30. No lo quería

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Narra Diego

—Hola—dijo, yo me acerqué y le tomé la mano—¿Que me sucedió?—miré a la enfermera.

—Señorita Aly, usted esta bien, el peligro pasó. ¿Usted tenía el conocimiento de su embarazo?—ella volteó a verme confundida, era obvio que no sabía nada.

—¿Que? Usted debe estar confundida.

—No, señorita, los resultados no mienten. Usted tenia aproximadamente tres o cuatro semanas de embarazo, los mareos y dolores fueron por eso.

—Pero es no es cierto—dijo— Yo no estaba embarazada.

—Le hicimos pruebas de sangre—sacó una hija de su portapapeles y se la entregó.

La hoja efectivamente decia que la prueba de embarazado era positiva. Sus ojos se cristalizaron y tomó su cabeza con una mano.

—No puede ser, él no merece esto—la abracé, no me importaba nada, ni siquiera Hector, si ella no estaba bien, yo estaría ahí para apoyarla.

—Los dejo solos—dijo la enfermera  y se retiró.

—Diego, él no merece esto. Le fallé, le falle y ahora esto— sollozó— No se como se lo voy a decir.

—Calma Aly. Él lo entenderá y te apoyará—dije con todo el dolor de mi corazón.

—¿Apoyarme? ¿Después de que le falle?

—Lo siento Aly, todo esto fue mi culpa, si yo no te hubiera besado, y si yo no te hubiera hecho enojar, todo estaría perfecto. Tú no le habrías fallado y no hubiera pasado nada con el embarazo, serían una familia—me tembló la voz al decir las últimas palabras.

—Me siento muy mal, ¿y sabes por qué?

—Lo se, porque él no se lo merece.

—No, porque realmente me gustó—la miré, pero ella desvió la mirada.

Narra Aly

Me habían dado de alta, de nuevo estaba en casa de Edson y Sofi.

—Lo siento, no era la forma en la que pensaba estar en México.

—No te preocupes—dijo Sofi—Lo que importa es que estás bien.

—Para eso esta la casa, para nuestros amigos—dijo Edson.

—Muchas gracias chicos, en serio. Pero por favor, no vayan a hablar de esto—los miré a los tres— No quiero que se haga un alboroto.

—Cuenta con nosotros—dijeron los tres.

—¿Y como te sientes?—preguntó Diego.

—Para ser sincera, algo agotada.

—¿Quieres algo de comer?—me preguntó Sofi, me dió pena que tuvieran que atenderme por mi estado.

—No Sofi, estoy bien, gracias—miré a Edson y a Sofi— Escuché que hoy tenían planes.

—Si, pero...—interrumpí a Edson.

—Pero nada, no quiero que se queden en casa solamente por la situación, me siento mucho mejor, ustedes hagan de cuenta que no estoy y que todo está perfectamente.

—No podemos dejarte en ese estado.

—Estoy bien Edson, estoy bien, lo prometo. Vayan y disfruten.

—Si, ella tiene razón. Ustedes vayan y disfruten, yo puedo cuidarla—Sofi y Edson se miraron.

—¿Están seguros?

—Claro que si Sofi, disfruten, mañana amaneceré como nueva y les prometo que saldremos.

—Cuídala bien—le dijo Edson a Diego.

—Sabes que si.

Se despidieron y se fueron.

—Bueno, si necesitas algo, estaré allá abajo—abrió la puerta para irse.

—Oye—dije antes de que la cerrara. Volteó a verme— ¿Puedes quedarte conmigo?—no quería que se fuera, no quería estar sola, tenía la necesidad de tenerlo cerca.

—Claro—sonrió. Cerro la puerta, se acosto en la cama conmigo y tomó mi mano—Siempre.

Lo abracé y recosté mi cabeza en su pecho cayendo en un profundo sueño.

Desperté repuesta, ya no dolía nada y había recuperado el sueño, estar cerca de Diego me hacía bien.

***

—Bueno, me tengo que ir—dijo Diego tomando sus maletas. Era la última llamada de su vuelo a Sevilla.

—Si, te veo allá—le dediqué una sonrisa forzada, tenia mucho miedo de lo que podía pasar los próximos días, tenía miedo de que todo fuera como antes.

Lo vi alejarse por el pasillo, no sin antes darme un fuerte abrazo y un beso en la frente, se que él tenía el mismo miedo que yo.

Después de cuatro horas, era hora de abordar mi vuelo y así lo hice. Los nervios comenzaron, no sabía que iba a decirle a Hector ¿me perdonará?

Desperté, era tarde y temblaba, los nervios por aterrizar estaban cada vez mas presentes.

Salí del avión, fui por mi equipaje y Hector ya estaba esperándome, me abrazó y me dijo que me había extrañado. Me sentí culpable.

—Te siento distante—me dijo cuando estábamos cenando en casa.

—Hay algo muy importante que tengo que decirte—lo miré—Me puse mal en Mexico...—comencé diciendo. Tomé aire— No se como decirlo—susurré.

—¿Mal? ¿Por qué? ¿estas bien?

—Si, ya estoy mejor, pero—tomé aire.

—Por favor, dime ya.

—Bueno, comencé a sentirme mal, tenía mareos muy intensos, y comencé a sangrar. Me dolía el estómago y me desmayé. Cuando desperté estaba en la cama de un hospital y llegó Diego con un doctor, el doctor me dijo que yo estaba...—agaché la mirada— Que yo estaba embarazada.

—¿Qué?—sonrió—O sea que estas...—me tomó la mano y en sus ojos pude ver la felicidad y entusiasmo, me dolió verlo así— Espera, ¿Pero los mareos y el sangrado de que fueron? ¿Tú estas bien?

—Tuve un aborto espontáneo, tuvieron que hacerme un legrado porque prácticamente era le vida del embrión o la mía.

Sus ojos se cristalizaron, se quedó mirando a la nada, no pronunciaba ninguna palabra.

—Me hubiera gustado...—me miró, me sentí mal por no poder decirle lo mismo.

—No era el momento—me miró.

—¿Qué dices? No me digas que tu no querías un pequeño, corriendo por la casa. Un pequeño que tuviera tus ojos, o un pequeño al que le pudiera enseñar sobre fútbol.

—No, Hector. No lo quería, no estaba preparada.

—Pues que egoísta, porque a mi me hubiera encantado.

—¿Egoísta?— comencé a enojarme— No lo quería, no estaba lista.

—¿Tu lo sabías? Tu provocaste que todo esto pasara para no tenerlo ¿verdad?

—No puedo creer que pienses eso y aunque así hubiese sido ¿que tiene de malo? Yo no lo quería.

—Pero yo si, era decisión de los dos.

—Si, decisión de los dos pero sufrimiento de uno. Para ti es fácil decir que lo querías, pero la única que sufriría durante nueve meses hubiera sido yo—no me dijo nada, hubo un silencio hasta que lo rompió.

—Solo contéstame una cosa, ¿me quieres? ¿Me quieres tanto como para tener un futuro juntos?

Amor prohibido [Diego Lainez]Where stories live. Discover now