Acuerdo de exclusividad

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Esto había sucedido con la suficiente frecuencia para convertirse en una anécdota de la que los tres se reían, pero la primera vez que pasó, Draco no se lo tomó tan bien.

Todavía estaban en Gran Bretaña por entonces. Dos de ellos eran caras muy conocidas en el Callejón Diagón, aunque fuese por diferentes motivos, y a Charlie era fácil identificarlo en un vistazo.

Se acercaba el cumpleaños de Narcissa y Draco quería sólo lo mejor para su madre, así que acudió a una joyería nueva y de artículos muy costosos. En su primera visita, iba colgado del brazo de Harry, apoyando la cabeza en su hombro cada vez que se quejaba de que nada era tan bueno como él quería. Harry jugaba con sus manos, le acariciaba el dorso, y le aseguraba que su madre adoraría cualquier regalo que él le diese. Y no sin motivos, porque él les había contado que Narcissa guardaba todos los dibujos que le dio en su infancia tan bien que ni los Mortífagos pudieron dañarlos en su estadía en la Mansión.

Draco no tomó una decisión ese día y su siguiente visita fue con Charlie. Tenían los dedos entrelazados y Charlie apuntaba con su mano libre a este o aquel artículo cuando alguno le recordaba a lo que había visto que usaba Narcissa Malfoy.

—¿Eso es una diadema? ¿Venden diademas? —Charlie lo vio, luego a la diadema y se echó a reír—. ¿Por qué venden diademas?

—A veces las usan en las bodas, sobre todo los hijos de muggles —dijo Draco, considerándose un experto porque vio un montón de revistas para novias cuando Daphne estaba por casarse.

Charlie lo miró de reojo, sonriendo.

—¿Quieres una?

—No necesito una diadema —Draco negó.

—Te verías muy lindo, dragón —Charlie presionó algunos besos en su sien y hacia abajo, por las mejillas—, te podríamos decir "Su Alteza" todo el día.

Draco fingió pensarlo.

—Mi ego y yo te oímos, sigue —Le dio un rápido beso en los labios y le hizo un gesto para que continuase, mientras que tiraba de su mano para que ambos se acercasen a un mostrador con colgantes de plata.

En la última visita a la tienda, Draco estaba seguro de haber elegido bien. Entró un poco apresurado, Harry estaba con él de nuevo y discutían sobre lo que querían para cenar. Iban a envolver la caja del colgante y Draco se impacientaba.

Una de las chicas que trabajaba en la joyería capturó la atención de Harry con un gesto. Estaba acostumbrado, aunque no le gustase, a que los desconocidos le hablasen en la calle por ser un "héroe".

Lo que le dijo no se lo esperaba.

—Siento mucho tener que decirte esto y ojalá no sea así, pero uhm, ah…—Apuntó de forma disimulada hacia Draco—. Tal vez no debas salir con él.

Harry miró a Draco y luego a ella, arqueando las cejas.

—¿Y eso por qué?

Charlie o Draco habrían notado que estaba a punto de ponerse a la defensiva, y seguramente de abandonar el local, hasta que se percató de que era una tontería.

—Está saliendo con alguien más —explicó la bruja, procurando dar la noticia de la forma más suave que se podía. No creía que tuviese malas intenciones, pero Harry se rio al darse cuenta de qué pasaba.

—Sí, lo sé.

Ella parpadeó, aturdida. Harry estaba seguro de que Charlie ya habría enrojecido de tanto reírse de esa situación, y no pudo evitar responderle en el tono divertido que él habría usado.

—Sí, ese también era mi novio, tenemos un acuerdo de exclusividad entre los tres. Pero gracias por el aviso.

No creía que hubiese visto a una persona tan sorprendida al respecto desde que se lo explicaron a los Weasley.

Apenas salieron del local y Harry se lo contó a Draco, este frunció el ceño, lo besó, y se mantuvo pegado a él en el trayecto a través de la calle hacia el punto que usarían para Aparecerse.






Digamos que esta es la versión opuesta a la reacción de Crina, parece ser una anécdota común entre las personas que conozco que están en relaciones poliamorosas ¿?

El número de la suerteWhere stories live. Discover now