👑CAPÍTULO 21👑

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ALEXANDER

Navego por internet, mientras Alicia prepara chocolate, en busca de las redes sociales de desesperada, en espera de que ahí pueda encontrar algo que me sirva para desenmascararla.

Levanto la mirada brevemente cuando Ted entrar a la cocina, con la ropa de Mario y el cabello ligeramente húmedo.

Durante el trayecto a la casa de Lara, había empezado a llover, por lo que él terminó empapado, así que decidimos pasar a la casa de Mario y Alicia al ser la más cercana para que se cambiara y resguardara de la lluvia, después de dejar a Lara.

Lo escuché abrir el refrigerador, para seguido servirse un aperitivo. Era interesante ver cómo podía comer mil cosas y mantenerse en forma.

—El pastel se está poniendo duro —dijo a Alicia.

—Pensé que te gustaba duro —bromeé.

—Eres un idiota—expreso Ted al notar el doble sentido.

Ambos nos quejamos al sentir un golpe en la nuca. Miramos a Alicia.

—Comportase al menos frente a mí idiotas —expuso, para seguido servirnos el chocolate.

Ted se llevó un pedazo de pastel a la boca y se inclinó a mí.

—¿Qué haces? —pregunta.

En vez de darla una repuesta, apago la pantalla.

—Intentas recabar información de Lys, ¿no? —Me sonrió con burla—. Es la primera vez que te veo obsesionarte con alguien Alexander. Es divertido e interesante.

Se sienta a mi lado.

—¿Quién crees que gane? —pregunta a Alicia.

—Es difícil, pero tomando en cuenta que las mujeres somos más perversas que ustedes, existe la probabilidad, que por fin conozcas la derrota Alexander.

Ante mi mirada, ambos comparten una sonrisa divertida. Sabía que solo lo decían para fastidiarme, porque detestaba que me subestimaran.

—Saben chicos, no se trata de que tan rápido llegue a mi objetivo, sino la manera en que lo haga —agrego, lo que hace que Ted me mire con interés.

Nadie me conocía tan bien como él, para saber que, si algo se me metía a la cabeza, no descansaría hasta llevarlo a cabo.

—Por cierto, ¿A dónde está Mario? —cambio de tema.

—Está asesorías de nuevo, por el examen —menciona Alicia— si vuelve a sacar bajar su promedio, mi papá lo matará.

Alicia y Mario eran hermanastros, pero habían crecido juntos, que se veían como si en verdad la misma sangre corriera por sus venas.

Ambos compartimos mirada, con una sonrisa cómplice.

—Iremos a saludarlo —dice Ted, levantándose, pero sin soltar el plato con pastel, y yo mi taza.

—Dudo que esté estudiando —murmuro, al salir de la cocina.

—Lo está, solo que empezamos con álgebra, no biología.

Atravesamos el jardín más rápido de lo que deberíamos, entusiasmados por atraparlo. Por lo usual, Mario siempre utilizaba la cabaña para encuentros con sus amantes, ya que era más fácil meterlos por la puerta trasera de la barda que rodeaba la mansión.

Ted fue quien se atrevió a abrir la puerta sin tocar antes, con la cuchara en la boca, saboreando el pastel. Mario y su supuesto tutor se sobresaltaron al mirarnos. Mire con interés la posición en la que estaban.

—Eso se ve muy incómodo —murmuro, bebiendo del chocolate.

—¡Chicos!, ¡lárguense! —grita Mario.

—Trío o que —propuso Ted, guiñándole un ojo al chico, quien parpadea desconcertado—. O ¿quieres participar Alexander? —Casi me ahogo con el chocolate cuando agrega eso.

—No, no, yo solo observo, es más excitante —digo al recuperarme. El rostro de Mario se pone rojo.

—¡Largo!

—Que al cabo ni quería —declara Ted, encogiéndose de hombros y probando otro pedazo de pastel— ¿Quieres? —ofrece al ver que no le quitaba la mirada de encima— parece que se te bajo el azúcar y otra cosa —señala a su entrepierna.

—Solo lo diré una vez más, ¡largo!

Ambos reímos con burla.

—Si sigues gritando tu padre te escuchará, y entonces si estarás acabado, y quien se terminará largando será tu amiguito —señalo al chico—. Aparte, no creo que aún estés listo para salir del closet y explicarle esto a tu padre.

Mario mira al techo, en busca de controlar su enojo.

—Si no salen en este momento, el próximo que terminará en esta posición será uno de ustedes, y saben cómo puedo conseguirlo.

Ted y yo nos miramos.

—Yo primero —me apresuro a decir

—No, yo primero —contradice Ted.

—Que no, quiero ver si es verdad que si aflojas no duele.

—Fui el que propuso venir a verlo, es mi derecho.

Ambos empezamos a discutir quien sería el primero, irritando más a Mario, pues él sabía lo heteros que somos, pero sobre todo que estábamos jugando, porque nunca tomábamos sus amenazas en serio.

—Idiotas —lo escuché murmurar, para seguido ver de reojo como se alejaba del chico y comenzaba a vestirse.

NOTA DE AUTOR:

Para amigos como estos, quien quiere enemigos.


Amor cruel⭐Donde viven las historias. Descúbrelo ahora