Prólogo

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-Muy bien, Lilith- Dijo Zelda luego de dejar de forma bruta su vaso de whisky sobre la mesa- ¡Déjame!

-¿Tú crees que no lo haré?- Sonrió de manera burlesca- Todo este tiempo solo he tratado de manipular a tu familia...

-No me digas, un demonio manipulando, algo muy nuevo- Dijo sarcástica- Solo vete, Déjame, nunca me he enamorado, mucho menos de un demonio en toda mi vida, jamás podría fijarme sentimentalmente en nadie, menos en , así que solo vete.

La demonio desapareció luego de aquellas palabras tan ácidas, jamás se le paso por la cabeza que la bruja no cayera en sus manipulaciones amorosas, pero... ¿Y ella?

Su mente era una bomba de tiempo en aquel momento, recordando cómo fue que la pelirroja con la que se había estado acostando todos esos meses no cayó en su trampa.

El ámbito sexual en la vida de ambas era algo sumamente normal, pues ninguna de las dos encontraban el sexo algo malo, pero la pelirroja le tenía rechazo a lo amoroso o al menos hasta el momento eso creía.

-¡Mierda! ¡Maldita seas Lilith!- tiró su vaso contra la pared de la cocina y se teletransportó hasta su habitación.

-¿Zelds?- Dijo Hilda acercándose exageradamente como Zelda comentaba a veces- ¿Estás bien? Yo escuche un vaso y...

-¡Estoy bien Hilda, déjame en paz!- Dijo furiosa y se encerró en el baño para tomar un baño.

Lilith por su parte trataba de ordenar un poco la cocina de la cabaña de Mary Wardwell, ya que desde que estaba allí no se dedicaba a revisar lo que servía y lo que no, luego de un par de visitas de la pelirroja le Sugirió re-ordenar su cocina.

-No pienses en esa bruja...- Se dijo a sí misma mientras seguía con algo se magia desapareciendo algunas cosas de la encimera que allí había.

Al día siguiente de aquella pelea, Zelda Maldijo su mala noche y comenzó como todos los días con su rutina de limpieza e higiene.

Pero esta vez fue diferente la pelirroja trato de concentrarse en lo que hacía, en las tareas de la mortuaria y en tratar de controlar a Sabrina pero esta vez solo por esta vez, la demonio no salía de su mente.

Completamente fuera de sí y ya con su mente a punto de estallar decidió poner fin a aquel martirio y salió en busca de la mujer que le estaba nublando la mente.

Por alguna razón creía que la demonio la tenía bajo un hechizo de amor o de enamoramiento así que al llegar a la cabaña de Mary Wardwell no esperó que la invitara a entrar y la empujó hacia dentro cerrando la puerta con el cuerpo de la mujer.

-¿Qué haces?- Dijo tratando de apartarla de su cuerpo, pero Zelda con sus nervios de punta esta vez La estaba aprisionando exageradamente.

-¡Quitame este hechizo!- La miró con ojos llenos de furia y cuando vio que Lilith quería salir de entre su cuerpo y la puerta aprisiono sus manos arriba de su cabeza- ¡Hazlo!

-¡Estas demente!- le grito cerca de sus labios- Querida Zelda...- Rió con tranquilidad- No estas bajo ningún hechizo.

-¡Mentirosa!

-Si cariño, lo soy, pero ahora no estoy mintiendo- Se sonrió seductoramente mientras la respiración de Zelda de entrecortaba- ¿No que no te enamorabas? Spellman...

-No estoy enamorada.- Se apartó abruptamente- Y te lo demostraré, lacunae magicae.- La pelirroja se teletranportó a la mansión Spellman.

-Pero que visita tan corta y agradable- Camino hasta la chimenea y agravó el fuego en ella tan solo con el pensamiento- Ya veremos, Zelda Spellman, quien caerá primero...

Cuando Quieras DejameWhere stories live. Discover now