unus

100 22 0
                                    

Park Jimin era un chico feliz con su familia. Su vida era maravillosa a los cinco años. Sus padres lo amaban, lo adoraban y lo concentían. Era lo único que necesitaba para sonreír todo el día.

Una noche su padre no llegó. Ni él ni su coche. Y después fue a visitar con su madre una lápida con el nombre de su progenitor en ella a diario.

No entendía a la muerte ni por qué se llevó al hombre que lo amaba, lo adoraba y lo consentía. Tampoco sabía hasta cuándo iba a volver a verlo para volver a decirle "Te amo" o "Te extraño". No sabía cómo explicar lo que sentía cada vez que recordaba que su padre ya no lo iba a abrazar, ni cuando veía a su madre llorar la mayor parte del día. Entonces supuso, que la mejor manera de responder aquellas preguntas que no lo dejaban dormir, era no buscar sus respuestas.

Se empezó a aislar de los demás. Ya no quería jugar con los niños de su kinder o tan siquiera hablarles. Quería estar solo y sólo pensar en buscar una solución para que su madre dejara de sufrir todos los días.

De verdad que quería estar solo, pero un pelinegro entrometido se había sentado a su lado a preguntar que cómo estaba. Jimin no le quiso responder y solo le dió la espalda; pero aquel otro niño le seguía insistiendo de que le hablara y se hicieran amigos.

― No quiero.―había respondido el pequeño rubio con mejillas regordetas.

―Juega conmigo. ―Y había jalado de su mano para que se levantara de la banca donde estaba sentado, pero Jimin era mucho más gordito y pesadito que el contrario, haciendo que se cayera e impactara al suelo. Jimin se asustó al ver el chico tirado por su culpa, y sintió más culpa cuando sus ojos amenazaron en soltar algunas lágrimas.

Rápidamente fue a ayudarlo a levantarse y lo invitó a sentarse de nuevo a la banca donde todo había iniciado.

―Perdón... Yo no quería tirarte. ― balbuceó con pena el pequeño rubio.

―Está bien. ―respondió el contrario sin resentimiento. ―Me llamo Hoseok, pero mis papás me llaman Hobi. ¿Y tú?

Jimin se sorprendió de lo rápido que Hoseok pudiera socializar, ni siquiera le reprochó del por qué lo había tirado. Seguía insistiendo que quería ser su amigo.

―Jimin. Y mis papás me solían decir Minnie.

―¿Estás hablando del pasado? ―cuestionó el confundido Hoseok.

―Es que... ―Agachó la mirada, pensando si decirle a un extraño su vida era buena idea. Nadie sabía que su padre había muerto y tampoco quería llamar la atención de los demás, solo quería sufrir solo. ―Papá murió hace unos meses y nunca más lo volveré a escuchar decirme Minnie...

Las lágrimas se le escaparon sin avisar. Agachó la mirada recordando al gran hombre que lo crío y amo. Nuevamente sentía esa necesidad de escapar de todos y llorar en algún rincón, pero unos brazos lo rodearon y sintió un cuerpo muy cerca de él abrazándolo; así como su padre hacía cuando estaba triste o enfermo.

―¿Qué haces?  ―reclamó, intentando zafarce de él.

―Abrazándote.

―No quiero abrazos.

Todos necesitamos un abrazo cuando estamos tristes. ―respondió sereno Hoseok. ―Y también un amigo para desahogarte y apoyarte.

Aquellas palabras hicieron pensar a Jimin si era necesario conseguir un amigo con quien jugar, hablar y abrazar. Volvió a preguntarse si prefería estar solo o con alguien quien lo hiciera sentir feliz, como en ese momento.

Desde ese día, Hoseok y Jimin se volvieron mejores amigos.

El pelinegro fue el sostén de Jimin por los siguientes años tras la muerte de su padre. Lo ayudó a superarlo y afrontarlo, y también lo ayudó a volver a sonreír.

¡Buscando Nuevo Mejor Amigo! | ᴠᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora