Capítulo 22.|En la boca del lobo.

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—¿¡Por qué nunca me lo dijiste!?—Me gritó sumamente consternada y petrificada.

En mi momento de debilidad y fragilidad le he contado toda la historia y se ha quedado de piedra. Mi mirada estaba pérdida entre la taza de té, estaba muy avergonzada. Yo no quería que ella lo supiera pero me encontraba tan desesperada cuando mi padre se enteró y lo vi salir del departamento lleno de furia, y ver a mi madre llorar y sentirse culpable una vez más no fue nada bonito, así que necesitaba de alguien que me conociera, que me escuchara, la necesitaba a ella y vine a buscarla.

No sé si al final fue buena idea, pero ya no puedo retroceder para atrás.

—Era demasiado vergonzoso para contártelo Jess, yo no quería la lástima de nadie.—Hablé en voz baja con la mirada perdida en algún lugar del suelo.

Jessica suspiró y estrujó su rostro que estaba empapado en lágrimas.

—Pero yo era tu mejor amiga, yo te hubiera apoyado Debby.—Me dice con tristeza absoluta.

Reí con amargura y levanté la mirada de la taza de té para observarla.

—¿Éramos?—Me digo para mí misma.—Así es, solo tengo que acostumbrarme a eso.—Susurré con dolor evidente.

Ella se mueve incómoda.

—Debby...

—Jessica, perdóname. —Le suelto con rapidez a lo que ella me mira con sorpresa.—Sé que hice las cosas mal, y lo reconozco, eso es lo importante. Yo ya estoy cansada de tener que estar lanzándonos indirectas cada vez que nos vemos, que me odies hasta la muerte, que me trates así.—Me detuve y ella no dejaba de mirarme.—¿No te parece que ya es suficiente? Yo te quiero y quiero recuperar nuestra amistad.

En pocas palabras le estaba suplicando, es mi hermana, mi mejor amiga y si en mis manos está poder recuperarla valdría la pena intentarlo. Ella bajó la mirada y podía ver cómo luchaba internamente para no perder la postura en la que se encontraba de ser mi enemiga y rival.

—Para mí fue como una traición, y me lastimó mucho.—Respondió mordiéndose el labio.

Asentí levemente mientras trataba de no lanzar más lágrimas por mis mejillas.

—Lo sé, créeme que lo sé, pero...—La miré mordiéndome el labio.—No voy a arrepentirme de aquello.

Sus ojos se agrandaron como si no creyeran lo que acabo de decir. Es la verdad, no puedo mentir.

—¿Estás hablando en serio? Dijo bastante sorprendida.

Aclaro mi garganta.

—Lo amo, me enamoré perdidamente de él y no creo que pueda imaginarme esta vida sin él.—Lo dije así de simple.

Ella intenta tomarlo de la mejor manera y cierta los ojos un instante para asimilar lo que le estoy contando.

—Es inevitable no enamorarse de él.—Soltó desde el corazón.

Me sentía patética y fuera de lugar.

—Las cosas no pasaron como te imaginas. Todo fue tan rápido que no nos dimos cuenta y terminamos...

—Terminaron enredados entre las sábanas engañosas del amor.—Dijo terminando la frase por mí.

La miré a los ojos, esos ojos verdes que vi por primera vez en el jardín de infancia se acercaron a mí invitándome a ser su amiga. Sonreí de la nada por el recuerdo, y me di cuenta que ella no volvería a ser la misma conmigo, que no me perdonaría y yo debería dejar de insistir en que nuestra amistad vuelva a ser la misma. Debía entender que fue un error haber venido aquí, y que muchas veces la vida nos presenta situaciones para que podamos crecer y avanzar como personas. Me puse de pie bajo la atenta mirada de ella.

Ámame Sin Importar Qué #2Where stories live. Discover now