi secuestrador, pero eso no evita ni apacigua el potente deseo que tengo por él. Así que, con la incertidumbre de si tomé la decisión adecuada elegí continuar con lo que inició anoche, de cualquier forma, no durará mucho, sólo será durante el tiempo que me tenga como rehén, cuando vuelva a casa todo esto quedará atrás.

Mientras tanto, prefiero vivir con la certeza de lo que es, de lo que se siente, de lo que se vive, para no quedarme con el anhelo de lo que pudo haber sido.

Hoy en la mañana Killian envío a Larissa a buscarme para bajar a desayunar con él. No hablamos de lo que pasó anoche, pero me recibió con un candente beso que me dejó en claro que quiere continuar con lo que sea que haya comenzado. La tensión sexual se siente en el aire y su mirada morbosa recae sobre cada milímetro de mi cuerpo, avivando un cosquilleo en ciertos puntos sensibles.

Salimos a los campos de tiro para que continúe con el entrenamiento para sus volks.

—Zver' —Killian me habla y no sé porque usa ese seudónimo y no me llama por mi nombre—. Ellos son Edik, Nick, Mike, Fredek y Yura —me presenta a los volks.

—Aurela Ivanov —respondo, observándolos.

Lucen de veinticinco o treinta años más o menos, excepto Fredek; el luce como de cincuenta. Todos son altos, fornidos y distinguibles de la Bratva por los lobos tatuados que cubren sus brazos, cuellos y pechos

—Ellos son volks de mi confianza —menciona Killian—. Si necesitas algo puedes pedírselo a ellos. Saldré y no sé a qué hora regrese, quedas al mando en el entrenamiento, en un rato vendrá Maksim a supervisar todo.

Me toma de la nuca tomándome por sorpresa y une nuestros labios en un delicioso beso, los volks sólo desvían la vista hacía cualquier otro punto.

Killian se va e inmediatamente comienzo con el entrenamiento. Les sigo repitiendo a los hombres algunos conceptos y después siguen practicando. Yo los analizo mientras me paseo entre ellos y les doy algunas indicaciones para mejorar sus disparos, ya sea por la posición, movimiento o puntería.

La sensibilidad de lo que está sucediendo me pone nostálgica al recordar a mi padre y cómo pasábamos horas entrenando mi tiro. Mis primeras competencias, las armas que sumábamos a nuestra colección y el cómo jamás imaginé que mi pasión por dichas armas me llevaría a convertirme en criminal, o más bien dejar salir a lo que llevaba dentro.

Jamás he sabido con precisión si estoy trastornada o algo parecido. Mi gusto por la muerte de otros y la falta de empatía me llevó a indagar del tema para conocerme un poco mejor, pero mi conclusión no fue alguna enfermedad, realmente no sé que es, ya que si bien no existe remordimiento al asesinar, si soy consciente de los sentimientos de otros, y también tengo la capacidad de amar, para claro ejemplo está mi familia.

ZVER'  |+18|Where stories live. Discover now