Un cerezo en invierno {𝓚𝓪𝓴𝓪𝓼𝓪𝓴𝓾}

Verdades y confesiones 2/2

P.O.V Kakashi

- Si tienes algo que decir es tu momento, no está en casa.

- Kakashi.

- Sasuke.

Le vi acercase hasta lo que deduciendo eran centímetros de mi. Ambos nos quedamos en silencio, al punto que las hojas y la brisa eran capaces de tensar más el ambiente. La situación no era de mi agrado para nada, era un silencio incómodo, un silencio que escondía más allá de enojo e ira.

- Sakura.

Espetó de pronto.

- ¿Que ocurre entre ustedes?.

- ¿A que te refieres?.

- No evadas la pregunta y contesta.

- Sakura siempre me a tenido confianza, es algo que siempre has sabido.

- Kakashi-Sensei está situación no me esta agrandando en lo absoluto. Además debido a su estado debe guardar reposo.

- ¿A que grado a escalado esa confianza?.

- Oigan no me ignoren.

- Mmm no se dependiendo a lo que te refieras.

- No tiene caso...

- Ella y tu, ¿tienen algo?.

- En el dado caso que afirmara eso ¿en que te afectaría?...

- Contesta carajo, deja los rodeos y habla de una vez, ¿me crees idiota? ¿acaso crees que no e visto como te mira?, ¿el como te trata?, no me trago el cuento de que te este cuidando de algo y si así fuera estoy seguro que es irrelevante... hablemos de hombre a hombre Hatake.

- Kakashi, por favor, así siento que mi padre me esta regañando. -bromeé- ahora, ¿quien soy yo para negar lo evidente? si ya lo sabes dime para que insistes.

Solté en un tono más frío de lo normal, que por su expresión casi nula pude ver que le había tomado por sorpresa. Admito que aveces puedo llegar a hacer aterrador, aunque eso no me quita lo sexy ¿no?.

- Te acosaste con ella

- Eso es...

- ¡RESPONDE!.

Dude un momento al contestar, esa pregunta sonaba más a una amenaza segura y valla que no me equivocaba.

- Si.

Le vi moverse era evidente lo que iba a hacer, un puño fue lanzado directamente a mi nariz. Sentí el dolor recorre mi cara; momento exacto donde me justifique el no haber esquivado el golpe.

- De ella lo entiendo, pero ¿de ti?.

- ¡Kakashi-Sensei!

- Estoy bien.

Conteste algo aturdido a la babosa que se encontraba en mi hombro, alce la mirada viendo en su máximo  esplendor un hombre consumido por el odio, la ira y los celos.