Capítulo 6

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Los besos siempre eran su perdición, su boca sabía cómo amoldarse a la suya y sus labios se conocían más que a la perfección. Christopher había estado poniendo freno desde hacía ya unos minutos, no iba a aprovecharse del estado de Cyara, ni siquiera sabía la razón por la que se había emborrachado y temía que él tuviera algo que ver en eso.

—Por favor... —lloriqueó al tiempo que luchaba por sacarle la camisa al dominante.

—Cuando se te pase la borrachera no tendré problema en follarte arriba, abajo o del revés, pero mientras tanto quiero que mantengas tus manos quietecitas.

—Eres insoportable —bufó, dándose por vencida al no poder pasar del tercer botón.

—Sueles decirme eso cuando tienes unas copas de más, si —respondió con diversión mirando sus manos, se había quedado quieta durante unos segundos para después llevarlas a su propio cuerpo. Empezó desde su cabello y descendió con extrema lentitud hasta llegar a sus tetas, masajeó estas mientras cerraba sus ojos y entreabría sus labios para dejar escapar un pequeño suspiro placentero. En su mente se estaba imaginando que esas manos eran las del hombre que solo la miraba y con eso le bastaba, lo hacía todo más erótico.

—Me gustaría que me follaras —gimoteó, apretando sus pezones con sus dedos índice y pulgar—, así como me dijiste antes... Quiero que me des la vuelta y me folles por atrás.

—Pensé que el sexo anal no era tu punto fuerte, niña —la molestó, enredando un mechón de su rubio cabello en sus dedos y tirando suavemente de él.

Siseó. Siempre que le tiraba del cabello le reclamaba pero ahora no era momento para ponerse a hacer quejas.

—Tú me hiciste cambiar de opinión —susurró al recordarlo, el dominante dejó escapar una suave risa al ver su expresión. Claro que también lo recordaba a la perfección.

La chica jugaba con el látigo del dominante en sus manos mientras lo escuchaba despedirse de los aprendices, en la clase no había aprendido nada nuevo pero sí que le dieron ganas de experimentar nuevos terrenos al escucharlo hablar con tanta seguridad. Claro que la experiencia era un punto importante.

—Pusiste mala cara al mencionar el sexo anal, al parecer todavía sigue siendo un límite para ti, ¿eh? —preguntó con diversión al tiempo que la despeinaba.

—No termina de convencerme, ¿no lo ves un poco egoísta? Es únicamente para el disfrute del hombre.

—Quizá, ¿pero he sido yo egoísta con tu cuerpo para que tú no disfrutes de algo?

—No lo has sido, pero eso no quiere decir...

—¿Confías en mi?

—Confío en ti.

Él sonrió de forma maliciosa y le quitó el látigo de las manos para pasarlo por su nuca y atraerla a su rostro, besó sus labios de forma breve y atrapó el inferior con sus dientes.

—Déjame enseñarte esto, cielo, si lo probamos y no te gusta, pasaremos a otra —prometió en un susurro—. Hay muchas cosas que quiero hacer contigo, pequeña Cyara.

—¿De verdad? —inquirió, buscando el contacto de su novio, este no tardó en llevar una mano a su mejilla para acariciarla y descenderla hasta dejar su pulgar presionando su labio.

—¿Acaso dudas de mi palabra, ángel?

Bate sus pestañas y succiona su dedo como respuesta, la visión del dominante se nubla con esa simple acción y tiene que apretar sus labios para no sisear de placer.

Clara realidad Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt