13. El Final de la Línea

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Clement se dirigió al lugar donde se encontraba detenido Morandé. Estaba muy arrepentida de lo que había sucedido. Sentía que la culpa la envolvía, porque todo lo que estaba ocurriendo, era debido a que Roel se hallaba detenido.

Al ingresar al lugar, notó la presencia del Juez Adolphe Simon. Estaba conversando con Roel afuera de la celda.

—Monseur Simon. ¿Qué hace aquí?

—Me enteré de todo por las noticias. Además de eso, el Coronel Bouvier me llamó para pedirme que anulara la solicitud de procesar a Roel, por un fallo en las evidencias.

—En realidad no fue un fallo. Ese demonio alteró la evidencia —dijo Clement.

—Pues, ya está. Roel fue absuelto de todos los cargos imputados —dijo el Juez, posando sus manos sobre los hombros de Morandé—. Me dio escalofríos cuando vi tu apellido en el Palacio. Me asombra que estés tan tranquilo.

—Gracias, Monseur. El motivo es porque estoy en paz conmigo mismo. Finalmente entendí mi propósito.

—¿Cuál es ese propósito? —preguntó Adolphe.

—Liberar a París de ese demonio, sin importar las consecuencias.

—Quiero disculparme, Roel. Creo que me precipité —alegó Clement, extendiéndole su mano—. Es hora de irnos, Comandante.

Roel estrechó la mano de Clement.

—Gracias, subalterna.

—Tampoco exageres —dijo Clement.

—¡Vamos, Clement! —exclamó Roel—. Monseur Simón. Fue un placer.

—El placer fue mío, Roel.

Roel y Clement abandonaron el recinto.

—Nos vamos en mi auto. Esperemos que no sea tarde —dijo Clement.

—Así tiene que ser. Mi auto debería estar en el Departamento de Investigaciones. Pero supongo que lo confiscaron.

—Supones bien. Ya hablaremos de eso luego.

Ambos subieron al auto de Clement.

—Que el Juez en persona te haya liberado, dice mucho de lo que significas para París —dijo Clement.

—Tal vez. Pero no lo sabré a ciencia cierta, hasta que esto no termine.

—Eres un buen hombre, Morandé.

—¡Gracias! No perdamos más tiempo —dijo Morandé en un tono arrogante.

Clement sonrió, y así avanzaron hasta el Palacio Presidencial.

...

Morandé llegó al sitio acompañado de Leonor Clement.

—¡Esto es una locura! —exclamó Morandé.

—¿Ahora ves el escenario? —preguntó Clement.

—Solo tenía la información del Juez. Pero ahora que lo veo de cerca... siento escalofríos.

—¡Morandé! —exclamó Bouvier, acercándose a él.

—¿Dónde está mi familia? —preguntó Roel.

—A mí también me da gusto verte —dijo Bouvier.

—No puede darme gusto ver a una de las personas que desconfío de mí.

—Yo le pedí a Simon que te liberara.

—Es tarde... ya perdiste mi respeto.

—Tu familia está bien. Se encuentra en un bunker debajo de mi casa.

Escondido, un Juego de MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora