🏹 | Atenea Sageness, conocida
por su destreza en Idris, acaba
por azares de la vida en el Instituto
de Nueva York. Dónde no solo
conocerá a promesas de La Clave,
como Alexander Lightwood,
también se verá envuelta de
problemas y rodeada de cao...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
•──•──•──•✦•──•──•──•
MÁTAME. DESTRÚYEME, SI QUIERES.
A DIFERENCIA DE TI,
YO AL MENOS, PUEDO DECIR QUE HE SIDO FELIZ.
•──•──•──•✦•──•──•──•
Atenea volvió a jadear. No sabía tan siquiera donde estaba. Hacía frío y su cuerpo tiritaba, aunque sabía a que eso no se debía precisamente por eso. Había perdido mucha sangre, estaba débil y había empezado a ver borroso. Tenía miedo de morir sin ser nadie.
—Atenea —oyó a la lejanía la voz de alguien conocido—. Soy yo, Angel... No puedes hacerte esto. No puedes hacernos esto, Atenea.
—¿De... qué... hablas...? —balbuceó con dificultad, tosió escupiendo sangre.
—Puedes curarte, puedes hacerlo.
—No... tengo... mi... estela...
—No la necesitas, puedes hacerlo, Atenea. Solo tienes que creer en ti.
—¡Basta de cháchara! —chilló Mæra—. Por fin podré matarte, pero... ¿Por qué no jugamos un poco antes?
Sintió como algo afilado y cortante le hacía un profundo corte a lo largo de ambas piernas e intentó reprimir el chillido, pero se le escapó. El dolor era... Demasiado. Jadeó al notar con la rapidez que perdía sangre. Iba a morir, joder. La iba a matar. Vio dos orbes de color verde mirarla con diversión, mientras sentía como cortaba un poco su mejilla. El verde. En su mente no paraba de repetir ese color en su mente; el verde representaba esperanza... ¿Dónde había quedado la suya? Después de ese pensamiento y una serie de recuerdos la invadieron.
——Atenea; 10 años——
—¿Hola? —musitó la pequeña Atenea viendo con atención el lavabo de chicas—. ¿Hay alguien llorando?
—No —se oyó la voz rota de una niña.
—Ah, vale que susto... Oye, si es por algún chico... Mi mejor amigo dice que todos son idiotas.
—¿Quién es tu mejor amigo? —preguntó con curiosidad la niña abriendo un poco la puerta del baño.
—No tengo, solo quería darte mi opinión de ellos sin que supieses que era mi opinión.
—Hablas muy raro...
—¿En serio? A lo mejor por eso no tengo amigos.
—Yo puedo ser tu mejor amiga, solo... ¿Cómo te llamas? Yo soy Isabelle Lightwood.