70. Strudel

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Narra Aly

Al poco tiempo llegó Diego a casa.

—¡Ya llegué!— se escuchó en la planta baja. Mis nervios se hicieron presentes, le iba a decir que estaba embarazada por fin.— Hola amor, ¿que haces?

—Nada, nada... Solo...— no sabía que decirle— ¿Cómo te fue?— le di un beso en la boca con saludo.

—Muy bien, Miguel nos dijo que teníamos partido contra Estados Unidos en tres semanas.

—Que bien— trate de poner una sonrisa.

—¿Todo bien, amor?

—Quiero decirte algo— me miró con cara de preocupación— No es nada malo, lo prometo— su mirada cambió de inmediato por una más relajada— Pero primero, cierra los ojos.

—Oh, una sorpresa— sonrió y cerró los ojos.

—Si, algo así — me acerqué y le di un rápido beso en los labios. Una sonrisa se formó en su boca— No los abras.

—No— rió.

Fui al closet en busca de la prueba, que previamente había metido en una cajita blanca, con un poco de papel color paja. Fue lo único que se me ocurrió, además tenía el tiempo contado antes de que Diego llegara a casa. Regresé rápidamente con la caja.

—Estira tus manos— siguió mis indicaciones y puse la caja en sus manos— Okay, a la cuenta de tres, abres los ojos, ¿de acuerdo?— asintió— Bueno, una, dos... tres.

Abrió los ojos y al ver la caja, me miró un poco extrañado, pero se tragó sus preguntas y la abrió. Escarbó entre los papeles hasta encontrar la prueba y la sacó.

—Es lo que creo que...— la miró atento. Me miró con la boca abierta de la impresión— ¿Es en serio?— sus ojos comenzaron a cristalizarse. Asentí de igual forma.— ¡Voy a ser papá!— se levantó y me abrazó.

Me dió vueltas en el aire. Yo estaba muy feliz, al igual que él.

—Vamos a ser papás, mi amor— le dije de manera tierna una vez que me dejó en el piso.

Me miró, de sus ojos ya caían las lagrimas, pero la sonrisa no se la borraba nadie.

—Te amo, los amo— me soltó del abrazo y bajó a la altura de mi vientre y comenzó a besarlo. Sentí una inmensa felicidad en mi interior, como que aún no creía lo que estaba pasando.

—Te amamos— salió de mi boca.

—Aly, mi amor— se puso a mi altura— Prométeme que cualquier malestar o antojo, vas a decírmelo, ¿si?— acarició mi mejilla.

—Te lo prometo, mi cielo— reímos y nos dimos un beso.

—Tengo que decírselo a mis papás, pero no quiero hacerlo por teléfono, ¿te parece si este fin de semana viajamos a Tabasco?

—Es una gran idea, cielo.— ahí caí en cuenta que yo también tenía que decirle a papá.— Pero, antes, hay que hablar con mi papá.

—Si, lo antes posible.

—Mañana.

—Si, cuando te sientas segura.

***

Al día siguiente, organicé una comida muy personal y rica, antes de que terminara el entrenamiento.

El plan era que Diego llegara con mi papá, comer y darle la noticia, sencillo, pero no se como reaccionaría, pues aunque ya teníamos un año de casados, siento que sentiría tristeza. Después de todo, siempre hemos sido solamente él y yo, y ahora yo voy a ser mamá, es como si me desprendiera poco a poco de él, además siento que para un papá, su hija siempre será su bebé y ahora yo estoy casada, y esperando un bebé. Por otro lado siento que es algo que tenía que pasar tarde o temprano, ¿no?

Me llegó un mensaje de Diego, diciendo que iban en camino a la casa. Yo ya estaba bañada y cambiada, decidí ponerme un vestido no muy elegante, pero tampoco tan casual, después de todo, era una noticia importante para nosotros.

Se escuchó el motor del auto afuera de la casa. Habían llegado.

Salí a recibirlos.

Estábamos comiendo mientras conversábamos del siguiente partido pactado. Yo les decía que los podría acompañar sin problema, no tenía shootings, y tampoco pasarelas en esos días.

Después de la comida, Soco, la señora que nos ayuda con la limpieza de la casa y otras cosas más, sirvió el postre. Después de eso, ya le daríamos la noticia a papá. Estaba nerviosa.

—Es el strudel que...— se quedó callado papá.

—¿Que hacía mamá? Si— sonreí.

No lo habíamos comido desde que ella se fue, pero sentí que era bueno hacerlo, siento que es una manera de sentirla cerca en este día.

Terminamos el postre y era hora de dar la noticia. Tomé la mano de Diego por debajo de la mesa y la apreté.

—Queremos darte algo— comenzó diciendo mi esposo, mientras yo me levanté de la mesa y fui al pequeño cuarto a lado del recibidor.

—¿Qué es?— escuchaba que mi padre preguntaba desde el comedor.

—Una sorpresa— le contestó.

Tomé la cajita de madera y salí del cuarto.

—Es una sorpresa—volví a decir. Estiré la mano para entregarle la cajita.

—Pues gracias— dijo algo desconcertado, observando la cajita por fuera.

—Ábrela— le comentó Diego.

Estaba a punto de suceder.

Abrió la cajita, y lo primero que vió fueron par de zapatitos blancos. Volteó a vernos con cara de sorprendido.

—¿Es en serio?— asentí con la cabeza. No supe que más decir, estaba esperando su reacción.—No puedo creerlo Aly— seguía viendo la caja con los zapatos, hasta que volteó a verme y pude notar sus ojos cristalizados— Voy a ser abuelo— se paró de la silla dirigiéndose hacia mí y me abrazó.

Realmente no supe que estaba pasando en ese momento, pero lo disfruté, todos los nervios se fueron de mi cuerpo y también abracé a mi papá.

Una vez que no separamos, fue a abrazar a Diego.

—No lo puedo creer— limpió un par de lágrimas que caían de sus ojos— Los felicito, no saben que feliz me hace esta noticia. Será el bebé más amado.

—Si lo será, el bebé más amado y deseado del mundo— comentó Diego y tomó mi mano por arriba de la mesa, yo me limité a sonreír, aún no sabía que decir.

—¿Tus padres ya lo saben?

—No, viajaremos el fin de semana a Tabasco para darles la noticia.

—¿Y como crees que reaccionen?

—Probablemente igual que usted— reímos.

——————

Porque ustedes lo pidieron, un mini Diego, o una mini Aly, aún no sabemos que será. 🤷🏻‍♀️

Amor prohibido [Diego Lainez]Where stories live. Discover now