👑CAPÍTULO 46👑

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LYS

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LYS

Por qué cuando intentar ver la luz al final del túnel, la oscuridad me alcanzaba.

—¡Lys!, ¿Qué estás haciendo?, puedes enfermar.

Al levantar la mirada me encontré con Mario. El más inofensivo de su cuarteto, pero con personalidad agridulce. Caracterizado por ser selectivo a la hora de elegir con quien relacionarse. No es agresivo, pero cuando se meten con las personas que le importa no se limita a soltar puños hasta que vea correr la suficiente sangre.

Trata bien a cada chica con la coge, antes de ligársela y después de dejarlas. No suele presumir de su dinero, y no le gusta depender demasiado de sus padres. Suele ser el que escucha las penas de sus amigos. Le desagrada que le abracen sin su autorización porque ama su espacio personal.

Tiene cejas tan negras como el rincón más oscuro de un callejón sin salida, sus ojos son chispeantes e hipnotizantes. Su labio inferior es voluminoso más que el superior, su cabello está un poco largo y rizado. Tiene nariz perfecta y su rostro es algo cuadrado.

Torcí la boca, las chicas de los pasillos sí que proporcionaban información detallada de ese grupo.

—No lo tomes a mal, pero quiero estar sola Mario.

Él ignoro mis palabras y envolvió entre sus brazos, llenándome de su calidez. Me tense.

—Un abrazo siempre significara más que mil palabras de consuelo —murmuró, para después apartarse—. Cuando necesites hablar búscame.

Lo miró con interés, ¿acaso estaba empatizando conmigo?

—Ah, una cosa más, no le digas a Alexander del abrazo, es algo autoritario y controlador con lo que respecta a sus chicas, pero tranquila, tiene sus límites con las mujeres —sonreí ante sus palabras.

—Le tengo que decir rojo en algún momento —ante mis palabras frunce el ceño, sin comprender el chiste—. Olvídalo, chiste literario.

Él asintió y se alejó de nuevo al edificio de carreras.

👑👑👑

ALEXANDER

Me encontraba en el vestidor quitándome el atuendo. Había logrado escapar de la prensa con la ayuda de señor Daniel, al decirle que si ganaba debía evitar que me tomaran foto.

Al regresar a la oficina, Dorotea corrió hacia mí y me envolvió en sus brazos.

—Eres genial, ganaste.

—No por algo me llamarón el rey de las carreras —dije— ¿Ya no estás enojada? —pregunté, y ella negó con entusiasmo.

—Me dijo Mario que si ganabas el dinero era para mí —menciono.

—Eres materialista, chica —sonreí.

—Soy unas Sanz, ¿Qué esperabas?

Era divertido ver cómo le tiraba mierda a su familia.

Amor cruel⭐Onde histórias criam vida. Descubra agora