8 - Me basta un traguito de cerveza.

78 4 14
                                    

—Sabes que Emma va a matarnos, ¿verdad? —preguntó Beth, sentándose en una de las mesas de la terraza y pensando en pedirse un zumo de melocotón. 

—Ese es un problema del futuro. Le has dicho que está bien, ¿verdad? —Beth asintió. También le había dicho que la llevarían a casa a las tres y cuarto y la había dejado en visto —. Pues ya estaría. 

Lo hacía sonar muy fácil, pero no podía parar de pensar en la bronca que iba a soltarle su hermana por no ser una adulta responsable. Quizás volviese a echarle en cara que no tenía hijos y que no tenía ni idea de cómo criarlos. Aunque, por otra parte, Izan sí tenía una hija y la idea había sido suya. Quizás pudiese echarle las culpas a él. 

Cuando vino el camarero, Izan interrumpió a Beth antes de que pudiese pedirse su zumo y acabó pidiendo dos bebidas alcohólicas. 

—Creo que lo correcto sería mantenernos sobrios por si Nerea nos necesita. 

—Siempre te lo has pensado todo demasiado, diviértete un poco. Podemos beber alcohol. Somos adultos, y hemos venido andando. Además, es muy temprano. Hasta que tengamos que llevarla a casa, ya habrán pasado bastantes horas y se nos habrá bajado la borrachera. 

—¿Tienes pensado emborracharte? 

—No tengo pensado nada —Beth sonrió y le dio un trago a su bebida. Tampoco recordaba la última vez que había bebido algo con alcohol, quizás porque había visto los efectos que había tenido en Hugo, aunque sabía que no podía justificar su infidelidad con que estuviese borracho. 

Por suerte, Izan empezó a contarle anécdotas de Nueva York y le permitió dejar de pensar en su desastre de matrimonio. Según avanzaba la noche, hasta consiguió reírse de manera genuina por primera vez en mucho tiempo. 

—¿En serio? 

—Te lo juro —siguió diciendo Izan, con una media sonrisa —. Fue de lo más vergonzoso que viví en mucho tiempo. No sabía que era un famoso, pero se lo tenía merecido. Se creía el rey del mundo. Si lo sé, le pongo más sal a la comida. 

La sonrisa de Beth se fue apagando poco a poco, hasta ponerse seria. Pensó en la vida que había vivido Izan, y en lo que le envidiaba a veces. Abriendo restaurantes por todo el mundo, visitando y teniendo la suerte de vivir en tantos sitios diferentes: París, Londres, Pekín, Nueva York, Berlín, Cancún, Buenos Aires... Si le dijese que no había un sitio que no le quedase por ver, se lo creería. 

—A veces, pienso en cuando éramos pequeños —comentó, jugando con la etiqueta de su bebida —. En lo triste que estabas, y me alegro mucho de que ahora seas tan feliz haciendo lo que te gusta. 

—Ah, olvidaba que el alcohol solía ponerte depresiva. 

—Lo digo en serio. 

—Lo sé —dijo él, con una media sonrisa —. A mí también me gustaría que fueses feliz haciendo lo que te gusta, no conozco a nadie que se lo merezca más. Siento mucho que lo del libro no haya salido bien, pero no creo que debieses rendirte. A mí no me gusta leer y me leí tu libro como cien veces. 

—Qué exagerado. 

—Hasta creo que fueron más —ella puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar sonreír. 

—Hay muchas cosas que no han salido bien. 

—¿Te refieres a Hugo? —Beth asintió un poco. Izan la observó, cuestionándose si debería preguntar más al respecto. Estaban allí para divertirse, no quería que se deprimiese todavía más —. ¿Qué os ha pasado? 

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jun 29, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

El mejor amigo de mi hermano (EMADMH#2)Where stories live. Discover now