"... 𝐔𝐧𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐞𝐬𝐢𝐨𝐧, 𝐝𝐞 𝐡𝐞𝐜𝐡𝐨."

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La mañana había llegado, junto a él clásico sonido de los pájaros por las mañanas frías de Alaska.
Ese día estaba despejado, sin muchas nubes a decir verdad, más las suficientes para crear alguna que otra sombra en la superficie verde del patio principal de la casa Midoriya, donde mesas y sillas elegantes estaban acomodadas con una mesa dulce y salada para recibir a los recién casados luego de comprometerse amarse hasta que la muerte los separara, tal y como lo decía el enunciado en aquel respetado libro en las iglesias.

Y tal como el jardín, el granero estaba igual o más arreglado que este, teniendo columnas y un arco de flores con luces en la entrada donde vendría el novio, sillas con un color metalizado de amabas partes creando un pasillo a lo largo, el cual llegaba hasta un arco de jazmínes, en el cual ambos se comprometerían oficialmente en frente a la familia y amigos del pecoso.
Oh, y hablando de este, estaba parado en el mismo arco de jazmínes hablando con su madre entre susurros sonrientes mientras el resto se acomodaba en sus lugares en aquella capilla improvisada, como hace tantas décadas era tradición entre los Midoriya. Inko le dió un tierno beso en la frente a su hijo, demostrando gratitud en aquel acto hacía este y con una sonrisa la cual fué recíproca entre ambos pecosos, la más bajita fué a tomar su lugar junto a Hasashi, quién no dudó en darle una mirada compleja a su hijo parado en el altar.

Pero aquella discusión entre miradas fué cortada antes de iniciar, por el sublime y tranquilo sonido de la clásica canción de entrada ante el pasillo de bodas: donde la alta ventana den granero dejaba a un rayo de luz pasar por el arco de flores luminoso, y dejando ver el cabello ceniza acercarse con cuidado desde un costado, para finalmente poder ver al mismo Katsuki Bakugou con el traje confeccionado por Shindou, acompañado del par de pendientes a pedido de Inko, y in ramo de flores en ambas manos a la altura de la cintura, el cual dudaba realmente si debía comenzar su camino en aquel pasillo a la vista de todos.

Con una respiración profunda se dió valor a si mismo y con tres pasos adelante la gente volteo a verlo casi al mismo tiempo cual sincronización, pero la sensación cálida y tierna del acerte en su antebrazo lo calmó: Inko estaba allí para llevarlo en posición como su propia madre con una sonrisa able en su rostro de pecas. La pequeña mujer movió levemente su dedo pulgar en el brazo del escarlata para darle seguridad, y Bakugou con una pequeña sonrisa a la peliverde iniciaron su caminata a un son tranquilo juntos a la vista de todos los presentes, ahora de pie para admirar al novio entrante.
Tres miradas eran las que más sobresalían entre las personas al mirar la espalda del más alto: Iida, Hisashi, y Uraraka, tres miradas con totalmente distintas intenciones. Pero la que más destacaba de ellas no era a sus espaldas, sino los orbes verdes tenía a su lado derecho pertenecientes a un joven de pecas con una pequeña sonrisa aún que esta fuese forzosa en cierta forma, sin duda, era la más importante entre todas ellas, al menos, así era para Katsuki.

La mujer le dió un beso al ceniza en la mejilla quién se agachó levemente para recibir el cariño ajeno y luego irse a tomar su puesto entre el resto de la gente en aquel granero.
Tres pasos se hicieron al subir los dos escalones del altar que había allí, poniéndose a la misma altura que el peliverde, ambos miraron al frente encontrándose nuevamente con el joven pelirrojo, quién los recibía con los brazos extendidos junto a su traje gris y camisa blanca, dos pasos más se hicieron a la ver poder parte de la pareja para estar en sus lugares, el resto de la gente tomó asiento nuevamente, y la pareja tenía los nervios a flor de piel, pero ya era hora de darle un comienzo a esta seremonia.

Te ves bien. – susurró amable el pelirrojo al ceniza para darle confianza, y Bakugou asintió levemente. – ¡Estamos aquí reunidos hoy...! – habló fuertemente llamando la atención de todos los presentes. – Para dar gracias, y celebrar la vida en uno de sus mejores momentos, para darle reconocimiento a la belleza, la honestidad, y a la generosidad del amor entre Izuku y Katsuki frente a todos sus familiares y amigos. – hablaba con subidas y bajadas de tono, entonando las partes mas importantes dándoles énfasis. – Por que su familia y amigos les enseñaron a Izuku y a Katsuki a amar. – sonrió a la vez que veía que los presentes también lo hacían enternesidos por las palabras que decía. – Así que lo correcto es: que familiares y amigos, sean testigos... – la voz de Eijirou bajó al notar del dedo alzado de Katsuki levemente. – ¿Querido, tienes una pregunta? – preguntó en un susurro inclinándose al ceniza.

𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚. | • 𝐊𝐚𝐭𝐬𝐮𝐃𝐞𝐤𝐮 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora