Jennie una estudiante normal como cualquier otra, pero todos los viernes sin falta seguramente estaría matando algún delincuente en su sótano.
Lisa una chica que ha sufrido gran parte de su vida, parte de uno de los clanes más grandes, por casualida...
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La australiana había tenido una noche difícil, en general, un día difícil.
En la mañana había tenido una pelea con sus padres ya que las notas que sacó en el semestre de universidad no eran lo que esperaban, no es como que ella esté estudiando esa carrera por gusto, más que todo era una obligación... Y como si no fuera suficiente ahora tenía a una chica completamente inconsciente a su lado.
Ya daban las 10 de la noche y en lo único que podía pensar era en llegar a casa de Jennie lo más rápido posible, acabar con todo de una vez, luego vería lo demás.
Otro semáforo rojo ignorado y no faltaba mucho para llegar.
(...)
Por otro lado, en casa de Jennie el ambiente se sentía completamente diferente a cómo solía ser días atrás, ya no se sentía vacío y solitario, Jennie para nada se sentía estresada como seguramente Rosé en ese momento, y muy lejos de tener pensamientos negativos sobre alguna u otra cosa... La castaña se encontraba serena, sentada frente a Lisa jugando una amigable partida de cartas.
- Escalera - Dijo la sonriente castaña a la vez que dejaba las cartas sobre el piso; Ella y Lisa solían jugar cartas de vez en cuando, tenía que admitir que al inicio no se le daba para nada bien pero poco a poco iba mejorando y claro, Lisa la insentivaba dejándose ganar una que otra vez.
La menor tomó sus cartas, les echó una última mirada y simplemente las volvió a dejar boca abajo - No tengo nada - Subió la mirada y le sonrió a Jennie - Ganas.
La mayor no pudo evitar reír y dejar salir su vanidad a relucir - Eres realmente mala - Dijo volviendo a mezclar las cartas - ¿No que muy buena?
Lisa se mantuvo en silencio y recibió la baraja de cartas ya que el timbre se encontraba sonando como loco y Jennie al momento subió a atender la puerta.
La puerta seguía sonando y sonando - ¡YA VOY! - Grito Jennie ya harta de los insistentes golpes y toques del timbre.
Llegó y una alterada chica rubia la sacó a jalones de su domicilio, tan pronto abrió la puerta le había tomado de la muñeca y llevado a jalones hasta su auto - ¿Ahora que te pasa? - Pregunto la castaña completamente extrañada por la actitud de la menor, nunca la había visto así.
Una vez en el auto de Rosé, la rubia rápidamente abrió la puerta de copiloto y de ahí comenzó a sacar a una chica.
- No me jodas Rosé, te dije que no-
- No es un regalo Jennie - Respondió la menor ya teniendo a la chica en brazos.
Jennie simplemente frunció el seño y cerro la puerta para seguir de cerca a la chica, había muchas cosas que quería preguntar pero sabía que no era el momento, a pesar de no considerar a Rosé una "amiga" la conocía bastante bien debido a todo el tiempo que habían compartido juntas, por ende sabía cuando sí y cuando no hablar de ciertas cosas, casi nunca toma en cuenta aquello y le dice lo que tenga que decir en el momento que ella quiera, pero en esta ocasión lo mejor era mantener la boca cerrada, por lo menos mientras se encontraban en la calle.
