Capítulo 2: La ciudad

10K 594 80
                                    

New York, New York - Frank Sinatra

Lexie

—¿Vas a quedarte aquí toda la noche? —me pregunta Dominique, lo más cercano a una amiga que tengo en la ciudad.

Desde que me mudé a Nueva York me ha costado entablar y mantener relaciones de todo tipo. Suelen decir que los primeros meses son duros, pero que eventualmente te llegas a acostumbrar. Yo llevo 4 años aquí y sigo esperando ese momento. De todas formas, agradezco mucho tener a Dominique, no sé qué haría sin ella.

—Así parece, necesito las horas extras, Nik —le digo mientras termino de limpiar una de las mesas de la esquina.

Conseguí el trabajo en La Colombe Coffee poco después de llegar a Nueva York. Y si bien trabajar de barista nunca estuvo entre mis planes, el dueño es muy bueno. Me ha permitido acomodar mis turnos de acuerdo a mis clases de cada semestre. Además, el local está muy bien ubicado, justo frente al Bryant Park, por lo que las propinas son muy buenas. Y sí, necesito cada centavo posible para poder seguir viviendo en la ciudad.

—Vamos, Lexie. Tu turno ya acabó, no hay nadie aquí, es viernes y la noche recién empieza.

—No puedo, Nik. Debo cerrar la tienda en unos minutos, vaciar la caja, hacer el inventario, limpiar el lugar... —suspiro de tan solo pensarlo.

Dominique me lanza una mirada de lástima.

Ella y yo nos conocimos en la universidad, en una de esas clases de debate que sólo son tolerables por el ridículo que hacen algunos. No obstante, no podríamos tener vidas más distintas.

Nik estudia comunicaciones porque nada la convencía, y según sus propias palabras: "era el camino más seguro". Su familia tiene una empresa de publicidad muy exitosa en todo el país, y no tienen problema alguno en pagar más de 60 mil dólares anuales en la educación de su hija, aparte de otros tantos miles para que tenga su propio apartamento en el corazón de Manhattan.

Mis planes son un poco distintos a los de ella. Después de terminar la escuela en Australia, logré obtener media beca como estudiante internacional en Columbia. Me mudé con apenas 17 años para estudiar ciencias políticas, con la intención de aplicar a la escuela una vez que me gradúe. O al menos ese es el plan. Mientras tanto, debo mantener la media beca y lograr sobrevivir en la ciudad y no morir de hambre en el intento.

—Lexie, sabes que no necesitas explotarte de esta manera. Si estás en aprietos, puedes hablar con tus padres... —le lanzo una mirada que la calla de inmediato—. Pero hablo en serio, si necesitas algo, si te falta algo, sabes que estoy para darte una mano siempre. Sin importar qué sea, no hay vergüenza entre nosotras. Así tenga que pagar tu fianza para sacarte de la cárcel.

—Lo sé, y te lo agradezco.

—Entonces, ¿salimos esta noche?

Señalo a mi alrededor y Nik entiende mi respuesta. Resopla y se resigna.

—Como quieras —me dice—. Te dejo, y tal vez mañana te animes a salir.

—Mañana es sábado, Nik, debo ponerme al día con unos trabajos —digo terminando de limpiar la última mesa.

—Eso no es impedimento, Lexie, lo sabes.

Me río y ella agita la mano para que me acerque a despedirme.

—Nos vemos en clase, entonces. No te desaparezcas —se despide con un abrazo corto.

—Si sales, me avisas cuando llegues a tu casa —le digo—. Que te diviertas.

—Claro que lo haré —me grita desde la puerta antes de que esta se cierre.

Me quedo viendo por unos segundos cómo Nik desaparece por el Bryant Park. Y en ese momento siento la necesidad de seguirla, de divertirme un poco esa noche. Por los parlantes de la tienda suena New York, New York, de Frank Sinatra. Esa canción me hace recordar a la Lexie que se mudó aquí,  a la chica que no habría dicho que no a ninguna salida.

Un susurro para JoshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora