Hard times |Michaeng|

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1889
Incheon, Corea del Sur.

Un estruendo que sólo podía ser causado por un disparo resonó con fuerza y gran impacto alertando a Son Chaeyoung, la cual era el objetivo de aquella fugaz bala.

Lo único que ella pudo hacer con prisa y una agilidad impresionante fue correr y esconderse detrás de unas carretas que transportaban carga pesada. Sacó silenciosamente el revólver que nunca podía faltar en la parte trasera de su pantalón y lo cargó; debía estar preparada, no se dejaría atrapar.

Siempre intentaba pasar desapercibida usando uniformes como los de aquellos hombres -prendas que conseguía después de deshacerse de quienes la descubrían-, con el fin de que nadie pudiera reconocerla, pero supongo que esa vez su objetivo no funcionó. Los sonidos comenzaron a hacerse cercanos y otro disparo resonó.

—¡Era esa escoria! ¡No hay manera de que la hayamos confundido! —exclamó una voz masculina con rabia.

—Deberías darte por vencida, pequeña rata —decía el otro en voz alta—. Sabes que cuando te atrapemos pasarás a ser nuestra pequeña prisionera —una risa escapó mientras se acercaban hacia ese lugar en el cual estaba escondida—. ¿Imaginas todo lo que podríamos hacer contigo encerrada? Ya quiero descubrirlo.

Chaeyoung apretó con fuerza el revólver, su rostro se transformó en uno de furia total. Se agachó y comenzó a arrastrarse hasta llegar al otro lado de la carreta. Los hombres no estaban ajenos a esto, pues ya habían descubierto donde se encontraba.

—Ya quiero ver la cara de Woo Shik cuando te llevemos con nosotros —rió y se acercó más.

«Eso no sucederá, debieron traer más con ustedes», pensó asomando el arma por una pequeña abertura de la carreta. Sin pensarlo, disparó y la bala dio justo en la frente de uno de ellos.

—¡Maldita seas, Son! —gritó el otro disparando justo hacia el lugar donde había salido aquella bala.

Chaeyoung volvió a rodear la carreta con prisa para lograr tener mejor alcance y así deshacerse de aquel sujeto, pero supongo que no fue lo suficientemente rápida, pues lo siguiente que inundó el lugar fue un grito de dolor de su parte; una bala había rozado su brazo.

—¡No tienes salida! —exclamó el hombre corriendo con prisa para atraparla.

Agachada en cuclillas se encontraba la menor intentando respirar y disminuir el dolor, pero tal cosa era difícil, debido a que ya toda su camiseta estaba llenándose de sangre. Se levantó dispuesta a acabar con aquello de una vez, pero repentinamente fue atacada por la espalda y lanzada hacia el suelo.

—¡No eres tan lista como todo el pueblo suele alegar! —gritó en su oído—. Eres sólo una rata escurridiza, es lo que eres —rió.

Chaeyoung comenzó a removerse de un lado a otro intentando ahogar los quejidos de dolor debido a la herida en su brazo. Un disparo escapó del revólver que aún seguía en su mano.

—¡Ya ríndete! —le dio la vuelta—. Todo se terminará hoy —le intentó arrebatar el revólver, pero la menor aprovechando que tenía sus manos libres comenzó a golpearlo con fuerza hasta lograr darle la vuelta.

—Nunca me rendiría —susurró apretando su cuello—. Nunca cedería ante ustedes —el hombre también llevó las manos a su cuello intentando ahorcarla—. Son Chaeyoung no conoce la palabra 'rendirse', así que no pierdas tu tiempo —lo apretó más fuerte.

El hombre intentaba zafarse, pero increíblemente no era capaz de lograrlo. Son Chaeyoung era bajita, quizás lucía muy indefensa, pero no era débil. Tal vez debido a esa agilidad que poseía era todo un reto que aquellos lograran atraparla.

One Shots | TWICEWhere stories live. Discover now