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BeomGyu lloraba con una tristeza que ni él mismo comprendía

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BeomGyu lloraba con una tristeza que ni él mismo comprendía. Estaba acurrucado en su nido mientras se untaba y protegía las prendas como si alguien fuera a apartarlas de él. Se sentía fatal, había despertado con unas náuseas y mareos horribles, ni siquiera había querido desayunar, estaba demasiado sensible con cualquier aroma que no sea el de su alfa.

Empezó a hipear afligido cuando escuchó los lastimeros quejidos de Gureum al otro lado de la puerta, ese día se había denominado como pésimo padre perruno, ni siquiera podía darle mimos a su bola de pelos porque su omega enseguida se alteraba y rechazaba el aroma invasor.

— Aquí está el té de manzanilla, Beommie —YeonJun entró luchando con Gureum que trataba de pasar la barrera que había creado con sus pies.

Dejó la taza en la mesita de noche y acarició suavemente la espalda del omega que temblaba sin control. BeomGyu lo miró por encima de las sabanas, sus ojitos estaban hinchados y su rostro se había sonrojado por el llanto. El alfa sintió el dolor y malestar a través del lazo, pero su tigre lo mantuvo en calma al compartir con él un sentimiento adicional que le avisaba que los síntomas de su omega no significaban peligro.

— Me siento mal —habló con voz rota.

— Lo sé, cariño.

— ¿Crees que sean las bolas de pelo que olvidé expulsar?

El alfa se abstuvo de decir la reprimenda que picaba sobre su lengua, no estaba enterado de que BeomGyu se estaba tragando las bolas de pelo, otra vez.

— No lo creo, ya las hubieras vomitado —lo ayudó a sentarse sobre la cama.

Acomodó las almohadas y colocó el cuerpo de su pareja sobre ellas para que pudiera quedarse en la posición sin ningún esfuerzo. Sostuvo la taza para que BeomGyu pudiera dar pequeños sorbos hasta acabarse el contenido, el omega al terminar se hundió entre las almohadas y se escondió en su pequeña fortaleza de sabanas para volver a llorar sin razón aparente.

— Beommie.

— ¿Sí?

YeonJun entró en el montón de telas y se acomodó frente a él, paso sus pulgares por sus mejillas, limpiando las lágrimas que habían empapado el área.

— ¿No has considerado que podrías estar en cinta?

Se hizo bolita y comenzó a hipar con fuerza; por supuesto que lo había considerado, pero tenía tanto terror de ilusionarse y que al final todo sea una falsa alarma.

— Está bien amor, desahógate —lo atrajo hacia sus brazos y besó su sien, intentando tranquilizarlo.

Soltó feromonas arrullándolo, BeomGyu estaba demasiado sensible, no quería que el estrés lo afectara, aprovechó la cercanía para olfatear la zona del cuello, pero solo encontró el aroma de su omega, intentó no decepcionarse, el cambio de aroma no llegaba hasta las ocho semanas y según sus cálculos, BeomGyu aún no cumplía con el tiempo establecido.

— Vamos a descansar.

Besó la regordeta mejilla y acurrucó mejor a su pareja sobre su cuerpo, quien enseguida respondió abrazándolo con firmeza. YeonJun acercó con el brazo la manta favorita de BeomGyu, tapándolo hasta dejarlo como un rollito relleno.

— Cuando te sientas mejor iremos por las pruebas de embarazo —le dijo al oído mientras acariciaba su espalda— no importa el resultado, yo estaré aquí a tu lado.

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Dulce ronroneo [◇] YeonGyu. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora