XI

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El tren que había tomado por 19 euros viajaba a lo que más daban sus ruedas hacia París. El interior del tren hacía sentir a Nami que se había transportado un buen par de años hacia el pasado, el ambiente era tranquilo -al menos más de lo que había sido su librería las últimas semanas-, las personas parecían ir sumidas en sus propias mentes y la suave brisa que se colaba por las pequeñas ventanas del pasillo que iban semiabiertas hacían que para la pelinaranja el viaje fuese refrescante.

— "Quizás debería enviarle un mensaje a Luffy, en caso de que vaya a buscarme y no me encuentre... Aunque hace mucho no sé de él. Debe estar ocupado, mejor no lo molesto, después de todo, serán solo un par de días" — pensó apoyando la frente contra el grueso cristal del tren que la separaba de hectáreas de campo. 

Una vez que llegó a París, se fue directo en busca de algún hotel que no resultara tan caro. Necesitaba tomar una ducha y buscar uno de los tantos centros turísticos para comprar uno de los recorridos por la ciudad; era lo que siempre hacía cuando su abuelo las tomaba a Nojiko y a ella y las llevaba de paseo por la gran ciudad. 

El panorama estaba claro; visitaría un par de viñas con reservas de vino de los campos franceses, iría a la Ópera a disfrutar de alguno de los espectáculos que siempre tenían vigentes, comería en restaurantes poco frecuentados ubicados más en la periferia de la ciudad, daría paseos por el famoso rio Sena, caminaría a su hotel por la noche, disfrutando de la brisa nocturna y el espectáculo de luces que aparecía normalmente al atardecer. Y tal vez, solo tal vez, subiría al mirador de la torre Eiffel.

— "Quizás pueda comenzar a probar escribiendo mi primera reseña respecto a una de las ciudades que más he frecuentado..." — pensó de camino al bus que la llevaría a la cata de vinos junto con un reducido grupo de personas. 

Habiendo estado tantas veces en París sin ser una parisina, creía saber lo que a los turistas extranjeros podría gustarles si llegaban a la ciudad, por lo que pensaba que no sería tan mala idea comenzar escribiendo una reseña de ese lugar. Además, tenía el chance de que en la capital se encontraba uno de los amigos de su abuelo, que para su suerte, era dueño de una pequeña editorial. Misma editorial que había comenzado publicando los libros de su querido abuelito.

— Esto sería mil veces más entretenido si estuviera con Luffy... — susurró algo desanimada, observando la ciudad desde lo alto del minibus.

— ¿Disculpa? — le preguntó el chico que iba sentado junto a ella, pensando que le hablaban a él.

— Oh, nada, hablaba conmigo misma... — contestó la pelinaranja, observándolo de reojos antes de comenzar a centrarse en el recorrido.



Mientras tanto, en Rocamadour, Luffy iba camino a visitar a su novia. Había estado bastante ocupado hasta ese día, entre los cambios de escena, las mejoras del guion, el rodaje, las vestimentas y tanta otra actividad fundamental para la película, por lo que ansiaba con todas sus ganas poder verla otra vez. La había extrañado tanto que incluso llegó un momento en el que pensó que sería preferible renunciar a seguir un día más sin poder verla, pero como siempre, su equipo de trabajo lo había instado -por no decir "obligado"- a seguir con el trabajo.

— ¿Será que ella también me ha extrañado? — tarareó mientras caminaba dando, a ratos, pequeños saltitos de alegría, intentando que la máscara de enormes anteojos y un grueso bigote no se cayera de su lugar; era lo único que lo mantenía en el anonimato. 

Subió con un par de zancadas la escalera que lo guiaba a la casa de la chica, se detuvo un par de segundos frente a la puerta, intentó calmar su respiración y solo entonces dio un par de golpeteos a la puerta. Esperó, esperó y esperó hasta que el somnoliento rostro de Nojiko se asomó por detrás de la puerta. 

Entre letras y amoresWhere stories live. Discover now