37. Eres para mí

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Narra Aly

Regresamos a la fiesta, tomados de la mano, ya no nos interesaba lo que los demás dijeran.

Nos sentamos en la mesa en la que antes estábamos.

—¿Quieres ponche?— me preguntó mi ahora novio.

—Si, por favor— le conteste con una sonrisa sonrojada.

—¿Qué está ocurriendo?— me preguntó Sofi una vez que Diego se fue.

—Pues...— me sonrojé.

—Dime que hicieron mientras se desaparecieron— habló pícara.

—¡No!— dije de inmediato y reímos— No, nada de eso. Es solo que, lo hemos hecho oficial— sonreí radiante.

—¿En serio?— Sofi se emocionó— Ya era hora— tomo mis manos— ¿Y como fue?

—Pues era algo que ambos queríamos desde hace tiempo, pero nunca creí que ocurriera hoy. Estoy muy emocionada. Fuimos a un parque muy bonito, y ahí me lo dijo. Tal vez no fue lo más romántico, lleno de lujos o cosas cursis, pero fue real, lo se, y eso para mi vale mucho más.

—Te ves muy enamorada—sonreí— Corrijo, se ven muy enamorados. La manera en como Diego te ve, es diferente a todos los demás, desde pequeñitos, desde que solo tenían dieciséis.

—Toma—llegó Diego y me entregó el ponche con una sonrisa para después sentarse junto a mí— ¿De que me perdí?

—Nada, solo digo que me alegra mucho que por fin lo hayan formalizado— Diego sonrió más ampliamente y puso su mano sobre la mía— Ya era hora— todos reímos.

—Si, ya era hora. No podía esperar un día más para que Aly fuera mi novia.

***

Los meses pasaban, y mi relación con Diego iba de lo mejor, aunque últimamente ya no lo había visto, los entrenamientos para los olímpicos habían comenzado, así como yo había comenzado a modelar.

Desde que llegué a México muchas agencias se habían contactado conmigo.

Quedaron en confirmarlo, pero lo que me preocupaba era que tenía una pasarela muy importante el mismo día que ellos tenían su primer partido en Brasil. Aunque no era un hecho, me preocupaba no poder estar ahí.

Tocaron el claxon afuera de mi casa, salí y ahí esta a él, en su Porsche esperándome con una sonrisa y no pude sentirme más afortunada por tenerlo por fin a mi lado.

Una vez que los dos estuvimos dentro del auto, nos dirigimos hacia el estadio. Cuando llevamos y bajamos, miles de reporteros se acercaron a nosotros corriendo y preguntando muchas cosas.

Yo como siempre intentaba pasar de frente sin ser grosera, aunque algunas veces si respondía lo que me preguntaban. En cambio Diego contestaba absolutamente todo, o por lo menos eso trataba.

—¿hace cuanto que están juntos?— dijo una reportera.

—Hace unos meses.

—¿Hay algún problema con que sea hija del entrenador?

—Ninguno—me tomó de la mano dándome seguridad.

—¿Van a ir juntos a las olimpiadas?

—Espero que pueda a acompañarme, es mi mayor inspiración— me sonrió y yo le sonreí de vuelta.

Le siguieron preguntando más cosas, que realmente no puse atención, solo lo miraba, era tan humano, trataba a todas las personas con cariño aunque no las conociera. Le pidieron fotos y amablemente aceptó.

Era mi ejemplo a seguir, porque aunque yo siempre trataba de responder, no me gustaba, no era muy afecta a eso. Toda mi vida vivi bajo la sombra de mi padre y del equipo, como cámaras a mi alrededor, sin privacidad ni respeto por nada, ni siquiera por la muerte de mi madre.

Salí de mi trance, íbamos por fin a entrar al estadio.

—Te admiro de verdad— le dije a Diego, me miró y sonrió.

—¿Por qué?

—Por como eres. Eres muy amable con todos, yo a veces aunque quisiera, me hacen enojar, no tienen respeto.

—Es su trabajo Aly.

—Lo se.

—Es su trabajo como el tuyo es modelar y ser reconocida. Es su trabajo como el mío ser futbolista y que la gente me conozca. La gente quiere conocernos, les intriga y no por eso son malas personas.

—Lo se, lo entiendo pero...— me quedé callada, el tema de mi madre y lo dura que fue su partida aún me dolía.

—¿Pero...?—tomé aire.

—Es solo que no se muy bien como llevarlo, nunca he sabido. Siempre me han hecho preguntas incómodas respecto al equipo, incluso siendo yo una niña— tomó mi mano.

—Entiendo, se me hacía absurdo ver el canal de deportes y que te hicieran ese tipo de preguntas.

—¿Cómo?— me sonrojé, no podía creerlo. Diego soltó una carcajada.

—Me encantaba el canal de deportes, por todo, y cuando digo todo, literalmente es todo. En ese canal te vi por primera vez, y no puedo negar que me gustaste.— lo miré incrédula— En serio— sonrió— Después cuando te vi por primera vez en el campo, al tocarte sentí una corriente eléctrica por todo mi cuerpo.

—Esto parecerá extraño, pero yo también lo sentí, solo que, hice caso omiso.

—Eres para mí— me dijo y me dió un corto beso en los labios.

Amor prohibido [Diego Lainez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora