Capítulo 12

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Regresaron al hotel poco después, tal y como había dicho Christopher, primero se dieron una ducha y después bajaron a cenar.

A la rubia se le hizo la boca agua cuando vio los platos, si por ella fuera no volvería nunca más a su país y se quería allí de por vida, aunque solo fuera para degustar la comida.

—Creo que esto es lo más delicioso que he probado en la vida —dijo, cerrando sus ojos para disfrutar de la explosión de sabores en su paladar.

—¿Estás segura? —enarcó una ceja, al tiempo que atrapaba su labio inferior con sus dientes.

Por un instante casi se atraganta, pero es rápida en aclarar su garganta y tomar un sorbo de vino para que la comida baje sin ningún problema.

No quería caer en esa clase de conversaciones tentadoras, porque de las tentaciones era difícil escapar después, ella ya lo sabía mejor que nadie.

—No sé de que me estás hablando.

—Por suerte puedo recordártelo en un rato —le guiñó un ojo, aunque sus planes eran diferentes, eso serviría para hacer que el calor le subiera a las mejillas en poco tiempo.

—Christopher... —advirtió.

—Dime, Cyara —ladeó su cabeza—. ¿Acaso no estamos en nuestra luna de miel? No voy a invitarte a jugar al ajedrez, sería muy desconsiderado por mi parte, prefiero jugar a otras cosas contigo.

—¿Todas ellas en la cama? —se burló.

—No, desde luego que no, échale imaginación.

No sabía cómo hacerlo, ya había visto suficiente y también experimentado, ¿es que había más? Por supuesto, con él siempre había más. Se preguntaba cuándo terminaría de conocer todo lo relacionado al sexo, aunque la respuesta era un claro "nunca", era imposible conocerlo todo, ni siquiera el hombre con el que se había casado lo sabía todo.

Eso le hizo pensar en cosas, desde luego que su cabeza voló y le echó imaginación, tal y como él le había pedido.

—¿Qué cosas no has hecho en la cama? —cuestionó, tomándolo por sorpresa—. Bueno, en el sexo en general.

—Cyara, no sigas por ese camino, hay cosas que no he hecho porque no quiero, incluso yo tengo límites —señaló—. No voy a cruzarlos contigo.

—No quiero nada extremo, ya sabes que por lo general tengo unos límites muy bajos, tú siempre te encargas de romperlos y mostrarme que el placer va más allá de ellos —murmuró, estirando su mano para tomar la suya sobre la mesa—. Quiero saber que he sido tu primera vez en algo, por favor.

Se le ablandó el corazón con solo escucharla, tomó esa misma mano para llevarla a sus labios y besarle los nudillos, después acarició con su dedo el anillo que él mismo le había puesto.

—Cyara, has sido mi primera vez en cosas más importantes que el sexo —le hizo saber—. Fuiste mi primera vez haciendo excepciones, fuiste mi primera vez celando, fuiste mi primera vez amando... Y, por si se te olvida, tenemos una hija juntos, esa primera vez la compartimos los dos a un mismo tiempo.

—Pensaba que no había cosas más importantes que el sexo —intentó bromear.

—Tú siempre serás más importante que todo lo demás, no importa con que te compares —le hizo saber.

Sin duda, había elegido bien.

Terminaron de cenar entre comentarios de recién casados y volvieron a su habitación tomados de la mano. Cyara fue la primera en dejarse caer en la cama, él se lo agradeció porque no tardó demasiado en situarse encima de su cuerpo y atacar el punto de unión de su cuello y hombro.

—Chris... —jadeó.

—¿Uhum? —preguntó, mordiendo suavemente la zona.

—No te tardes —pidió.

—Eso quería oír —sonrió, descendiendo sus manos por su cuerpo para quitarle el vestido—. Eres hermosa.

Lo era. Bajo la luz de la bombilla le brillaba la piel, quizá también se lo debía a la loción corporal que se echaba después de ducharse, que le dejaba un increíble olor en la piel. Disfrutó de este cuando posó su nariz en su piel y aspiró su aroma. Tan dulce. Deslizó sus manos a su espalda y desabrochó su sujetador, dejando caer la prenda al suelo. Posó sus manos bajo sus pechos, amasándolos, tan perfectos para él.

—Eres demasiado —susurró, llevando allí su boca.

La espalda de ella se arqueó nada más sentir el contacto de su húmeda lengua sobre sus duros pezones. Podría hacer que se corriera solo con eso si se lo proponía, pero tenía otros planes para ese momento.

Bajó con su lengua hasta llegar a su ombligo, se detuvo para incorporarse, quitándose la camisa en el acto.

—Espera un momento —indicó, levantándose de la cama para acercarse a la mesita. Cyara lo siguió con la mirada, viendo como cogía un cubito de hielo de los que rodeaba la botella de champán que no habían bebido.

Lo metió en su boca, no era la primera vez que lo hacía, mientras volvía con ella. Sus pulgares se engancharon en los elásticos de sus bragas y tiraron por ellas para quitárselas. Después le separó las piernas y...

—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —chilló al sentir el cubito de hielo en su centro y las heladas gotas de este resbalando en su interior.

—Se le llama castigo, ¿todavía no aprendes? —meneó con la cabeza —. Es sencillo, el hielo se derretirá en tu coño. Si te mueves, el hielo se cae... Y si se cae, el castigo empeora, por lo que te conviene no moverte demasiado.

—¿Un castigo? —repitió, incrédula—. ¿Qué hice para merecerme un castigo?

—No amarte —señaló—. Lo más importante en la vida es amarse a uno mismo.

—Christopher, esto es una tortura —gimoteó.

—Un castigo, ángel, es un castigo —corrigió—. Créeme que las torturas serían demasiado para tu cuerpo.

Le guiñó un ojo antes de bajar la mirada al hielo derritiéndose en su rosado coño, podría observar todo el espectáculo, pero prefería dedicar su tiempo a lo que le había prometido: repasar sus estrías con la lengua.

Primero las acarició con sus dedos y después imitó la acción con su lengua.

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⏰ Last updated: Dec 31, 2022 ⏰

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