Capítulo 4

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La rubia se giró en la cama, encajando su cuerpo con el de su acompañante, una sonrisa se dibujó inconscientemente en sus labios al recordar la larga noche que había vivido en esa misma cama, o en aquel sofá que si abría los ojos podría ver, o en cualquier rincón de la habitación. Haise y Danna no se habían quedado a dormir, encontraban eso como algo más íntimo y habían decidido abandonar el hotel poco antes de que se hiciera de día.

Christopher no había dormido demasiado, si se le pasaba su hora de dormir también podía despedirse del sueño, tenía el cuerpo acostumbrado a eso y nada cambiaría esa rutina. Acarició con su mano el cabello rubio de la mujer que dormía de forma plácida a su lado, extrañaba verla de esa forma todas las mañanas, escuchó como balbuceaba en sueños y la miró ladeando su cabeza. La imagen era naturalmente hermosa. Su cuerpo desnudo y envuelto en las finas sábanas, el pelo revuelto en la almohada, sus labios entreabiertos dejando escapar pequeños suspiros. Se vio tentado a hacerle una foto.

No lo hizo, por supuesto, porque Cyara no tardó en despertar. Pero la idea era hacérsela.

—Buenos días —susurró, parpadeando muy lentamente y sonriéndole.

—Buenos días, ángel —respondió, sonriendo de lado—. ¿Has dormido bien?

—He dormido divinamente —respondió, estirándose en la cama, pateando sin querer la pierna del dominante—. ¡Ay! Perdón.

—Nada, mujer —sonrió burlón, siendo el primero en levantarse de la cama tal y como Dios lo trajo al mundo. Claro que eso supuso una distracción para Cyara, quien a pesar de haberlo visto sin ropa millones de veces, seguía babeando como si fuera la primera vez—. ¿Qué pasa, mi amor, algo que te guste?

Cyara resopló, desviando la mirada.

Las preguntas estúpidas solo merecían respuestas estúpidas y, honestamente, no le apetecía darle una. Al volver la mirada a él se lo encontró tal cual estaba, pero con una mano extendida hacia ella, indicándole que la tomase.

Lo hizo, dejando la poca vergüenza que le quedaba a un lado, y así la encaminó hasta el baño. Pensaba que se tomarían una ducha pero Christopher fue directo a la bañera, dejando caer allí los sales que provocarían espuma y dejó que el agua corriera hasta que estuviera por la mitad. Mientras que esperaban abrazó el cuerpo desnudo de Cyara para que esta no sintiera frío.

—¿Por qué estás haciendo todo esto? —preguntó ella cuando se metió con él en la bañera, recostándose en su cuerpo y dejando que el agua destensara todos y cada uno de sus músculos.

—Porque bañarse es importante, sucia —habló en su oído, haciéndola reír.

—Sabes de sobra que no me refería a eso —negó con la cabeza—. Pero no importa, hazte el loco que no pasa nada.

Él sonrió de lado, por supuesto que se haría el loco. No era necesario decir que hacía todo eso y que haría incluso más para volver a tenerla, porque la amaba más de lo que pensaba que se podría amar a alguien y en sus planes no estaba el perderla una vez más.

Acarició su piel con la esponja para limpiarla y después hizo lo mismo con sus manos, no de una forma sexual sino por la simple acción de acariciarla. Dejó que ella hiciera lo mismo con él, bañándose así el uno al otro, como si fueran una pareja de recién casados en su segundo di de Luna de miel. Aunque la realidad era que eran una ex pareja, que tenían una hija en común, que la noche anterior habían hecho de todo sin ningún tabú de por medio y que ahora solo quedaba el momento romántico post-sexo.

—Dios mío —farfulló Cyara cuando la ayudó a salir de la bañera—. Layla se quedó con Fiammenta, debo de ir a buscarla... Ella pronto tendrá que ir a trabajar.

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