👑CAPÍTULO 57👑

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ALEXANDER

Cuando logre liberarme, avance a la salida. Menos mal que había ido a varios campamentos de pequeño y sabía de nudos, si no ahora mismo seguiría atado a esa maldita silla.

Limpie con cuidado la sangre de mis muñecas ante el dolor palpitante en ellas, mientras dejaba viajar la mirada por el lugar. Parecía ser un muelle, pero desconocía si estaba a las afueras de la ciudad o en otra ciudad. Con cuidado metí la mano al bolsillo de mi pantalón para sacar mi celular, que por suerte no me habían quitado, y busqué cuál era mi ubicación.

Solté un suspiro de alivio al ver que estaba a las afueras de la ciudad. Salí de la aplicación y fui directo a mi agenda, en busca de a quien llamar. Me detuve a ver el contacto de Alicia, no, le avisaría a Dorotea y aún no estaba preparado para hablar con ella de lo sucedido, me detuve al ver el contacto de Jos, pero marcarle significaba traer consigo a Mario, quien iría de chismoso con Ted, el cual no dudaría en ir a mutilar a aquel trío de imbéciles que se creían matones.

Me llevé la mano a la cabeza, frustrado, porque mi familia tampoco era una opción.

Al final me decidí por un taxi, ya que Lys me mandaba directo a buzón. ¿A dónde demonios se había metido?

Al llegar el taxi, le di la dirección de Lys. Necesitaba averiguar si estaba bien y el trío de imbéciles no le habían hecho algo, aunque dudo que hayan podido ponerle una mano encima.

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LYS

Pegue el taxi y avance a mi edificio, encontrando a Alexander en la entrada. Lo escaneé de pies a cabeza.

Mi cuerpo dolía, tenía un labio partido, mi ropa estaba completamente sucia. Su rostro estaba decorado de algunos moretones, de su nariz salía sangre, al igual que de su labio y a pesar de lo fatal que nos mirábamos, cuando nuestras miradas se encontraron, sonreímos.

—Un día largo, ¿no?

—No tienes idea —dije.

Quizá no deberíamos reírnos, sino preocuparnos por cómo nos veíamos, pero no, solo estábamos uno frente al otro sonriendo como un par de locos, mientras las personas que pasaban por nuestro lado nos miraban asustados.

Ninguno planeo cruzarse en el camino del otro, y de odiarnos llegar a entendernos. Pero como dicen, dios los crea y ellos se juntan. Y Alexander y yo éramos el claro ejemplo de ello.

Ambos avanzamos a nuestro encuentro, y cuando estuvimos uno frente al otro, con escasos centímetros, tomó con cuidado mi cara, limpiando de ella la suciedad con suavidad.

—Eres un desastre —murmuró— y aun así te ves linda —agregó.

Sonrío, y mi acción provoca que me queje ante el dolor que percibo en mi labio.

—Qué te parece si subimos a tu departamento, tomamos un baño, nos curamos, hacemos la cena, ya que muero de hambre, y hablamos de nuestro maravilloso día —propone, limpiando la sangre que brota de mi labio.

—Suena bien.

Él desliza su mano a la mía y guía a la entrada del edificio. Cuando el dueño nos ve, luce preocupado.

—Se calló, y como no la atrape, me golpeo —explicó Alexander. Golpee su brazo y se quejó entre medio de una risa.

—Ignórelo —dije, para seguido tirar de él en dirección a las escaleras.

Al entrar al departamento, avente la mochila al sillón y volteé a ver a Alexander.

—Báñate primero, iré a buscarte algo de ropa.

Amor cruel⭐Where stories live. Discover now