2. Tratala bien

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Narra Diego

Llegué al inmenso estadio Azteca, los jugadores del America, ya estaban practicando, estaba muy nervioso. Miguel me presentó a todos los jugadores, fueron muy amables conmigo.

Después Miguel le habló a su hija, ella estaba en las gradas, se levantó y fue hacia nosotros.

Nos presentó, estrechamos las manos, senti algo extraño cuando la toqué, algo así como un toque eléctrico. No se si ella lo sintió, pero de ser así, no hizo ningún gesto al respecto.

La chica era muy linda, aunque se veía algo demacrada, con ojeras y muy pálida.

—¿Te sientes mejor?—le preguntó su padre.

—Estoy bien, te espero hasta que termine el entrenamiento.

Se fue de nuevo a las gradas con la inmensa chamarra negra que traía puesta, al parecer estaba enferma, y aún así lograba verse bien. Deje de mirarla y tratar de enfocarme a lo que venía, fui a cambiarme a los vestidores y sali, entrenamos muy duro. Al terminar, fuimos todos a los vestidores.

—Chicos—entró Miguel— Me acaba de marcar un ejecutivo muy importante, creo que quieren pactar un juego pronto. ¿Le puedo pedir un favor?

—El que sea— dijeron todos, yo me limité a decir algo, no sabía todavía cómo funcionaban las cosas por aquí.

—¿Podrían llevar a Aly al médico? Esta muy mal y yo no podré hacerlo.

—Yo quisiera llevarla, pero tengo unos asuntos con mis hijos—habló Memo preocupado.

—No, no te preocupes.

—Yo la puedo llevar—dijo Guardado.

—¿En serio?

—Si, con gusto, su salud es primero.

—Muchas gracias Guardado. Tengo que irme, me esperan. Te la encargo mucho, cualquier cosa no olvides en decirme y voy.

—No te preocupes, ve.

Veía que realmente todos eran una familia, muy unida y que todos le tenían un gran cariño a Aly. También pude notar que Miguel les tiene una confianza enorme, pues no cualquiera dejaría sola a su hija con cualquier hombre.

Guardado se metió a las duchas rápidamente.

—¿Se llevan bien con Aly?—no pude contenerme a preguntar.

—Claro, es como una hermana pequeña para nosotros—dijo Raul.

— Yo la conozco desde que tiene ocho años, siempre ha sido muy linda y cariñosa con nosotros. Desde la muerte de la señora Lidya, Miguel la ha llevado a cada partido y evento de nosotros, pues no tiene con quien dejarla—habló Ochoa.

—Aparte sabe que nosotros la vamos a cuidar bien—dijo Hirving.

—Además, siento que ella siempre se ha acoplado a estar con nosotros—

—Si—dijeron.

—Trátala bien—me dijo Alan—Es como una regla no escrita que nosotros inventamos. Siempre cuidarla.

—¿Se imaginan cuando tenga novio?—todos miraron raro a Hirving por su comentario— Tarde o temprano pasará—rió.

—¿Nunca ha tenido novio?—los miré incrédulo.

—No, o por lo menos no que nosotros sepamos—dijo Edson.

—Es algo que tiene que pasar tarde o temprano—dijo Memo—Aunque será extraño verla con alguien.

—Al primero que se sobrepase con ella se las verá con nosotros—dijo Guardado saliendo de la ducha— Me tengo que ir, la tengo que llevar al médico.

Narra Aly

Seguía en las gradas, hasta que vi a Andres viniendo hacia mi, por fin nos íbamos.

—Yo te llevaré al doctor.

—Si, eso me dijo mi padre.

Fuimos hasta su auto, abrió la puerta del copiloto para que pudiese subir, una vez que ambos estuvimos adentro del auto, Andres condujo hasta el hospital mas cercano.

Bajamos, pedí una consulta y nos sentamos a esperar a que me llamaran.

Hablamos de muchas cosas, Andres me preguntó sobre mi vida amorosa, le dije la verdad, que en la escuela había un chico de preparatoria que me llamaba la atención, sin embargo, no tenía ni la mas mínima intención de hacer algo al respecto.

—¿Por qué no? ¿Temes que no te haga caso?

—Aparte de que soy súper penosa, no quiero aferrarme a nadie, mi papá viaja mucho y por largos periodos de tiempo, así que si tengo una pareja, siento que solo voy a sufrir en vano.

—Tienes razón.

—¡Número treinta y seis!—grito la enfermera, era mi turno.

Los dos nos paramos de nuestras sillas y fuimos al consultorio, la doctora me preguntó cosas como que había comido, mis síntomas y ese tipo de cosas. Me pasó a una camilla para revisarme mejor.

—Por lo que veo, tienes una severa infección en el estómago. ¿Has comido en la calle últimamente?—hice memoria.

—Ayer sali a cenar con unas amigas, pero no creo que eso me haya hecho daño.

—¿Qué cenaron?

—Tacos.

—¿De restaurant o en la calle?

—En la calle—Andres rió por lo bajo, le di un leve codazo.

—Mira, hay veces que los puestos de comida están infectados, ya que pasa mucha gente o carros a su alrededor, despidiendo cosas que se impregnan en la comida.

Me dio mi tratamiento y me dijo que tenía prohibido comer tacos por un mes.

Después de todo, Andres me llevo a mi casa, nos despedimos y entre a la misma. Mi padre aún no llegaba, así que me fui a mi habitación, tome mis medicinas y dormí.

Amor prohibido [Diego Lainez]Where stories live. Discover now