II

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Ese día se había quedado embobada pensando en lo que el chico le había dicho antes de marcharse, ¿hace cuánto que no escuchaba un cumplido? Había perdido la cuenta, pero estaba segura de que eran años sin escuchar a nadie decirle "bonita". Al recordarlo, una extraña sensación de incomodidad y alegría la atacaba, aunque no quería aceptarlo. No frente a Kaya.

— Kaya... ¿No te dio la sensación de que conocías al chico que vino a comprar más temprano?

— ¿Mh? Espere, ¿no sabe quién era? — preguntó la rubia, corriendo a su lado totalmente sorprendida.

— ¿N-no...? No lo sé, siento que lo he visto en algún lado, ¿quién es?

— Woaaah, señorita Nami, estuvo con una estrella de cine y no se dio cuenta. Yo hasta le pedí un autógrafo y una selfie, ¿de verdad no sabe quién es?, ¿no revisó mi og? Mire — decía la chica, sacando su móvil y entrando en su perfil de Onegram.

— Escucha, pequeña astuta, si supiera quién es no te estaría preguntando...

— Oh, claro. Se llama Monkey D. Luffy, comenzó con el tema de la actuación desde muy pequeño, creo que la primera película en la que apareció de protagonista fue a sus doce años, se llama algo así como "el niño karate", pero no recuerdo muy bien, y desde entonces saltó a la fama, protagonizando todo tipo de películas. En la última en la que apareció hizo de un ciego que buscaba venganza contra una organización que asesinó a toda su familia, fue realmente cool su personaje, y al parecer, esta aquí en Rocamadour porque él es uno de los actores que saldrá en la película que le contaba que comenzarán a grabar el próximo mes — explicó velozmente la chica, con notable entusiasmo.

— Oh, ya veo... Entonces era eso — susurró la pelinaranja, pensando en las películas en las que tal vez lo había visto y olvidándose por completo en esa extraña sensación de hormigueo que había tenido su estómago cuando lo escuchó llamarla bonita. Era un actor, seguro decía ese tipo de palabras muy a menudo.

— ¿Solo eso dirá?, ¿"Oh, ya veo"? Señorita Nami, ¡¡uno de los actores del momento la llamó bonita!! Yo en su lugar estaría saltando de alegría, pero por alguna extraña razón la noto más cabizbaja que feliz.

— No es así, claro que me emocionó que me llamara bonita, pero es solo eso, no hay mucho por lo que emocionarse... Y ya va siendo la hora de cerrar, ordena tus cosas y vete a casa, pequeña. Dale saludos de mi parte al señor Merry y dile que venga a visitarme alguna vez — le ordenó mientras comenzaba a organizar el dinero de la caja.

— Claro, le diré. Estaba pensando en celebrar su cumpleaños, es el próximo fin de semana, ¿cree que pueda asistir, señorita Nami? Sería una linda sorpresa para Merry — mencionó la rubia, quitándose el delantal que usaba diariamente y tomando su pequeña cartera.

— Claro que iré, si hay algo en lo que necesiten ayuda, me avisas.

— De acuerdo, muchas gracias. ¡Buen trabajo hoy! — y mencionando esa última frase, se retiró al trote hacia su hogar, que por cierto, no quedaba muy lejos.

A Nami no le molestaba en absoluto la presencia de Kaya, es más, le alegraba los días y la sacaba un poco de sus vanas preocupaciones. Además, siempre era divertido escucharla hablar de sus dramas de internet y de su sueño sobre juntar dinero para poder estudiar medicina.

Sin perder más el tiempo, terminó de ordenar todo y de resguardar el dinero de la caja, y cerró la librería. Le gustaba esa época del año en que no hacía calor y el viento no era lo suficientemente helado como para hacerla llevar ropa demasiado gruesa.

— "Me iré a tomar un doble choca moka a la cafetería de Pudín, no tengo ánimo de estar sola, al menos hasta que me vaya a dormir" — pensó caminando lentamente hacia el lugar, sintiendo cómo las palabras de aquel moreno aún resonaban en su cabeza. Es decir, no es que se sintiera una persona común y corriente, sabía que tenía su atractivo, pero nunca se lo habían dicho de manera tan directa. Además, ese sentimiento de conocerlo desde mucho antes comenzaba a molestarla cada vez que su cabeza no hallaba en qué pensar.

Entre letras y amoresWhere stories live. Discover now