•×• Escape Nocturno •×•

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• Escenario: Jugar con gatitos en el parque tiene distintos efectos mágicos para el alma •

No era ningún simulacro, pero ojalá lo fuera para que tuviera la excusa perfecta en dejar por escrito la justificación de su escape a tales horas por la noche pegado en la nevera

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No era ningún simulacro, pero ojalá lo fuera para que tuviera la excusa perfecta en dejar por escrito la justificación de su escape a tales horas por la noche pegado en la nevera. Desde hace rato que le invadió la curiosidad por el mensaje de texto, transmutando la misma en el actuar habilidosa, caminando de puntitas y salir por la puerta trasera sin hacer mucho ruido. Terminar de deslizar el enrejado de aluminio alambrado y casi que pegar los brincos en su caminata nocturna.

Cuando conoció a Baji Keisuke, tenía el semblante enojón hecho arduamente, específico y muy poco flexible ante otro tipo de facciones. Ya sea que se pusiera esos lentes de volumen firme, se hiciera una colita en el cabello probando distintos ángulos o intentara en dejar de hacer una masacre con su uniforme desordenado, Keisuke transportaba consigo mismo en cada simple segundo una capa de coraje muy desvergonzada. Cuando sonreía, fruncía el seño, abría la bocota para soltar una porquería, había algo en su personalidad que no abandonaba nunca su visibilidad para con el resto del mundo. ¿Qué era? Ese era un secreto, revelado más adelante. Y descubierto gracias a los actos de otra persona.

Matsuno Chifuyu. Racional pero a la vez muy poco listo, o así lucían la mayoría de furyos. Con unos ojos verdes muy bonitos, y gracias al cielo que se cambió de peinado porque esa cosa que hacía como una secadora en posición vertical sobre su cabeza en caída no era para nada con su gusto.

Cuando menos logra entrever qué se llevaban entre las manos la primera vez que los conocía, Baji pegaba el grito de euforia parecido al de un gorila con mal humor y Chifuyu lo calma enseguida antes de ejercer presión a un cambio de conversación que jamás llegó. Porque la cosa peluda, pequeña y suavecita asomó la cabeza por sobre la chaqueta de su uniforme, Baji finge demencia para no colapsar con su propio sonrojo y clava la vista hacia otro lugar que no fueran los penetrantes ojos sorprendidos de la fémina.

¿Por qué traen un gato a la escuela?

¿Por qué no traer uno? –masculla–.

A Baji-san ya no le dejan llevar más gatos a su casa.

¡Chifuyu, silencio!

La situación se calmó cuando prometió no decir nada a cambio de llevarse el gatito a otro sintió sin tener que meterse en problemas innecesariamente.

Se supone que fue allí cuando comenzó. Cuando comenzó de verdad una charla que no fuera el "¿Me enseñas a escribir en vertical?" de Keisuke porque el condenado aunque no lo aparentaba, tenía el cerebro de un maní. Conversaciones que hasta ese momento, a Chifuyu le daban risa como para no interrumpir y ver con lo que salía en la próxima.

Carajo. Se desvío un poco el tema. ¿Cómo terminó escapando por la madrugada de su casa y cuál era su objetivo? No había que exagerar. Posiblemente su madre saque un megáfono gritando por las calles en dónde puñetas se había metido pero cuando el deber llama, no hay que dar explicaciones referentes. Es solo cuestión de movilizarse libremente hacia el parque del sureste como se acordó con antelación para que fuera el punto de reunión. Porque debajo de los refugios y toboganes resistentes a los climas veraniegos y fríos, se encontraba un increíble tesoro de felinos.

TR ━ [ᴴᵉᵃᵈᶜᵃⁿᵒⁿˢ ⁻ ᴼⁿᵉ ˢʰᵒᵗˢ]Where stories live. Discover now