⇝ Capítulo 40

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•──•──•──•✦•──•──•──•LA UNIÓN

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LA UNIÓN.
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NARRA ALEC.
Observé alerta mi entorno, pendiente de cualquier movimiento. Coloqué la flecha –no runificada– en el arco mientras lo tensaba y apuntaba lo más cerca que podía a mi objetivo. Este sonrió y cambió de apariencia. Al ver a mi chica tras tantos días sin hacerlo, me fue inevitable no mostrar dudas. Me reñí al notar mis dudas en disparar y lo dice dándole en el hombro. Gimió de dolor y sentí como algo en mi interior se estrujaba. Pero mi dolor no hizo más que aumentar en cuando volvió a ser el subterráneo que era antes de transformarse en ella.

Desde su desaparición había decidido no runificar algunas flechas e incluso para asegurarme de no matar a quienes pudiesen tener algo de información, compré algunas flechas en el mundo mundano. Con ellas, solo hería de gravedad a los subterráneos y les podía afligir tal dolor que hacía que se mostrasen más conversativos conmigo.

Porque sí. Para mi sorpresa y la de muchos al enterarse de ciertos rumores... Violar Los Acuerdos me era indiferente, si con eso podía dar con Atenea.

—¿La conoces? —gruñí acercándome al subterráneo.

—Alexander Lightwood —una tercera voz habló—. ¿Te atreves a atacarnos?

—Magnus —saludé e ignoré su pregunta volviendo a mirar a mi presa—. ¿Qué es lo que sabes?

—Na-nada, lo juro —se removió ante mi mirada y bajó la cabeza—. Ella... Me ayudó una vez. No sé nada más de ella desde entonces.

—Largo —gruñí, le saqué la flecha de un tirón y me alejé—. Adiós Magnus.

—¿Esto es tu nuevo hobby, leoncito? —pausó—. ¿Perseguir a los míos, que poco saben de Valentine, y atacarlos? No es un acto que esperase de ti.

—Si saben poco o no, lo decidiré yo —mascullé y me giré para encararlo—. Ella sigue ahí fuera. Y mientras así sea, no me detendré. La encontraré.

—Llevas días así —musitó con pesadez el brujo—. Y sin resultado alguno, ¿no crees qué deberías probar algo diferente?

—¿Acostarme contigo, por ejemplo? —pregunté con ironía molesto—. No puedo hacer más que esto —ladeé la cabeza con frustración—. He ido con Izzy a interrogar a la gente de Valentine y no hacen más que dar su vida a su causa, ¿qué más puedo hacer?

—Está no es la forma —dio un par de pasos hacia mí—. Haré que mi gente no avise a La Clave de tus acciones. Sólo espero recibir un pago pronto, leoncito.

Y sin más, desapareció entre las sombras. Solté un suspiro y me colgué el arco en el hombro. Salí de aquel callejón y me dirigí al Instituto, preguntándome si lo que estaba haciendo estaba bien. Tenía dudas, pero su ausencia acallaba todas ellas.

La flecha que nos unió » Alec Lightwood | ✓Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang