Capítulo 5

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No había sonado a petición, más bien en sus oídos se escuchó como una clara orden y detestaba que fuera de esa manera porque su cuerpo no le había ayudado. Le había bajado la regla, algo que no podía controlar por mucho que quisiera, y llevaba maldiciéndose desde que al levantarse se encontró con la mancha de sangre en el pantalón de su pijama. Si había algo que extrañaba del embarazo era que no tenía la regla, por lo tanto nada de manchar la ropa ni de quejarse por el dolor de barriga y espalda.

Le había enviado un mensaje diciéndole que no podría asistir pero el dominante lo interpretó como que no quería asistir y no tardó en llamarla para aclarar conceptos.

—Chris... —suspiró cuando atendió la llamada—. Pensé que estabas trabajando.

—Estoy trabajando —admitió—, pero no creo que el trabajo sea más importante que tú. Ahora bien, ¿que ha pasado?

—No puedo ir hoy al club contigo —repitió lo que le dijo por mensaje—, pero no por nada sino por un pequeño problema...

—Cyara —la interrumpió al ver que se estaba yendo por otra rama para evitar el tema principal—, no te enrolles y ve al grano.

Sus mejillas se calentaron, incluso por vía telefónica no perdía su esencia de ser un don órdenes.

—Me bajó la regla.

—¿Y?

—¿Cómo que y? —bufó, llevándose una mano a la frente—. Y no voy a ir por ese motivo.

—¿Te duele la barriga? —preguntó—. Si es así puedo ir a hacerte compañía y de paso te llevo algo para el dolor, ¿todavía comes de esas galletas que yo tanto odiaba? El supermercado me queda de camino y no tengo problema en ir a comprarlas.

—Estoy bien —Le restó importancia al tiempo que cerraba el libro que tenía entre sus piernas y se dejaba recortar en la cama—. Lo peor es el segundo y el tercer día, el primero se pasa sin problema.

—¿Entonces por que no quieres venir?

—¿No es obvio? Porque no podremos follar, así que mi asistencia será inútil para ti.

Christopher se pellizcó el punte de la nariz al escucharla decir esas palabras, si la tuviera delante ya le habría azotado el culo al menos unas cinco veces, pero como no era así solo le quedaba la opción de hablar y aclararle las cosas.

—No te quiero aquí para follarte, Cyara —suspiró al tiempo que negaba con la cabeza—. Y si quisiera follarte no me importaría que estuvieras de regla.

—¡Ah, mierda! Me mareo con la sangre, sería un desastre si lo hiciéramos de esa manera, en vez de venirme me voy.

—Siempre puedo darte la vuelta y follarte por atrás, ángel —sonrió de lado a pesar de que ella no podía verlo—. Solo imagínatelo y medítalo, hazme saber por mensaje tu decisión antes de las ocho de la tarde, así podré yo confirmar mi asistencia o decirle a los chicos que se encarguen ellos. Dale un besito a Layla de mi parte.

Colgó la llamada antes de que la rubia pudiera refutar, detestaba cuando hacían eso pero ya estaba acostumbrado y no le tomó por sorpresa que ni siquiera le diera la opción de despedirse. Cumplió con lo que le pidió y besó las mejillas de su hija cuando esta se despertó de la siesta que se había tomado después de comer. Layla le recordaba demasiado a Christopher, a pesar de que sus ojitos eran verdes como los suyos tenía la misma mirada que el mayor. Se pasaron sola la gran mayoría del día hasta que llegó su abuela a recogerla, habían quedado en que pasaría la noche con ella y quizá también lo haría el siguiente día.

Clara realidad Where stories live. Discover now