79. Aruba

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Narra Aly

Justo hoy cumplía los cuatro meses en tratamiento, si Diego y yo queríamos, podríamos comenzar a trabajar en que quedara embarazada. Era algo agotador, el tener que revisar fechas, días más fértiles, y muchas otras cosas, pero no nos podíamos rendir, no ahora que estábamos más cerca.

—Estoy agotada— decidí decirle mis sentimientos a Diego.

—¿A que te refieres?

—Agradezco el tratamiento y que tengamos una segunda oportunidad de poder concebir pero,es agotador el tener que hacerlo ciertas fechas, ciertos días y no me malinterpretes, me encanta estar contigo, de verdad lo disfruto mucho, pero de mi cabeza no sale el que tenemos que hacerlo para ver si todo sale bien.

—Si, te entiendo, siento lo mismo. Sabíamos que sería complicado.— hubo un silencio— Pero, si quieres darte un tiempo para descansar, yo... Lo entiendo.

—No quiero parar, estamos tan cerca.— acaricié su mejilla.

—¿Qué te parece si nos vamos de viaje? Escoge el lugar que quieras, en una semana que son vacaciones, nos vamos.

No se me hizo mala idea, nos despejaríamos de todo un rato, o por lo menos ese era el plan. Si las cosas se daban allá, que mejor y de no ser así, por lo menos regresaríamos desestresados.

***

—Tengo tres opciones— le dije a mi esposo— Mira, ven— lo llame al comedor, para que  pudiera ver la computadora.— El primero es, Aruba. Encontré un hotel céntrico, cerca de todo. El segundo, Brasil, en Río, siempre he querido ir. Y el tercero Finlandia, por las fechas más que nada, se ve maravilloso.

—Los tres destinos son preciosos, pero Río es más para salir de fiesta, esta el carnaval y según tengo entendido en Río no duermen— reímos.— Para mí Aruba suena mejor, pero ¿sabes que sería mejor? Si encontramos un hotel en una playa privada, sin que nadie nos moleste.

—Si, definitivamente eso sería mejor.

—Yo reservo, no te preocupes preciosa.

—Bien— le di un beso en la mejilla.

***

—¿Falta mucho?— le pregunté emocionada, apenas íbamos subiendo a la camioneta que nos llevaría hasta el hotel. Rió.

—No falta mucho preciosa— me dio un beso en la mejilla una vez que estuvimos sentados.

Tardamos al menos unos veinte minutos en llegar a un "fraccionamiento", pero al entrar me percaté de que no había casas por todos lados, como usualmente sería un fraccionamiento normal.

Avanzamos por unos cinco minutos más y vi una casa, muy amplia y con acabados blanquecinos, muy hermosa.

—Por fin llegamos— dijo.

—¿Es en serio?

—Hablé muy en serio cuando dije que era mejor para nosotros estar solos. Esta tiene su playa privada.

—Muero por verla— sonreí con emoción.

—Pues andando— bajamos de la camioneta, bajamos nuestro equipaje y nos adentramos a la casa.

Lo primero que vimos al abrir la puerta, fue el mar de colores celestes, gracias a un enorme ventanal que dejaba entrar la luz.

Lo primero que vimos al abrir la puerta, fue el mar de colores celestes, gracias a un enorme ventanal que dejaba entrar la luz

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—Wow.— fue lo único que pude decir delante de esta vista tan majestuosa.

—¿Te gusta?

—¿Que si me gusta? ¡Me encanta! Creo que es perfecto para estas dos semanas.

Desempacamos, y lo primero que hicimos después de eso, fue ponernos nuestros trajes de baño para ir a la playa, que era solo nuestra. Nos metimos al agua cristalina.

Playa, arena, miel y nosotros. Nada mejor.

La casa también tenía un Jacuzzi, y fue idea de Diego llenarlo para meternos, pero de ultimo minuto, preferí no hacerlo. La vista desde aquí era increíble, así que solo opté por sentarme a observar a Diego y a miel disfrutar del agua del Jacuzzi y del mar que estaba frente a nosotros.

—¿No tienes hambre, preciosa?

—Un poco, si— me acerqué a él y me senté por fuera del jacuzzi.— ¿y tú?

—También, ¿quieres comer fuera o pedimos?

—Siendo sincera, quiero comer fuera, quiero conocer este fascinante lugar.

—Bien, vamos a bañarnos, porque muero de hambre—nos dirigimos al baño.

***

—Cárgalo—me dijo Diego mientras Miel estaba parado en dos patas recargándose en mis pies.

No lo pensé dos veces y lo cargué, le estaba dando besos. Este pequeño había llegado a arreglar muchas cosas dentro de mí.

—Mira, se ven preciosos— me mostró su celular.

—Mira, se ven preciosos— me mostró su celular

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—Los amo—dijo y me dió un beso en la cien.

—Yo también los amo, literalmente son lo único que me hace despertar cada día.—sonrió por lo que acababa de decir y sus ojos se cristalizaron.

—Amo la vida de casado. Amo estar casado contigo. Amo despertar a tu lado. Amo que seas mi compañera.

***

Después de ir a comer y recorrer el hermoso Aruba, llegamos a la casa que rentamos.

Ahora se veía algo diferente, pues la luz del sol se había ido, pero eso no quitaba que la casa era hermosa, aunque el inmenso océano se oscureciera y solo se escuchara el sonido tenue de las olas.

Subimos a nuestra habitación y una vez que estuvimos acostados, todo se tornó tranquilo para mí, por primera vez en mucho tiempo, mi alma y mi cuerpo estaban en paz. Nada pasaba por mi cabeza mas que el hecho de estar ahí acostada con el amor de mi vida y con el sonido de las olas de fondo.

—¿Te había dicho que me traes mucha calma?—habló mi esposo.

—Creí que ya te habías dormido— reí un poco— Pero si, lo habias comentado algunas veces— sonreí.

—Bueno, pues hoy en especial me siento muy en paz.—me giré hacia él de manera que quedáramos cara a cara.

—Yo también— sonrió, pude verlo a contra luz.

—Me hace muy feliz saber eso—acarició mi mejilla.— Todo esto es por ti, por nosotros.

—Te amo.

—Y yo a ti— me besó de manera tierna al principio, pero nuestras bocas fueron intensificando cada vez más ese tierno beso hasta convertirlo en uno apasionado y con ganas el uno del otro...

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Casi termina esto, ¿que creen que pase?

Amor prohibido [Diego Lainez]Where stories live. Discover now