Capítulo 1

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Tras el nacimiento de Layla no todo fueron rositas y sonrisitas, la realidad les golpeó a ambos más fuerte que el azote de un látigo contra una piel sensible. Christopher y Cyara se separaron durante unos meses, vivieron sus vidas apartados fingiendo que nada más una hija en común era lo que los unía. El ser humano siempre volvía al lugar al que era feliz, o como decía el maestro de la cuarta sección, volvía allí a donde le daban los mejores orgasmos y eso, sin duda, era en el club.

El dominante trató de llevar su vida como lo había hecho hasta antes de conocer a la rubia descarada con cara de ángel, centrándose en el trabajo para distraer su mente de todos los demonios que lo atormentaban.

Cyara, por su parte, había intentado aplicar la lógica de Romeo Santos para terminar confirmándola; dicen que un clavo saca o otro clavo, pero eso es solo rima. Salió con varios chicos pero nunca pasó a más, ni siquiera cuando estos tocaban su cuerpo. Ninguno era él. Le jodía admitir que su cuerpo lo quería a él.

No le confesó a ningún chico de su edad lo que le gustaba en la cama, pues estos saldrían corriendo si ella les dijese que le ponía cachonda el sexo sucio, salvaje y masoquista.

Incluso decirlo en voz alta la avergonzaría... Porque la única forma en la que no se sentía juzgada era con él.

—¿Por qué no pruebas a acostarte con algún hombre, Cy? —cuestionó Leyre, al verla tan desanimada por la mañana.

—¿Qué cara crees que pondrán cuando les diga que me gusta que maldigan en el acto y que me provoquen dolor? —rió sarcástica—. Estoy acostumbrada a algo que no volveré a tener.

—No volverás a tener porque no quieres —bufó su amiga—. Richard habló con Christopher ayer, sobre este tema...

—"Este tema" es nuestro tema, estaría genial si nadie interviene —Se quejó, cruzándose de brazos al mismo tiempo.

Estaba cansada de que todos dijeran lo mismo, que su lugar era con Christopher y que por eso debía de volver a él. ¿Volver a él? Si él no había hecho nada para recuperarla en este tiempo, probablemente perdiera ya el interés y estuviera con un par de mujeres pasando el rato. O eso era lo que Cyara pensaba.

La rubia zanjó el tema de conversación cuando vio las intenciones de su amiga de continuar hablando.

Pero Leyre había aprendido a manipular, pasar el tiempo con un dominante perspicaz tenía sus ventajas y una de ellas era esa. Por lo tanto, engatusó a Cyara para ir esa noche al club, junto a Zaida y su novio, quienes siempre se apuntaban a las mejores batallas. La noche estaba tranquila, ni demasiado oscura para no verse las estrellas en el cielo, ni lo suficientemente clara como en una típica noche veraniega. Pero el clima no era ni la menor de sus preocupaciones.

—Date el lujo de disfrutar la noche, rubia —aconsejó Alan en el momento que ingresaron en el club, su brazo estaba sobre los hombros de su novia mientras que esta sonreía abiertamente por volver al club.

Su única respuesta fue sonreír de lado al tiempo que bajaba la mirada para no hacer contacto visual con nada ni nadie. Leyre, mientras tanto, guardaba sus manos en los bolsillos de su chaqueta y buscaba a Richard, al encontrarlo hablando animadamente en la mesa de los dueños chasqueó su lengua y volvió su atención a sus amigas.

Alan se había tomado la libertad de pedir por ellas, ya sabía sus preferencias con respecto al alcohol. No le gustaba que bebiesen en exceso, pues hacerse cargo de un grupo de borrachas no era su actividad favorita, pero sabía que eso les ayudaba a dejar la vergüenza a un lado. No estaban en el momento en donde la timidez les convenía.

Clara realidad Where stories live. Discover now