•×• Headcanon: Ryuguji Ken •×•

3.3K 131 87
                                    

• Por supuesto, el primero en saber el secreto de Draken tenía que ser Mikey •

(Análisis)

—¿Emma sí te gusta?

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¿Emma sí te gusta?

Draken finge demencia debatiendo en si responder o quedarse calladito en la esquina de su cuarto. Lo peor de Mikey, son esas incógnitas lanzadas como paloma de un truco de magia, no sabe cuándo y por qué.

Alejó su mirada de la DS hasta que supo la verdadera respuesta. La sonrisita plana de Mikey con esa complicidad que nadie le pidió. Guardando un secreto obvio que pareciera saber leer mentes o apostó un montón de galletas con relleno de uva. Por ello, sólo regresó sus ojos al aparato para terminar la carrera sintiendo como el mechón rubio que adornaba su frente le podía cubrir un sonrojo nacido de un mero reflejo.

El bufido burlón no se hizo esperar y lo que llegó después era la carcajada sana y cordial de Sano Manjiro desmantelando el resto de su declaración silenciosa.

Estúpido enano.

¿Cómo lo sabía? ¿Cómo supuso que cuando visitaba a Mikey más que por ayudarle a hacerle un peinado de gallo elegante, era también para acaparar un rango de atención, de ella? Sano Emma, la pequeña rubia de ojos grandes.

Porque tenía que ser ella, la hermana menor de Mikey.

Es decir, tarde que temprano otra persona podría percatarse. No estaba siendo planeado pero tampoco había motivo alguno para esconderlo.

Era un maldito secreto.

No, Emma jamás sería un secreto. Cuando estaba enferma, Draken se encargaba de llevarle uno que otro recado porque vamos, ¿Emma enferma? Imposible, siempre tenía que rondar por ahí para hacerle la “vida imposible”. Con un suéter claro amarrado a la cintura, sus medias tejidas. Ese rostro enmarcado con dos mejillas suaves y regordetas, las pestañas rizadas de un rubio oscuro y su vocesilla de fantasía. La sonrisa.

Lo que verdaderamente era un secreto era su ideal de confesarse en futuro posible. Apenas tenía dieciséis años, no tenía apuro alguno.

Otras metas eran más fuertes por el momento. Por ejemplo, si no abría su corazón a tal punto de sentir su pulso en carne viva, no podría confesarse. Si no podría proteger a sus amigos, tampoco podría hacer lo posible para proteger a Emma. En su mente, así funciona.

Draken era más de acciones que de palabras, su cerebro funciona es de esa manera. O al menos, en su mente funciona así.

Para Mikey las acciones también eran importantes, la cosa es que Mikey carece de una cosa que Draken sí tiene: prudencia.

No se podían combinar ni separar el uno del otro porque ambos compaginan en una amistad recíproca de un 50/50. Sus secretos eran salvados con la gratitud del otro y viceversa. Aunque Manjiro Sano fuera terrible de leer a un porcentaje completo, Ryuguji Ken sí podía esclarecer lo más básico de su mejor amigo. Así se mantenía todo.

Por ello, si podía en algún punto leer por entero a Mikey, ese día, se le declararía a su hermana Emma.

En el presente, disfrutaba de tratos más que amables por parte de la fémina. Lo más raro era esos acercamientos en un intento de coqueteo adorable.

Toda su bendita infancia y parte de su reciente adolescencia, Draken vivió rodeado de mujeres. Grandes, adultas, desarrolladas con olores de frutos atractivos para hombres que tal vez estaban casados o querían invertir dinero en pasarlo bien por un rato. Por ello, se sabía el repertorio completo de coqueteos. Lo que hacía Emma, era éso, adorable. Para él era normal, pero si ella supiera el despelote en el cual creció, no sabía si lo vería con buenos ojos. Aunque debe de entrever lo suficiente. Porque no a todos les decía a la primera que vivía en un condenado burdel pero Mikey le ha de susurrar uno que otro detalle de la clase de vida que ha tenido.

En la lista, no es que hubieran complejos, pero por esos datos que quizás Emma ha llegado a saber, una inseguridad podría crecer.

¿En un tramo de su vida podía salir con ella? ¿Qué diría su abuelo Mansaku? ¿Era suficiente? Draken no se avergonzaba de la la crianza que tuvo porque aunque las muchachas iban y venían, la mayoría que lo vio crecer lo trataron como un hermano menor. Su padre adoptivo era lo mejor de lo mejor, y no cabía vergüenza en presentarlo, pero tampoco se lo presentaba a cualquiera. Solo tres personas lo conocían hasta el momento: Mitsuya, Mikey y Takemicchi. Al primero se lo llevó por voluntad propia porque una noche de otoño era tarde, el rubio platinado tenía hambre y eran unos niños. Mikey lo conoció por casualidad cuando pasó a buscarlo una vez y aunque a Takemicchi no se lo había presentado personalmente cara a cara, ya lo había visto. Porque Hanagaki Takemichi irradiaba una extraña madurez.

¿Pachin? ¿Baji? ¿Los gemelos? ¿Kazutora? Nadie más. No le nacía, así de fácil. ¿Pero Emma? Ahí estaba el mínimo ojal. Santo cielo.

—¿Kenchin?

La preocupación de Mikey fue inadvertida. Alejó la consola de su rostro de mala gana.

—Mikey, estoy ocupado aquí.

—No respondiste –añadió, las cejas curvadas igual que su hermana–.

Suspiró irritado. No con el rubio, más consigo mismo que con nadie más.

—Escucha, si ya sabes la respuesta tu deber es cerrar la boca.

Otra vez, la dentadura complice de Mikey iluminó su habitación, asintiendo con secretismo.

—Lo prometo.

El alivio se dibuja por su pecho.

Y entonces, sonríe. Así disimulado. De un extremo a otro. Sabiendo que algún día, podría gritarle al mundo que le gusta, no, que ama a Sano Emma.

Justo ahora mismo ando de viaje y aprovecho la poca señal que tengo ♡En unos días nos volvemos a leer

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Justo ahora mismo ando de viaje
y aprovecho la poca señal que tengo ♡
En unos días nos volvemos a leer.

TR ━ [ᴴᵉᵃᵈᶜᵃⁿᵒⁿˢ ⁻ ᴼⁿᵉ ˢʰᵒᵗˢ]Where stories live. Discover now