XIV

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— Nojiko... — pronunció la pelinaranja, con la voz totalmente quebrada, lanzándose a los brazos de su hermana mayor al tiempo que rompía en llanto.

Tras el emotivo desayuno que tuvieron ambas, Nami se vistió con lo más cómodo que encontró, se puso lentes de sol, amarró su cabello en una alta coleta y se marchó a la librería. Si iban a hacer una remodelación, necesitaba empacar todos los libros y llevarlos a la bodega, debía dejar la caja cerrada, las cosas en orden y colgar el letrero de "cerrado", por lo que rápidamente se puso manos a la obra.

— ¡Nami! Qué bueno verte, pasaba por aquí de pura casualidad y noté que estaba abierto, así que simplemente entré... ¿Estás bien? — le preguntó de pronto Kaya, quedándose de pie justo bajo el marco de la entrada.

— Hola Kaya. Sí, estoy bien, yo... Haré unas cuantas remodelaciones a la librería, así que tendré que cerrarla una par de meses más, pero no te preocupes, de todas maneras te enviaré tus sueldos del mes sin falta. Quiero dedicarme un tiempo a recorrer ciertos lugares y ver si es posible dedicarme a lo que hacía mi abuelo, ya sabes, escribir y eso. Puede que no me veas mucho por aquí, pero no te preocupes, ¿sí? Estaré bien, porque estaré haciendo lo que me gusta — le explicó Nami, dejando un par de cajas sobre la caja del mostrador, sin mirar demasiado a la rubia por temor a explotar en llanto. Se sentía demasiado vulnerable.

— Entiendo... ¿Quieres que te ayude? — le preguntó, intentando no ser entrometida.

— Yo creo que no... Kaya, muchas gracias por todo este tiempo que has trabajado conmigo. Has sido una gran amiga y un gran apoyo en mi vida, así que no. Dedícate a hacer lo que realmente deseas, pequeña Kaya, eres inteligente y el tiempo no perdona — le contestó la pelinaranja, acercándose a la chica para darle un fuere abrazo antes de regresar a su labor de empacar los libros.

Kaya simplemente le devolvió el abrazo y se marchó, sabiendo a la perfección lo que había pasado entre ella y Luffy -debido a que Usopp se lo contó-, y siendo completamente consciente de que, en circunstancias así, lo mejor que podía hacer era simplemente hacerle caso, dejarla respirar tranquila, con calma.

Nami sigue empacando, recordando con ternura todo el tiempo que llevaba trabajando en el lugar, pero sin la necesidad de caer en el llanto. Había llorado demasiado como para seguir con ello, ahora era tiempo de quedarse solo con las cosas buenas que la vida había tenido para entregarle, y seguir avanzando con sus propios intereses, de lo contrario, jamás podría siquiera rozar los sueños que tenía en mente. 

Pasadas un par de horas, solo le restaba limpiar los estantes del polvo que constantemente se acumulaba y barrer, y estaría lista para cerrar el lugar, pero cuando estaba en ello, sonó la campanilla de la puerta.

— Disculpe, estamos cerrando, vuelva en otra ocasión — dijo Nami, sin voltear a ver de quién se trataba, pero en cuanto escuchó esa voz tan familiar, se quedó quieta, inmóvil, frente al último estante que le faltaba por limpiar. 

— Nami... Nojiko me dijo que estarías aquí. Ayer no pude salir a buscarte porque me lo prohibieron, y hoy me escapé, ya sabes... — había empezado a decir el moreno, intentando no sonar triste — Lo de ayer no fue nada de lo que puedas haber pensado. La ducha de la habitación de Rebecca estaba mala y simplemente me pidió prestada la mía debido a que no confía en el resto del elenco. La supuesta relación que dimos a conocer es ficticia, las empresas acordaron hacerlo público y meternos en ello para hacerle más publicidad a la película, así que bueno, la gente puede que crea que es real, pero todo es ficticio, es parte de la actuación. Siento mucho no haberlo explicado correctamente ayer, pero no encontraba las palabras para poder decirte bien lo que pasaba, y teniendo a Rebecca en mi habitación, era obvio que pensarías que era verdad, pero... Lo siento, fui un idiota — terminó por confesarle, acercándose un par de pasos a la pelinaranja, que aún le daba la espalda.

Entre letras y amoresWhere stories live. Discover now