CAPÍTULO 5

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Aurela Ivanov

Nos movemos en una camioneta negra con vidrios blindados, Killian está manejando y Maksim va en el asiento del copiloto, mientras yo me mantengo en los asientos traseros. Dos camionetas nos siguen atrás, repletas de volks que cuidan del líder.

De reojo veo el exterior a través de las ventanas, el camino es muy confuso y sólo veo árboles y árboles que lucen iguales por todos lados. Una hora después del viaje llegamos a una ciudad, aparcan los autos frente a un enorme local que parece ser un restaurante sencillo y nos adentramos en él sólo Killian, Maksim y yo. Esta vez no soy el centro de atención, ya que realmente necesito pasar desapercibida, así que opte por usar unos pantalones simples, una sudadera enorme y una gorra.

Killian se sienta en una mesa alejada, y Maksim y yo en otra, éste pide por mí ordenando según él, uno de los mejores platillos del país.

—¿Qué hacemos aquí? —le pregunto.

—Killian tiene que resolver algunos negocios —explica Maksim y observo el entorno.

Rusia supera a Ucrania en tecnología y calidad de vida, si bien mi país está bien posicionado, la sede de la Bratva es una potencia. Las calles están radiantes siendo transitadas por vehículos extraordinarios, su población reluce el poder y riqueza que se tiene. Y, pese a que la mafia domina el país, al menos el sitio en el que estamos, no muestra efectos de la delincuencia.

Pasados algunos minutos un hombre un poco mayor llega al local y se sienta con Killian, luce como un político importante debido al porte que tiene, parecen tranquilos mientras conversan, así que yo también me calmo, pero no paso por alto a los escoltas del hombre que son rodeados por volks de la Bratva.

—¿Cómo es que salen tan tranquilos a la calle? —indago tratando de conversar con el ruso que me acompaña.

—Rusia es diferente al resto de otros países, como el tuyo —Maksim me da una sonrisa ladeada—. Aquí el dueño del país es prácticamente Killian, tiene comprada a toda la policía, políticos y militares. Es técnicamente intocable por la justicia. Fuera de la corrupción, créeme, nadie querría meterse con él, es como meterse a la boca del lobo literalmente, aunque; hay algunos que tal vez no conocen sus alcances o no los estudian bien, como tu padre, por ejemplo, le robó un armamento y ahora tú estás aquí secuestrada.

—¿Así es con todos sus rehenes?

—Nunca había tenido rehenes para conseguir algo que no fuera directamente de la persona, por ejemplo, si quiere información se va por torturas o esclavitud, pero Killian no quiere nada de ti, sino de tu padre. Supongo que por eso no has sido tratada como esclava.

Llega el mesero con los platos y Maksim y yo comenzamos a comer mientras hablamos sobre lo poderoso que es el líder de la Bratva, no me da muchos detalles, pero si vaga información que me hace darme una idea de lo grande que es la mafia rusa.

El teléfono de Maksim suena, con la llegada de lo que creo es un mensaje, él lo lee y alza la mirada para verme, hace una mueca extraña y guarda el celular.

—Aurela —susurra y me acerco para escucharlo mejor—, Killian quiere que mates al hombre que está con él.

—¿Qué? ¿Yo? ¿Por qué?

¿Qué creen que soy? ¿Voy a pasar de ser rehén a su ejecutora personal?

—No hagas preguntas y hazlo. —Me pasa un arma por debajo de la mesa—. Sé cautelosa, no seas tan obvia, esconde el arma para que no vean de donde vino el disparo.

Solamente maté una vez frente a él y ya cree que lo haré siempre, debió decírmelo antes.

—Pero yo, yo...—balbuceo.

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